Poemas de Rogelio Guedea para leer.
no termino de acostumbrarme a ver mi casa
rodeada de tanta agua. me duelen los barcos de
cádiz. me duelen los pañuelos del adiós. extraño
los mercados de oaxaca. extraño a la tía tita. ¿te
acuerdas de la tía tita? por qué no la olvido. mujer.
por qué la tía tita viene como ola o viento fuerte.
como tiranía. por qué gobierna mi llorar. la tía tita
hace que me nazcan sombras. costras de amargura.
me alegra noches. me alegra tus manos tan lejanas.
lejos están tus manos. mujer. tus manos son como
milagros. tus manos me hacen saltar abismos. me
hacen matar. yo por tus manos podría nadar el mundo.
podría incendiar la soledad que cómo se me derrama
en esta noche.
Debo confesar que la he visto desnuda
dormir con la luz encendida
derrotada al fondo de la cama sucia
entre las colchas manchadas por pleitos anteriores
debo confesar que otras bocas han pronunciado
sus más austeras cicatrices
y se han burlado conmigo de todas las lluvias
que carga tan lloradas
y la han maltratado como a una perra sarnosa
debo confesar que también desnuda se levanta
para ir al baño
y lee las cartas que le escribo cuando no estoy
Cuando de algún modo me ausento
y la he encontrado en otros labios que descubro
por la calle
y la he besado en otros rostros ligeramente fríos
debo confesar que he salido a oscuras de su cuerpo
a cazar otros cuerpos
y en esos cuerpos sin lamentos ella está
más profunda todavía más cercana sin saberlo
como si esas voces que me llaman fueran distintas
amarguras
como si esa carne extraña conociera ya
el rumbo de mis manos.
Qué alegres las semanas y los días contigo
qué mar en calma eres cuando estoy
cuando acostados uno encima de otro me preguntas
algo que he olvidado
o te recuestas como sabes
y arrancas las costritas de una nostalgia
o de una lluvia triste como todas las lluvias
que hay en mí
qué alegre sabemos en una casa solos
en una ciudad
sin que el vecino se entere de que sufres
o gozas cortándome las uñas
y que tú y yo nos bañamos al amanecer
y hablamos de un cigarro
o de un botón
cuando alguien habla de la mujer
que ha regresado
qué alegre todo esto de no saber quién soy
sino por ti
de no saber si estoy contigo
que ahora me miras
para reconocerte
La quiero porque tiene una orquídea
en los ojos tristes
porque se levanta ausente de mí
y me recuerda
y yo me ayunto a su piel y la acaricio
me toco en la guitarra su canción
esa canción que hacía que ella por ella misma
caminara
sin necesitarme
sin pedirme una mano
sin mis ojos
ahora no puede respirar si del aire de mi aire
no le doy
si mis latidos no laten
ella no puede hacerse a la comida ya sin mí
no sale a la calle sin decir gordito ahorita vengo
voy por las tortillas
no me tardo
me espera con la luz encendida debajo de las sábanas
y cuando llego vuela de un aire a otro aire
brilla en la oscuridad como luciérnaga
se adelgaza y se agranda como un resorte vivo
la quiero porque a veces pienso que soy yo mismo
y a veces cuando va de visita con amigas
o la saluda aquel muchacho que la quiere aún
o todavía
lo mismo da
yo me descarno me rasguño me deshueso
y eso que pienso a veces
eso de que yo soy ella y ella yo conmigo
lo confirmo.