Poemas de Nancy Morejón para leer.
Sobre el poeta Nancy Morejón [occultar]
Su obra ha sido traducida a múltiples idiomas y sigue siendo un referente en la literatura contemporánea caribeña.
Todavía despoblada,
brillando en el corazón sin habla
de la peregrina,
entro hacia tus corrientes
sumida por ahora bajo las presiones
de un golfo mudo
que toca el fondo de las islas.
Un mono pequeñito
asoma sus ojazos de lechuza intranquila
y acecha en la penumbra la sombra de la Reina;
monito vivaz
como un colibrí chiapaneco.
Y un gavilán levanta vuelo.
Transcurren las horas
como un agua tibia que saltara entre piedras,
ante cada puerta vieja,
ante cada umbral de humo,
entre vitrales cenicientos y rejas escondidas,
destartaladas,
enrojecidas por el sano viento del Prado.
Y rueda la mañana
para que esta peregrina vaya recorriendo
la estrecha y larga calle habanera que llaman
Apodaca.
(Inédito)
Suelta mi trenza
para que dance
en el mojado viento...
Vuela, bailotea,
con asustadas alas
y al revolotear
revela su origen africano.
Mi cabellera crespa
trae un furor,
un oleaje,
un ancestro
que viene desde lejos.
Aquel brillo tan negro
arrastra códigos milenarios.
Detrás de estos rizos
con su voz quebradiza
asoman mis abuelos.
Poemas cortosPoemas y poetas cubanos
Cuando miro hacia atrás
y veo tantos negros,
cuando miro hacia arriba
o hacia abajo
y son negros los que veo
qué alegría vernos tantos
cuántos;
y por ahí nos llaman 'minorías'
y sin embargo
nos sigo viendo
Esto es lo que dignifica nuestra lucha
ir por el mundo y seguirnos viendo,
en Universidades y Favelas
en Subterráneos y Rascacielos,
entre giros y mutaciones
barriendo mierda
pariendo versos.
Nada más que una marimba,
un guasá, un bombo
y la astilla de un grito
para poner el cielo
al nivel de mis pies.
Sube un temblor
asentado
en la raíz misma
de mi ancestro.
Poemas cortosPoemas y poetas cubanos
El frío cala los pies
y esta premura de la rosa
nos conmueve, al nacer.
Estamos en una presa de trentaidós kilómetros
y los papeles del universo giran
ante esas hojas de flamboyán
que dan sombra en verano.
Los enamorados se tumban en el sol
sobre el suelo de un yate,
mientras respiran con válvulas mojadas
por el soplo del mar
que viene del Sur.
Entra una brisa tímida
y nuestra oreja ríe para la eternidad.
Poemas cortosPoemas y poetas cubanos
Camino sobre el río.
La luz del sol alumbra suavemente.
Mecida por un haz de extrañas flores,
lianas, peces y algas, voy bogando.
Una fuerza me empuja y no lo sé.
Un marino de cobre me contempla desnudo.
Mecido por un haz de extrañas flores,
voy bogando entre peces, lianas y algas.
Estamos, lado a lado,
mirando hacia la orilla.
Unas mujeres hablan. Otras mujeres cantan.
Tú y yo, marino, nos dejamos llevar,
nos dejamos llevar.
Camino sobre el río. Caminas sobre el río.
Aquellos ojos nos señalan,
sus pupilas desprenden el fuego más profundo.
Una fuerza me empuja y no lo sé.
Una fuerza del agua nos arrastra.
Allá vamos hundidos,
allá vamos hundiéndonos,
allá vamos, hermosos,
entre las dulces aguas del río.
Mi madre no tuvo jardín
sino islas acantiladas
flotando, bajo el sol,
en sus corales delicados.
No hubo una rama limpia
en su pupila sino muchos garrotes.
Qué tiempo aquel cuando corría, descalza,
sobre la cal de los orfelinatos
y no sabía reir
y podía siquiera mirar el horizonte.
Ella no tuvo el aposento del marfil,
ni la sala de mimbre,
ni el vitral silencioso del trópico.
Mi madre tuvo el canto y el pañuelo
para acunar la fe de mis entrañas,
para alzar su cabeza de reina desoída
y dejarnos sus manos, como piedras preciosas,
frente a los restos fríos de enemigo.
Entre la espuma y la marea
se levanta su espalda
cuando la tarde ya
iba cayendo sola.
Tuve sus ojos negros, como hierbas,
entre las conchas brunas del Pacífico.
Tuve sus labios finos
como una sal hervida en las arenas.
Tuve, en fin, su barbilla de incienso
bajo el sol.
Un muchacho del mundo sobre mí
y los cantares de la Biblia
modelaron sus piernas, sus tobillos
y las uvas del sexo
y los himnos pluviales que ancen de su boca
envolviéndonos si como a dos nautas
enlazados al velamen incierto del amor.
Entre sus brazos, vivo.
Entre sus brazos duros quise morir
como un ave mojada.
Los ojos de Abel Santamaría
están en el jardín.
Mi hermano duerme bajo las semillas.
Santiago alumbra
las frescura del tiempo
que nos tocó vivir.
Un niño baila
el dulce aire de julio
en la montaña.
Alguien escucha su canción
bajo el estruedo puro
de una rosa.