Los bosques ardían-
y ellos
en sus cuellos enredaban los brazos
como ramos de rosas
la gente corría a los refugios
él decía que su esposa tenía cabellos
en los que uno podía esconderse
cubiertos con una sola manta
musitaban impúdicas palabras
la letanía de los amantes
Si la cosa se ponía fea
saltaban en los ojos del otro
y los cerraban con fuerza
con tanta fuerza que no sintieron el fuego
que alcanzaba sus pestañas
hasta el final fueron audaces
hasta el final fueron fieles
hasta el final fueron parecidos
como dos gotas
detenidas al borde de la cara
Estuvimos paseando a través de los campos
en un vagón al amanecer.
Una herida rosa roja en la oscuridad.
Y de pronto una liebre atravesó la carretera.
Uno de nosotros la señaló con la mano.
Eso fue hace tiempos. Hoy ninguno de ellos está vivo,
Ni la liebre, ni el hombre que hizo el ademán.
Oh, amor mío, dónde están ellos, a dónde han ido?
El destello de una mano, la línea de un movimiento,
el susurro de los guijarros.
Pregunto no con tristeza, sino con asombro.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Escribí piedra
escribí casa
escribí ciudad
rompí la piedra
demolí la casa
destruí la ciudad
sobre el papel huellas de la lucha
entre
la creación y el exterminio
Versión de Abel A. Murcia Soriano
Poemas cortosPoemas y poetas polacos
Están sentados
el uno frente al otro
ella piensa
qué maravilloso es él
beben
al otro lado de la ventana está oscuro
la noche rodea la ciudad
ocupa las calles
ahuyenta a los transeúntes
de repente
él busca en su interior
saca un sapo
ella mira
no puede creerlo
saca cucarachas
un puñado
pulpos pólipos
arañas
salen solos
reptan
se apresura
porque todavía
queda mucho
las apestosas zapatillas de un vagabundo
el saco podrido de una mendiga
enanos repugnantes
vampiros
brujas
la mesa a la que están sentados
(con una botella vacía como naturaleza muerta)
toma vida y se mueve
el sapo croa
las cucarachas culebrean
las arañas rebosan de veneno
entre tóxicos efluvios
él da vueltas
balbucea
con las fuerzas que le restan
da tumbos hasta la calle
desaparece
arrastrando los pies
Versión de Abel A. Murcia Soriano
Perdóname. Yo fui un intrigante como muchos de esos que se deslizan
furtivamente por las humanas habitaciones de la noche.
Yo calculé la posición de los guardias antes de arriesgarme a acercarme
a las fronteras cerradas.
Conociendo más, pretendí satisfacer menos, a diferencia de
esos que dan testimonio.
Indiferente al cañoneo, al clamor en la maleza y a la burla.
Deja a los sabios y a los santos, pensé, trae un don a toda
la Tierra, no meramente al lenguaje.
Yo protejo mi buen nombre para que el lenguaje sea mi medida.
Un bucólico, un lenguaje pueril que transforma lo sublime en cordial.
Y el ritmo o el salmo de maestro de coros cae aparte, únicamente
un cántico permanece.
Mi voz siempre careció de plenitud, me gustaría dar una acción
de gracias diferente.
Y generosamente, sin la ironía que es la gloria de los esclavos.
Más allá de siete fronteras, bajo la estrella de la mañana.
En el lenguaje del fuego, del agua y de todos los elementos.
Versión de Rafael Díaz Borbón
Un guardián de conductos de larga-distancia en el desierto?
Un equipo de un solo hombre para una fortaleza en la arena?
Quienquiera que él fuera. Al alba vio las surcadas montañas
El color de las cenizas, encima la fundida oscuridad,
Saturada de violeta, irrumpiendo en un fluido carmín,
Aún permanecerían, inmensos, en la luz naranja.
Día tras día. Y, antes que lo notara, año tras año.
Para quién, pensó, ese esplendor? Para mí, solitari0?
Aún permanecerá aquí por mucho tiempo después que yo perezca.
Qué es eso en el ojo de una lagartija? O cuándo fue visto
por un pájaro migratorio?
Y si yo soy toda la humanidad, existe ella a si misma sin mí?
Y sabía que no se acostumbraba pregonarlo, por ninguno de ellos
se salvaría.
Versión de Rafael Díaz Borbón
-Mi pasado es un estúpido viaje de mariposa en ultramar
Mi futuro es un jardín donde un cocinero corta el cuello de un gallo.
Qué tengo, con toda mi pena y mi rebelión?
-Tome un momento, uno exactamente, y cuando su fina concha,
Dos palmas reunidas, despaciosamente se abre
Qué ve usted?
-Una perla, un segundo.
-Dentro un segundo, una perla, en esa estrella salvada del tiempo,
Qué ve usted cuando el viento de la mutabilidad cesa?
-La tierra, el cielo y el mar, barcos ricamente cargados,
Mañana de primavera llena de rocío y remotos principados.
Maravillas desplegadas en tranquilo esplendor
Yo miro y no deseo porque me encuentro plenamente satisfecho.
Versión de Rafael Díaz Borbón
La hoja
separada de la rama
tirita tiembla
sólo cuando toca el suelo
se calma
Versión de Abel A. Murcia Soriano
Poemas cortosPoemas y poetas polacos
Un hombre mayor
levanta
un dedo que ha mojado con la lengua
mira
de dónde sopla el viento
después
se sitúa según la dirección del aire
y sale volando
no muy alto
no muy lejos
Versión de Abel A. Murcia Soriano