Poemas de Federico Hernández Aguilar para leer.
Nadie le habla porque saca la lengua a la menor provocación.
¿Quién podría soportar sus caprichos,
su salada fruición de niña?
Es larga, tácita, sepulcral (me refiero a su lengua).
Nadie quierr ser víctima de sus movimientos espontáneos.
Por mucho que lo desee,
no puedo librarla de su propia falacia.
La resignación de los hombres
es la pereza de los astros.
Mi sombra lo sabe.
Lo peor es que lo dice abiertamente
en los bailes, en los torneos, en las fiestas de gala,
en los conciertos, en los clubes deportivos,
en las recepciones que se organizan para dar la bienvenida
a todos los diplomáticos del mundo...
¿Que si me da vergüenza?
Un poco, sí.
Un poco.
No siempre es agradable lidiar con una sombra maleducada.
Para callar no necesito mi silencio.
Me muevo.
Se mueve la hoja que cae y no lo sabe.
El aire es la denuncia natural del tiempo.
Para callar no necesito mi silencio.
No puedo remover una pestaña
sin tocar un rostro.
La palabra es injusta si la tengo.
Para callar no necesito mi silencio.
Necesito tiempo.
Poemas cortosPoemas y poetas salvadoreños
Vivir es adaptar nuestros antojos
al ritmo del temor a la ventaja,
y vive aquel que marcha tras la paja
que pesa como viga en sus dos ojos.
Mas saber de ignorancias y de abrojos
en nuestra candidez no hace rebaja:
Corremos de ambición por la migaja
¡sin hambre de verdad y siendo cojos!
Es acto de buen juicio recordar
que el hombre, en su brillante trajinar,
no marcha si no marcha ingenuamente.
Y es una paradoja el aceptar
que en la comba vulgar de cada frente
existe una verdad impertinente.
A un poeta que anda por ahí
Es bello tu poema. Las musas te han dotado
con la sed del Parnaso y el trino de Castalia:
Erato y Calíope, las luces de Tesalia
-en ansias por el verbo-sin recatos te han dado.
Es lindo tu poema -lo acepto de buen grado-,
pero es lírica muerta, cual verso de 'Farsalia';
no es dote de mi musa tu cruel parafernalia...
¡Labor de sastrería es tu verso complicado!
Me gusta su estructura, tu toque delicioso;
me gusta su fineza y lo que tiene de pozo...,
pero me sabe a dulzón delirio de colmena.
Respondo a su figura, me atrae el ritmo raudo;
tiene tiempo, es musical, la métrica la aplaudo...,
pero no me revuelve la sangre tu poema.
Yo no quiero saber de otro lirismo
que no sea liberación.
Manuel Bandeira
Hay poetas que huelen a gemido,
y esconden dos tijeras en el traje.
Hay poetas que mienten su mensaje
y lo dan de inmediato por perdido...
Hay poetas de nombre y apellido:
¡los que saben que un verso es un pasaje!
Y existen los que toman por ultraje
la ruda inspiración de este atrevido...
Hay poetas que escriben porque sudan,
porque dudan y tienen sus bravatas,
pero nunca en sus versos se desnudan.
Y hay poetas, en fin, que no se anudan
con fuerza la intención a sus corbatas
y cargan para siempre las erratas.
a D...
Invitación a ver lo que no veo.
Desafío que ampara mis locuras.
Razón de mis atléticas posturas.
Todo origen si origen deseo.
Premura constipada que a Teseo
dirige nuevamente a las oscuras
entrañas del misterio. Voz que a duras
penas tiene una lengua. Mi recreo.
Si rincón, el preciso; el necesario,
si refugio. Verdad tan inocente
que no requiere sombra ni escenario.
Rastro -mujer de Lot- de tantas sales.
Antiguo silo de un afán reciente.
Levedad que se erige en mil finales.
Dos notorias promesas en tus senos
vislumbra quien recorre tu fachada,
pues no existe tan torpe una mirada
que no tropiece en ellos...cuando menos.
Pero tú que en los prístinos terrenos
del amor no has caído aprisionada,
esquivas todavía la punzada
del ansia que termina en desenfrenos.
Mas si harta de granizo sobre el lecho
exiges merecida compañía,
imploro -emocionado- mi derecho
de arrancar tus gemidos con porfía,
y ver mi ardiente y líquida osadía
corriendo por tu cuello desde el pecho.
Frustrado al ver tus senos formidables
confiados sin piedad a tu grueso paño,
no alcanzo a descubrir si es un engaño
lo que hay tras tus escotes insociables.
No sé si de misterios insondables
prefieres hoy cubrir tu pecho huraño
temiendo que su réprobo tamaño
te lleve a situaciones lamentables.
Rescatar del sostén tu seno hermoso
es casi una misión que busco ansioso,
pues de tus pechos -finalmente honrados-
no puedo resistir la prebenda...
Con tal que al verse libres de la prenda
no caigan hasta el suelo derrotados.
Le pedí a esta silla que te esperara.
Disculpa si permanece fiel a mi desgracia,
si la encuentras firme como un soldado.
Ella no quiso dejarme solo.
Le hablé de ti con más pasión que la polilla.
Tuvo a bien agradecer con calma,
con resignada paciencia y con fricciones
-la casi inaudible voz de su madera-.
No se quejó como el casero,
no puso en duda mi avaricia,
no tuvo roces con mis llagas.
Por eso te espera, obediente;
por eso dice que estuve solo
y que mis abrigos ya no abrigan;
por eso nos ves aquí,
más honestos y amparados que una rabia.
Siéntate.
Ahora dinos que llegaste.
Nota: Para la composición de este soneto
se utilizaron los más geniales argumentos
que el autor ha escuchado, a manera de exculpación
en los círculos literarios de El Salvador.
La vida en sociedad es un trapecio
que juzga a los que mal se contradicen:
'-Si soy como prefiero, me maldicen;
si soy como ellos quieren, me desprecio.'
Mentiras y verdades tienen precio
(un precio que suplica le revisen),
y al socio-torpe ritmo en que se dicen,
resulta de buen gusto ser tan necio.
Si podrirnos de absurdo es el esquema,
más vale dar su sitio al anatema
y hundirnos en la luz de una psicosis,
o en el limbo sublime del dislate
-gracioso y sepulcral escaparate-,
dar rienda a la bondad de una neurosis.
Para Yania,
espléndida flor cubana
¿A quién le brindas sin pudor tus ojos?
¿A quién tus brazos y tu sed de amores?
¿A quién otorgas tu edredón de ardores?
¿A quién la gama de tus mil antojos?
¿A quién rechazas con tus besos flojos?
¿A quién reistes con tus malhumores?
¿A quién retiras el millón de flores
que succion?de tus pezones rojos?
¿A quién aturdes con tus piernas largas?
¿En quién la llama de tu piel descargas
para llorar como conmigo hiciste?
¿Acaso a otro el juvenil encanto
has dado en hipos de amoroso llanto
sin ser la herida que en mi pecho abriste?
Es verdad -ya lo sabes-, no me entrego.
No soy la luz en este claroscuro...
Verte desnuda asombra: No es tan duro
verte asomada a la pasión del juego.
Mas para cuando veas ue no llego
a la penetración, puntual, seguro,
demuestra lo que sabes: del apuro
sácame. ¡No ambiciones tanto fuego!
Pasamos de estos líos tan carnales
porque el sexo mejor no se origina
en las respuestas sobrias y totales.
Y para no estropearnos el pecado,
hoy permite que agolpe en tu vagina
la culpa de un placer tan consumado.