Poemas de Pablo Mora para leer.
limpiar el poder cuando corrompa
vigilar mientras todos duermen
unir lo posible con lo imposible
mantener abierta la palabra
sacar la flor de las cenizas
llevar el infinito a cuestas
salirle al paso a la mirada
alentar todas las formas
alumbrar la maravilla
encender relámpagos
asombrar al tiempo
descubrir el secreto
sentir las sombras
fundar los sueños
salvar al hombre
amar al viento
decir verdad
seguir puntualmente al sol
sentarse en el lugar del hambre
acordarse del viaje hacia la sombra
dar tiempo al camino a que regrese
despertar a latigazos el silencio
mantenerse como un latido
llevar a peso las palabras
reinar sobre la muerte
revivir cada día
salvarse juntos
festejar la vida
cambiar la vida
transformar la vida
asolear la eternidad
hacer más vivo el vivir
llegar vivos a la muerte
hacer buena la palabra
hacerla arado paz combate
furente empuñada inextinguible
dar con la antigua huella de la paz
con los nuevos caminos de la aurora
salvaguardar al hombre que florece
la trocha que nos lleve al alumbraje
Empezamos midiendo con la mano
el patio, el cielo de la antigua escuela;
ahora solamente sopesamos
el llanto de la muerte en pie de guerra.
Cuando niños jugamos al castillo,
los sueños se mecían en las sienes,
diciembre - lumbre en colosal niñura - ,
algo mejor para el mañana ignoto.
De nuevo niños - el reloj del tiempo - .
¡Que nunca se nos nuble el horizonte!
¡Que nunca más la nieve se enrojezca!
Ante el niño fundido en la trinchera:
¡Menos fuerza, Señor, para la guerra
y más valor para fraguar la paz!
Errabundos, soñamos con la Paz. Mientras la creación entera gime y siente dolores de parto. Mientras el Espíritu aboga por nosotros con gemidos inefables. Confiamos en la esperanza desconocida. A pesar del invasor, de la destrucción, del fuego, del asolamiento; del desarraigo, del exilio, de la cárcel, de las cadenas y los azotes; surgidos del filo de la aflicción, desbarataremos los campamentos del enemigo, libraremos nuestra vieja casa, dejando a la 'ramera' desolada, desnuda, devorada por el fuego. Daremos con nuevo cielo y nueva tierra para la harina de la casa.
De entre el herbaje naceremos. De la desesperación, del fragor de la batalla, a muerte condenados, entre tempestades, descubierta el hambre, naceremos a la vida, daremos, Manuel Felipe, 'con el viejo patio de la vieja casa, donde un árbol, único entre los árboles de la casa ya muerta nos espera, solo entre zarza herida, olvidado de todos, simple memoria viva, profunda de la tierra'.
A pesar de la noche de la guerra, como gota de lluvia deshojada, la sombra de una casa aguardará al pie de un árbol encendido en llanto.
y nos volvimos vagabundos
Apoyamos las palabras sobre la sangre
Cargamos los dados en la apuesta
Arrestamos al viento al sol las mariposas
Supimos del alma del silencio
de la piedra que alguna vez fue estrella
del sagrado terror de la locura
Fuimos un retrato del alma de la tierra
Dejamos pasar la noche por encima de nosotros
mientras las islas no se cansaban de bañarse
Nos hicimos a la lluvia
Matamos la tristumbre
Rompimos alfileres paraguas y repisas
Inventamos ratos penas alegrías y tardanzas
Echamos un vistazo al mundo
Nos provocó quedarnos solos en la tierra
Faltó ponerle trampas a la muerte
De Asombro al descubierto (1996)
Se levantaban juntos
Pasaban el día juntos
Leían juntos
Uno acero y plata
El otro tez olivácea
barba negra nazarena
ojos oscuros y hundidos
árabe ancestro de andaluza estirpe
Hasta que un mediodía uno de ellos estuvo muerto
y por la cuadra en silencio revoloteó
una bella mariposa de tres colores
Dicen que ahora se les ve
muy de tarde en tarde y de noche en noche
en una isla espiritual caída del cielo
protegiendo el corazón de sus auroras
templándole la cuerda a la esperanza
la noche que nos cruza
Acaso brille un lucero a la intemperie
Acaso algún horizonte vista claridades
Tal vez afuera lejos de la tierra
Somos otros en despiadada espera sostenidos
El canto está apagado su ojo insomne
inmenso insomne párpado nocturno
Defendamos con urgencia los fueros de la vida
amenazada
Se necesitan palabras que golpeen
fuego que haga visible el ramo del primer sol
esa mujer desconocida que es la nochepoesía
la más larga y gozosa de las noches
Como un árbol al pie de la tormenta
en vela con la lira de su insomnio
ven a sentarte en el lugar del grito
ven a mirar el tiempo que comienza
ven conmigo a esperar la clarinada
la memoria y certeza de estar vivos
El luto humano anuncia grandes cementerios bajo la Luna. O bajo los soles de arena y viento, donde los seres de este mundo asistimos a un nuevo Apocalipsis.
Sombrío señorío sobre la vida y la ilusoria paz, el exterminio de todo lo que suspira y palpita, en soledad, en multitud, por mar, aire y polvo, en cita atroz.
Ya no somos lo que somos. Ya no hablamos por nosotros mismos. Ya piensas como ellos. Tienes la libertad que ellos te permiten o te dan. En sus manos está el salvoconducto. Está la muerte, la bola negra. Tu palabra la detendrá la maquinaria de los imperios.
Ya no somos lo que somos. Somos lo que ellos quieren que seamos. Desde las orillas del mundo, nuestra palabra corre el riesgo de no ser. El gran dilema, ser.