Poemas de Pablo Mora para leer.
Salve, mano, alfarera de mis versos,
por quien recobran mis sonetos vida
en el cuarto anular de la partida
y en el sexto pulgar de sus reversos.
Salve, meñique, y sus acentos tersos
y tú esdrújulo índice en salida,
donde cabalga siempre en embestida
la furia de mis ritmos circunversos.
Mis dedos, mis cordiales camaradas,
silenciosos orfebres de mis rimas,
se saben de memoria mi universo.
Tal vez cuando se escuchen las palmadas
con que llame la muerte allá en sus simas
esté mi mano componiendo un verso.
De Almácigo 6 En tiempo de Paz (1993)
ermitaño augusto
vigoroso camarada
esquiva naufragios y centellas
vuele libre tu alma centinela
Armémonos de nuevo contra la injusticia
Demos por sagrado el desorden de nuestro espíritu
por ineludible el insomnio y la noche que nos cruzan
Indispensable llegar a lo desconocido
Porque en el tiempo no fuiste un pájaro
sino un rayo en la noche de la especie
una persecución sin tregua de la vida
una raza que canta en la tormenta
relumbra vela brilla resplandece
para que el canto siempre permanezca
la vigilia que cuando un alma que en soledad vivía
quedó también en soledad herida
Nunca la soledad sonora fue más noche sosegada
que cuando aquella Esposa sintió que todos
mil gracias le fueron refiriendo de su Amado
Nunca el amor jugó mejor al escondido que cuando
aquéllos entre montes y riberas entre prados y verduras
anduvieron
Pastores huertos rosas flores prados
¿Acaso por vosotros ha pasado aquél que os decía
Decidle que adolezco peno y muero aquél
que andando enamorado se hizo perdidizo y fue ganado?
Nunca más el amor descalabrado que con
un no sé qué que quedan balbuciendo
Métele duro Juan de madrugada!
Métele firme Juan de Madrugada!
De regreso del campo, del Amparo
- fresco follaje que tocaba el cielo -
antes, mucho antes de llegar a casa,
pasábamos, silentes, por Palermo.
Para mí, Palermo era pura luna
- mansa finca dormida en la floresta - .
Desde Los Alpes nunca fui a Palermo
mientras Palermo me llevó a la luna.
Perfectamente yo podría decir
que, niño, Pablo visitó la Luna,
que de Palermo viene su locura.
Si no, de aquellos duendes que una tarde
me dijeron - saldrían de la huerta
sin que nunca en la huerta aparecieran.
Hoy entreabrí la puerta de la infancia
con la nostalgia vuelta hacia la cuna
y no encontré ni un rastro de la luna
que ayer nomás iluminó mi estancia.
Hoy me inundó la mar de la distancia
al evocar mi vegetal laguna
y en la vieja resaca una por una
fue anclando sus pisadas mi inconstancia.
Hoy me perdí en las ruinas de mi ayer
en busca de un alero, de un cimiento,
de un mango, un cafetal o mi nacer
y al verme en los umbrales de mi aliento
honda desolación cruzó mi ser:
oí que sollozaba mi lamento.
el aire es quieto y de una contenida tristeza
Vallejo dice hoy la Muerte está soldando cada lindero
a cada hebra de cabello perdido desde la cubeta de un frontal
donde hay algas toronjiles que cantan divinos almácigos
en guardia
Nunca sino ahora supe que existía una puerta
otra puerta y el canto cordial de las distancias
¿ Hasta dónde me alcanzará esta lluvia?
Canta lluvia en la costa sin mar!
Cae agua de revólveres lavados!
Todo aparentemente sigue igual
Varios días el viento cambia de aire
En la cárcel con sueño de esperanza
estará nuestra sombra cuestionando
Amplio solar de pena y amargura,
recinto para el llanto y la alegría,
larga tonada, larga travesía.
Viejo estribillo en clave de ternura.
Duro aguijón para la suerte dura,
ardua vereda la de cada día,
ancho portón para la misma vía,
hondo estallido en tiempo de premura.
Ruta sin fondo en la lejana infancia,
donde el azul peregrinaba un día
sin darnos cuenta de su gris fragancia.
Lanza en ristre, con firme rebeldía
va nuestra vida en fúlgida arrogancia
componiendo su propia sinfonía.