Poemas de Juan Daniel Perrotta para leer.
Hermana prostituta...
ayer entregaste tu cuerpo por unas monedas.
Yo daría mi alma cada día por la poesía.
Maldito poeta
el que sacrifica amores, hijos y cordura,
se revuelve entre las heces del alcohol
buscando el vino nuevo,
la sabiduría de un verso,
uno solo,
un jirón de alma,
una palabra,
un candelabro alumbrando el encuentro de dos que se desean.
¿Me buscas, palabra?
Me mostraré esquivo,
sabrás que no puedes poseerme,
y aunque muera de deseo por la cópula
no me tendrás,
no libarás mi néctar,
no te daré mi sangre,
no desgarraré mis ropas
¡nunca!
Escúchame bien:
deberás venir de blanco,
los pezones resaltados en la veste,
vendrás como novia,
como virgen vendrás,
no te darás a ningún otro poeta,
y quizá, sólo quizá,
entonces,
te tome y te transforme,
te lleve al climax, te derrumbe,
te incorpore entre mi piel
y seamos uno, letra y poeta.
Será la fascinación de lo fememnino
-me digo-
Una y otra vez colmar
esa profundidad
húmeda y receptiva
sentir
que rumores líquidos la inundan
la cadencia
rítmica
constante
la enérgica sacudida final
el contoneo desbocado
meter la mano
sacar la ropa limpia
húmeda
perfumada
Poemas cortosPoemas y poetas argentinos
Ella dice que aprendió bien las lecciones
del Maestro
y se hace cargo de su doble rol de trabajadora
ama de casa
Sale del trabajo
toma un taxi
llama a la nena por el celular
para que tome los globulitos
con Cyna todo estará bien
Está contenta de comprar una edición en rústica de Alice Bailey
y su maestro tibetano
cree que todo irá bien así
hace falta trabajo interior
y todo estará en orden
Sólo duda
cuando invaden su casa las huestes de costumbre
suegro
madre
amigos de los hijos
o cuando ve que el paso de los años
transformó a su madre en una cáscara
una caricatura de lo que la ancianidad hace con nosotros
Valor
mujer
esto es la vida
un tránsito hacia la decrepitud
Los idiotas se siguen muriendo en las calles
con sus frazadas agujereadas.
Esteban Charpentier
Nadie en la medianoche
de la ciudad segura
sólo idiotas de frazadas agujereadas
arriba de cartones
sólo pendejos sembrando con meadas de cerveza
las paredes
tenés diez centavos para viajar
me dicen
y ya caminé veinte cuadras
sin monedas para el colectivo
para puchos
para invitar a una mujer con una birra
tiene veinticinco señor
me dicen dos bebotas
pantys negras
zapatillas
y sólo por decirme señor
que se vayan al carajo
con sus piernas de apertura veloz
con sus tetas granito
con sus besos franceses en aprendizaje
Nadie en la medianoche
de la ciudad segura
sólo vómitos
de alguno que consiguió diez centavos para el viaje
que lo lleva a ninguna parte
Nos ganaron ¿sabés?
ganaron ellos
los de dientes de porcelana
fotos de afiche de campaña
con sus trajes de estudiado color
sus discursos
elaborados por rufianes letrados
pura imagen
como el espejo
nada atrás
el frío metal del mercurio
fríos
como la dura calle de la medianoche
en la ciudad segura
'del primer mundo'
que oculta la ciudad real
bajo una frazada agujereada.
Una avalancha de silencios confabulan
en la noche.
Se apagan los ecos,
se acallan las calles.
Yo estuve una madrugada cualquiera imaginando desde afuera
el calor de adentro.
Ahora me solazo pensando en la cama que me espera,
vacía pero me espera.
Y quiero también estar allí,
en esa calle silenciosa,
pateando boludeces,
agarrado de una cintura,
marcando y desmarcando el timming de otros pasos a mi lado.
Y madrugarme en un bar de Corrientes como con vos,
y volver a la cama, como con vos,
y cagarnos en la ciudad y su gente plástica de roles de hierro.
Pero vos estás muerta o en la cárcel,
y yo vigilado por la yuta (madre que te parió).
Y sé que voy a estar solo,
o en una relación conveniente y convenida,
con sexo a parquímetro y supermercados de fin de semana,
y trabajos responsables,
y gestos reposados,
y todo aquello que denota madurez y buena vida.
Por eso quizá alguna vez te saque del fondo de la muerte,
te sacuda el polvo (que te debo)
y vuelva a cantar una marcha militar marcando el paso y desmarcando,
para que me crean loco,
como cuando nos veían pasear la ciudad tomados de la cintura como amantes,
y se hacían el bocho pendejos y gerontes,
imaginando como sería ser nosotros.
No quiero pertenecer
a tu círculo de nenas mucho lomo
mucho sexo
poco seso
Tampoco al honorable grupo de poetas
morochos
peronistas
exitosos
o al de aquellos
transgresores
histéricos
sauneros
No quiero de tu porro
porque es tuyo
y se gasta
No
nena
no me gusta ir a la costa
a casa de tu papi
ni que me lleves en su coche
ni que me envuelvan tus tentáculos
de madre argentina
Prefiero
no penetrar en esos lomos
ni codearme entre poetas exitosos
prefiero una mano que circule blandamente
y una mujer eléctrica
setentista
que salte los tapones como aquellas
Prefiero padecer
porque no pertenezco
a ningún grupo
sentirme en todos lados
como sapo de otro pozo
Lástima la soledad
lastima tanta soledad
Tú
que te crees poeta
descubres un día lo aburrido
de releer por enésima vez
el 'arte poética' de Gelman
y te acuerdas de Tolkien
buscando su humus
Ya no hay sustancia que sorber
de esos viejos huesos
No encuentras alimento
para que crezcan
sanos y fuertes tus poemas
El mundo debiera ser tu humus
pero es el de Bosnia
del once de septiembre
Miras entonces hacia adentro
En tu mundo sólo dolor
vacío
La poesía es un don
te dices
y una voz en la mente te responde
sí
es el don de los imbéciles.
Veo tanta miseria
señor
tanto dolor
tanta muerte injusta
adelante
atrás a los costados
tu gente sedienta
hambrienta
dolida
Son tus hijos
dice el libro de los judíos
el de las mil adulteraciones
y estafas
Estoy hecho a tu imagen
y semejanza
eso es evidente
Yo también soy un mal padre.
Poemas cortosPoemas y poetas argentinos
Balbuceas algo sobre nuestra amistad
y retrocedes
como delimitando una zona de seguridad
ante la inevitable guerra
Yo pongo mi índice sobre tus labios
después de
claramente
acercarme a tus fronteras
Digo que bien sabes el afecto que te tengo
Artero
debilito tus posiciones artilladas
dejando caer besos explosivos
haciendo que mis labios desciendan
paracaidistas
al sur
al sur
entre la fronda
Y debe ser cierto
que el sur es estratégico
importante
a juzgar por lo encarnizado de la batalla
que ahora allí se libra
mientras contraes
contraes
desesperada
como queriendo expulsar
la avanzada de mi ejército
que golpea
acompasadamente
en tu territorio.
El poema se balanceaba en la punta de mi ser
(la punta de la lengua, la punta de los dedos,
y otras puntas non sanctas para poetizar
cuerpos ajenos).
Era como estar en el borde del orgasmo
sin quererlo, y oprimir desesperadamente taoístas puntos
como freno en pedalera,
porque no se fuera.
Pero ¡ya!, terco y de mala leche
se fue por alguna punta y no sé cuál
- como para prevenir reacciones - .
No quiero ser acusado de cunnipoético,
que un revés me sacuda por algún atrevido verso
escapado de mis dedos,
o una inocente adolescente venga a mí
acariciándose la panza por pecados no habidos
ni gozados.
Es que me aterra que un poema se me escape así,
sin aviso,
y ande por el mundo suelto de mi mano.
Cada poema es un niño
con un pan bajo el brazo
tiene un don
en un verso
una palabra
Aparece un día en tu regazo
exige todo de tí
hasta la asfixia
Se lanza luego
de tu falda
al suelo
se yergue
comienza a caminar
corre lejos
te descarna
y llega el día que no vuelve
Anda por ese mundo de afuera
vagando
de mano en mano
amando
gozando
como cuando lo creaste
(Inédito)
Poemas cortosPoemas y poetas argentinos
Sé que no eras un ángel
ni una puta
Me cojías como un ángel
hasta hacerme estornudar
por el roce de las plumas
de tus alas y - claro -
caían lágrimas de mis ojos
Llorabas entonces
como una puta
enamorada
de un ocasional cliente
caliente
y nuestros gemidos
no sexuales
se elevaban a los cielos
Allí quedó nuestro amor
colgado
después de alguna noche
de sexo
en la que perdiste las alas
al golpear contra una nube
y caíste hacia algún lugar del planeta
No te volví a ver
pero sigo buscándote
y reavivando tu recuerdo
en iglesias y burdeles