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Sara de Ibáñez

Sara de Ibáñez

Uruguay: 1909-1971

Poemas de Sara de Ibáñez para leer.

Soliloquios del soldado: Poema de Sara de Ibáñez en español fácil de leer

Sara de Ibáñez: Tiempo II (X)

¿Cuándo la rosa concibió este frío?
¿Cuándo esta leve sombra cazadora
afinó en mi garganta su rudeza
y me detuvo en la canción que llora?
¿Cuándo nació la pálida maleza
que enturbia el goce de su pulcra aurora?
¿Cuándo perdí su celestial privanza,
de sangre a sangre el nudo y la alabanza?

En vano retrocedo en la espesura
de rosa y brisa que en el canto sumo.
En vano desenvuelvo mis raíces
y asir mis ojos otra vez presumo.
Rosas como encendidas cicatrices
en sus intactas muertes hosco asumo,
y en dócil sucesión de aroma y fuego
el presente fantasma adoro y niego.

Llaga mi boca el inocente nombre,
con ambiguas arenas me aridece.
Y es ella, es ella la escultura briosa
que en mi lágrima fuga y comparece;
la misma que en hondura sigilosa
de las muertas praderas resplandece,
la rosa, rosa y rosa desmedida
cubriendo el mar y el agro en tarda huida.

El rumor de la nieve arruga el aire
y el aliento suavísimo encristala.
Crueles disfraces urden sus tesoros:
se quiebra en antro, se encabrita en ala,
o en brusca selva de volubles oros
dondoe borrado ya, mi pie resbala,
y preso inerme del feroz hechizo,
en ceniciento espacio me deslizo.

Poemas y poetas uruguayos

Sara de Ibáñez: Tiempo III (XV)

Tu aire esculpe el otoño en mi garganta.
La lumbre de las uvas montaraces
mis arriscadas vértebras levanta.

Dividio entre lágrimas rapaces
cruzo tus laberintos transparentes
empañados de perros y torcaces.

Palpo en tu rostro mis cenizas, claras,
mis pies vislumbro en tus cerradas fuentes.
Todo me nombra en cláusulas ardientes
y tú de toda puerta me separas.

En ti soy, de ti vengo, a ti me inclino.
Columnas son mis huesos de tu hoguera.
Sílaba de tu canto es mi camino.

Pero mi triste boca es extranjera
oh, duro reino, en tu solar divino.

Poemas y poetas uruguayos

Sara de Ibáñez: Trino y uno

II
Después de tantos mares donde se deshojaron
en otoños de espuma los leves rostros muertos
y fueron como sombras de incendiados marfiles
a plegarse en el fondo de dormidos espejos,
aquel sol de violetas y oro decapitado
que invadió sordamente la raíz de tu pecho
y trepó hasta tus ojos con moradas espinas,
y hasta tu voz con ácidos aguijones de hielo.

Y aquel canto bruñido por las lluvias del polen
se llenó de nocturnas mariposas sin sueño,
y el viento que jugaba por los altos vitrales
y entre los mirtos tuvo su casa de gorjeos,
resquebrajó el crestado recinto de tu audacia
y fue huracán golpeando tus árboles desiertos.

Mientras se despeñaban los altivos jardines
en un rescoldo amargo de melodiosos ecos,
en las duras florestas las tórtolas morían
ahogadas por un aire de serafines negros,
y cerraban sus párpados los olorosos claves
sellados para siempre por ruiseñores ciegos,
a orillas de la fiesta en que el centauro abría
como un rosario vivo su galope en tu verso,
entre escorias de cisnes y escrituras del frío,
sobre las tenebrosas arenas del desvelo
tú solo, tú en la isla, con las manos desnudas,
sitiada por la noche tu garganta de fuego.

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Visiones: Poema de Sara de Ibáñez en español fácil de leer

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