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Françoise Roy

Françoise Roy

Poemas de Françoise Roy para leer.

Françoise Roy: El girasol

a Laura Solórzano

El girasol me habita, inocente criatura cuya cara de pétalos sigue sin saber un sol oscuro, mancha gangrenada en el cielo. Cada noche se alza en las rutas estelares la luna negra sobre el erial sembrado de mala hierba donde crece la flor solitaria, descabellada de azafrán, con sus ínfulas de luz. Lamparería de mi alma que nunca quiso ver tu bramante ahogador, oh espejo mágico que dice mentiras, oscuridad cenagosa, oh verdugo, amante que me arroja un puño de tierra en los ojos. Mano que escribe: con tus propias armas te habr?de cercenar. Los astros de luz invertida habrán de confundir tus cinco dedos abiertos con un girasol marchito.

Poemas y poetas canadienses

Françoise Roy: Herramienta para cortar

El amor es una yema que acercas de noche. No tarda en hacerse instrumento de acariciar a la altura de los labios (escurres una leche; parpadea lo blanco, me abro de par en par). Ahí instilas el perfume, me inoculas (nada que ver con la sangre). Lo recibo de quemadura benigna, como si unos vapores de aguardiente me cubrieran las llagas.
Eso que llamas numinoso me penetra (vaya rito de seducción). Lo que te queda de blanco se me acumula como nieve ante una puerta y se vuelve grumoso. Luego me duermo y sueño con un ataúd pequeño, demasiado corto para nosotros.
Como tienes completa la parafernalia de boca, sabes hacer de todo: besar, hablar, gritar. Yo me enamoro al instante de tu lengua. Espero tu beso, sabiendo que tal vez me vas a amputar algo, y se escurren de nuevo tus labios como esponjas. ¿Por qué siento que me cortan en el lugar más tierno?
Me resigno. Tus palabras son suaves como ramas recién salidas, de corteza joven, no esa piel dura de los árboles viejos. Cuando el diluvio menor llega a su fin, la sangre casi es violeta: gotea como savia de arce perforado.
Tu boca es capullo: no la veo en tu rostro sino más abajo.

Poemas y poetas canadienses

Françoise Roy: Laberinto de piel con pájaros

El rostro es un laberinto. Tú lo sabes frágil y enmarañado, amarillenta puerta de un mapa desertado por los países de antes.
¿Qué desvarío del polvo te hace ver pájaros con instrucciones para dividirlos? ¿Qué marea de otro color que azul inunda la barca un día de caída? Digo: versos de nidos y raíces.
Tumultuosamente garganta, el sollozo sobrenada, levanta la alcantarilla al revés, el alma fluye ahí como un telescopio líquido. Te escurres dulcemente al borde de la luz, la torre del otro lado del mar.

Tomado de Si acaso hubiera, Ed. El Cálamo, Guadalajara, México, 2003.

Poemas y poetas canadienses

Françoise Roy: Luna Péndulo

Tiene particular fuerza la noche, como para
adormecer los cuerpos, ansí también para despertar
las almas y llevarlas a que conversen con Dios
Fray Luis de Granada

¿Qué velo arroja violentamente la noche sobre nuestra mutua presencia que cuando arremete, en la humildad de tu alcoba atestada de libros, te sale de la garganta lo que no te sale de día, lo que se duerme en tu vishuddha² a la luz del sol y despierta con los sentidos al atardecer? Halo de la oscuridad que nos encierra como estuche en nuestros sentimientos quebradizos. Halo de las horas negras que disipa la luna como péndulo en el cielo estrellado, tan lento que nadie advierte cómo oscila, salvo tú con tus ojos desdoblados, tú con tu tacto que también se desdobla y viene a tocarme sin necesidad de mover la mano, cadáver en tu regazo.
Noche a veintiocho grados de Sagitario, noche a siete grados de Virgo en una casa desconocida, la número trece.

² En la India, centro de energía que corresponde a la garganta.

Poemas y poetas canadienses

Françoise Roy: Navajas II

Si tuvieses una no boca, lo que de ti más me apeteciera serían tus no labios. Ex-capullos que acercas y repentinamente se convierten en objetos cortopunzantes y acarician mi propia boca. Y me besas, y me zurces, y me gotea la sangre en la nuca, pero no es sangre. Es como una pasta seminal, espesa y brillosa, y tu sangre se coagula en mí, porque aún no te he abierto.
Sangre clara. Lugar común de los dioses que adoras. Y tú, en aceptación, retienes el hielo oloroso -idéntico a la sangre- que me enferma y me sosiega, me tapa y me restriega, no como me suturarías si no hiciéramos el amor. ¿Por qué no me acaricias así? ¿Por qué la clara resonancia de tu alma que se concentra en mí y se queda opaca y jubilosa como un anciano apagado?
Que así sea, no porque tus labios sean filosos (ya son de masa blanda, lila pálidos de la hemorragia que te aquietan), sino por el calmo, suave brote desleído que intuí en tu rostro sin boca.

Poemas y poetas canadienses

Françoise Roy: Navío

En tus sueños,
un barco de luz surca la sombra
navío fantasma de tu vigilia.

En tus días,
un barco de sombra
surca la luz,
navío habitado de tus sueños.

Poemas cortosPoemas y poetas canadienses

Françoise Roy: Noli me tangere

Mi padre, hombre culto y respetable, me enseñó unos latinajos. Todos se me olvidaron (la memoria es un nogal que crece todo raíz), salvo uno que me parpadea dentro del ojo como faro nocherniego al vigilar un cielo de nubes graves y viento creciente: noli me tangere.
No me toques. Soy un mago que no desaparece nada (la facultad de borrar me fue retirada de castigo, hace muchas vidas, por haber querido que vieran portentos una corte de ciegos y tuertos). No sé más que multiplicar.
Ningún roce en mi piel, ningún sonido que cayera por inadvertencia tuya en la flor carnívora de mi garganta, será ahí disuelto. No te preguntes qué instrumentos puedo convocar a la existencia con una sola mirada.

Tomado de Razones para la redención del zafiro, Ed. Filodecaballos, Guadalajara, México, 2003.

Poemas y poetas canadienses

Françoise Roy: Piscis

Es consabido: los peces nadan al revés, pero unidos por el cinturón de Orión, su charnela de escamas que el agua desvaina. Nadan en la lluvia de tu pleura, uno al sur otro al norte, uno arriba otro abajo, uno hacia las nubes, otro hacia la bruma, izquierda derecha. Corres para reconciliarlos, hacer el elogio de la unisonancia, decir "mira el punto medio, el rumbo, el ojo focal".
Respiras con ese sonido de mar. Oyes un tintinear de copas. En cada ojo te florece un ciclamen. Les encuentras a los peces un parecido con los pájaros, en las dorsales, el abrigo de mercurio cuando nadan alto entre los cumulonimbus. El retorcerse grácil de la luz es un mimo de ellos en sus respectivos elementos.
Ah, las lágrimas son pequeñas flores de la mar grande.

Tomado de Si acaso hubiera, Ed. El Cálamo, Guadalajara, México, 2003.

Poemas y poetas canadienses

Françoise Roy: El planeta Venus velado

Levantó la tapa de la doceava casa. Se asomó, cometa con su estela de fuego, floración nocturna que hizo estallar yemas secretas de la noche a la mañana. Surgió del agua estancada como barco que boga en el muro: la popa también está encendida, las llamas corren sobre el casco creando en la espuma el reflejo de lo que el incendiario ha provocado. En aquel año, de unos brotes ocultos en el sótano de la cárcel, le salieron manos que nunca habían tocado; traían en la palma un pequeño bosque en llamas, y de sortija, la alianza de los que saben de cautiverios.
Los mapas del cielo dibujan sus arabescos y órbitas en el recinto del corazón.

Poemas y poetas canadienses

Françoise Roy: Pozo vertical de crecimiento

Tú, comulgando bajo las dos especies
de la claridad de lo opaco
Jean-Clarence Lambert

Crecí tanto dentro del pozo que puedo tocar al mismo tiempo el fondo y el boquete que da claridad. El sol luce en lo alto, brillo de verano, fácula rodeada de azul. Hacia abajo, la centella negra se derrumba en el foso y cae al fondo. Se mueve empujada por el peso de las cosas que gravitan en mi alrededor.
Recuerdo cómo llegué a tocar los dos extremos: desde arriba de la coronilla, jalaron un hilván dentro de mi cabeza, una canilla enrollando hilacha de luz. Debajo de los pies, donde antes se desfondaba la oquedad de la fosa, un espiritu tutelar encargado de cuidar la oscuridad me estiró las piernas hacia la hondura. Bien en medio, mis manos tocan la circularidad del hueco, como si en una extraña auscultación, le diera yo forma a lo que une claro y oscuro.
La mariposa negra se detiene en el calado luminoso de las nubes.

Tomado de A flor de labios (plaqueta), Universidad San Nicolás de Hidalgo, Morelia, México, 2002.

Poemas y poetas canadienses

Françoise Roy: Razones para la redención del zafiro

Un libro se cierra como la muerte cierra los días.
No quise acabar con una mención sobre los distintos tipos de veneno. No quise extenderme sobre el silencio (los rabinos dicen que el quinto estrato del infierno lleva el nombre de silencio; el mío no es así, es un lugar de luz).
Quiero terminar hablando de mi dedal, el que me proteje la carne tierna del dedo de la picadura del huso empapado en pócima.
Mi balcón no anuncia peligro de caída, sino de ascensión.
Tengo un molino de viento a mi lado (en la adivinación simboliza la solución a un problema). Tengo un madero no de cruz, sino guía de viñas que se entrelazan.
El alma está escondida en la nuez.
Cristo tal vez se interese por mi voz.

Tomado de Razones para la redención del zafiro, Ed. Filodecaballos, Guadalajara, México, 2003.

Poemas y poetas canadienses

Françoise Roy: Rostro

Yo me tengo que reconocer.
No soy prisma. No soy camaleón.
Dios es mi mentor,
el curador de mi sala de exposición
más alumbrada
y yo
su espejo.

Poemas cortosPoemas y poetas canadienses

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