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Roberto Fernández Retamar

Poemas de Roberto Fernández Retamar para leer.

Roberto Fernández Retamar: Llama guardada

Cómo podía él saber que su poema,
Encontrado una noche blanca de vago andar,
En un país distante que ella aún no conocía,
Era en los ojos de ella que se haría realidad.

Recuerda que buscaba esa noche a alguien o algo,
Recuerda la avenida de su lento paseo,
y recuerda la vuelta a la alcoba vacía,
y después las palabras como un amargo espejo.

Solitario él, perdido, esperaba anhelante
En vano una respuesta de aquella noche blanca.
Y los dos ignoraban que entonces lejos, cerca,
Para él ella cuidaba su honda llama guardada.

Poemas y poetas cubanos

Roberto Fernández Retamar: A mis hijas

Hijas: muy poco les he escrito,
y hoy lo hago de prisa.
Quiero decirles
que si también este momento pasa
y puedo estar de nuevo con ustedes,
en el sillón, oyendo el radio,
cómo vamos a reírnos de estas cosas,
de estos versos y de estas botas,
y de la cara que ponían algunos,
y hasta del traje que ahora llevo.

Pero si esto no pasa,
y no hay sillón para estar juntos,
y no vuelven las botas,
sepan que no podía
actuar de otra manera.
Estén contentas de ese nombre
que arrastran como un hilo
por papeles.
Disfruten de estar vivas,
que es cosa linda,
como nosotros lo hemos disfrutado.
Quieran mucho las cosas.
Y recuérdenme alguna vez,
con alegría.

Poemas y poetas argentinos

Con las mismas manos: Poema de Roberto Fernández Retamar en español fácil de leer

Roberto Fernández Retamar: El otro (enero 1, 1959)

Nosotros, los sobrevivientes,
¿a quiénes debemos la sobrevida?
¿quién se murió por mí en la ergástula,
quién recibió la bala mía,
la para mí, en su corazón?
¿sobre qué muerto estoy yo vivo,
sus huesos quedando en los míos,
los ojos que le arrancaron, viendo
por la mirada de mi cara,
y la mano que no es su mano,
que no es ya tampoco la mía,
escribiendo palabras rotas
donde él no está, en la sobrevida?

Poemas cortosPoemas y poetas argentinos

Otro poema conjetural: Poema de Roberto Fernández Retamar en español fácil de leer

Roberto Fernández Retamar: Palacio cotidiano

Yo decía que el mundo era una estrella ardiente,
laberinto de plata, cerrazón con diamante:
y ahora descubro el júbilo de la estancia minúscula,
la vida emocionada del vaso entre mis labios,
más cristalino y claro si el sol se apoya y canta
en sus paredes límpidas. Ahora veo el dorado
temblor que se levanta del pedazo de pan,
y el crujido caliente de su piel. Y me es fácil
entrar en el palacio cotidiano, manual,
de las enredaderas del patio, donde un príncipe
de silencio y de sombra calladamente ordena.

Y es que a esta vivienda que va horadando el tiempo
-la cual es más hogar mientras es más profunda-
tú trajiste la primavera de tu beso;
trajiste tus sonrisas, como una fina lluvia
vista entre los cristales; trajiste ese calor
dulce, para el reposo, para el sueño posible.
Y supe que era bello el mundo aun fuera de ese
centro de perfección: el amoroso palio
del rocío, y el vidrio que calza y rompe el aire.
Yo sentí levantarse un pueblo de pureza
allí donde vivían ayer muebles y hierros.

Como quien abandona las lanzas y destina
sus manos a los árboles, que se vuelven viviendas,
mis ojos, amarrados a relámpagos de oro,
dejo caer ahora sobre la pobre mesa,
sobre la luz medida que ha inundado mi casa,
sobre el silencio y la quietud que la acompañan:
y miran cómo sale un sereno color,
una vida armoniosa y honda de sus cuerpos.

Poemas y poetas argentinos

Roberto Fernández Retamar: El primer otoño de sus ojos

Hojas color de hierro, color de sangre, color de oro,
Pedazos del castillo del día
Sobre los muertos pensativos.

Mientras la luz se filtra entre las ramas,
El aire frío esparce las memorias.

Es el primer otoño de sus ojos.

Cuánto camino andado hasta la huesa
Donde se han ido ahilando
Los amigos nocturnos del vino
Y los lejanos maestros.

Quedar como ellos profiriendo flores,
Quedar como ellos perfumando umbrosos,
Quedar juntos y dialogar
En plantas renacientes,
Para que nuevos ojos escuchen mañana
En el cristal de otoño
Los murmullos de corazones desvanecidos.

Poemas y poetas cubanos

Roberto Fernández Retamar: Por primera vez

En países y más países,
Casas, hoteles, embajadas,
Suelos, hamacas, autos, tierra,
Rodeados de agua o sobre el lino.

Olor de desnudez primera.
Vasija de arcilla sonora.
Sorprendente, augusta, profunda.
Camanances, colinas, bosques.

Como leones, como santos.
Lo antiguo, lo simple, l0 súbito.
La plegaria, el descubrimiento.
La conquista, la reconquista.
El relámpago de ojos de humo.

Cada desgarradura sólo
Para encenderse con más fuego,
Con más seguridad de aurora.
Ya él no puede perderla más.
Ya la perdió toda una vida.
Ahora de nuevo y para siempre
Va a amarla por primera vez.

Poemas y poetas cubanos

Roberto Fernández Retamar: Está

Ella está echada en la penumbra humedeciendo la
madrugada inicial.
Hay un jardín en ella y él está deslumbrado en ese jardín.
Florece entera para él, se estremecen, callan con el mismo
rumor.
La noche va a ser cortada por un viaje como por una
espada.
Intercambian libros, papeles, promesas.
Ninguno de los dos sabe aún lo que se han prometido.
Se visten, se besan, se separan.
Ella sale a la oscuridad, acaso al olvido.
Cuando él regresa al cuarto, la encuentra echada en la
penumbra húmeda.
Nunca ha partido, nunca partirá.

Poemas y poetas cubanos

Roberto Fernández Retamar: Fue en Los Robles donde ella, que sabía

Fue en Los Robles donde ella, que sabía,
Dijera la verdad. Aquella noche
Estaban dadas todas las estrellas.
Tiempo de suspirar juntas las bocas.
Parpadeaba una luz, alguien volvía
A hacer la hoguera frente a la caverna.
Marcharon entre armas a la gloria.
Nada en su cuerpo, suave como el agua,
Anunciaba los hijos de su cuerpo.
Era toda alma en la soñada cama,
Era un incendio, era una primavera,
Una muchacha azul bajo la lluvia,
Una bahía en quien entrar a gritos,
Una bandera ondeando en el combate,
Una batalla de azucenas cálidas.
Era ella.

Poemas y poetas cubanos

Roberto Fernández Retamar: Una salva de porvenir

A Jacqueline y Claude Julien.
A Fina y Cintio.

No hay pruebas.
Las pruebas son que no hay pruebas.
No estaban, no están, no estarán dadas las condiciones.
Creer porque es absurdo,
Y creemos.
Más absurdo que creer es ser,
Y somos.
Nada garantiza que fuera menos absurdo
No ser ni creer.
Las llamadas pruebas yacen por tierra,
Húmedas reliquias de la nave.
Se derrumbaron las estatuas mientras dormíamos.
Eran de piedra, de mármol, de bronce.
Eran de ceniza.
Y un grito de ánades las hizo huir en bandadas.

No guardar tesoros donde
La humedad, los bichitos los mordisqueen.
No guardar tesoros.
El tesoro es no guardarlos.
El tesoro es creer.
El tesoro es ser.

No existen las hazañas ni los horrores del pasado.
El presente es más veloz que la lectura de estas mismas
palabras.
El poeta saluda las cosas por venir
Con una salva en la noche oscura.
Sólo lo difícil.
Sólo lo oscuro.
Y contra él, en él, el fuego levantando
Su columna viva, dorada, real.

El amor es
Quien ve.

Poemas y poetas argentinos

Usted tenía razón, Tallet: somos hombres de transición: Poema de Roberto Fernández Retamar en español fácil de leer

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