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Luis Antonio de Villena

Poemas de Luis Antonio de Villena para leer.

Un cuento en azul: Poema de Luis Antonio de Villena en español fácil de leer

Luis Antonio de Villena: El desterrado

El cuerpo envuelto en un gabán azul, muy ancho;
la corbata cuidada, y alborotado el pelo por el viento
de tarde, pasea el hombre solo, por una gris ciudad,
hurgando en sus bolsillos cigarrillos rubios y cerillas malas.
Se sienta en los cafés, y bebe mucho; acaso lee
un periódico sin ganas, mientras mira y le rondan ideas,
casi siempre extrañas. Habla, quizá, con alguien, un momento,
pero semeja ausente la sonrisa forzada. Se va deprisa,
y caminando, llega a tabernas o clubs de peor laya,
donde de nuevo bebe, y entre una torpe música, un instante
le embriaga una piel inmadura, que la vista descansa.
(Dulce cuerpo floral, incipiencia suave donde habita la gracia.)
Unas palabras luego. Y medio ocultas citas, ahora o mañana.
Entrada ya la noche, con demasiado alcohol y el humo del
tabaco
pegado entre las manos, abrirá la puerta de un piso frío,
vacilante, con libros y papeles en desorden y botellas gastadas.
y allí, tumbado en un sofá antes del sueño -escuchando las
violas
de Rameau en el aire -sentirá ese hombre solo brotar lágrimas.
Ha visto aproximarse al fin (hoy también) el Angel imposible
que le salva.

Poemas y poetas españoles

Luis Antonio de Villena: Dominio de la noche

El cabello se esparce suavemente en el lino,
como un mar que es el oro si despacio amanece.
Suavemente se pliegan las pestañas, y los
besos se duermen en los labios y respiran flores.

Ignora la cintura que es sagrada la mano
que recorre las piernas y sus bahías dulces,
la extensión marina del lino que se tuerce,
las playas invisibles de la espalda. Todo ignora.

Y otra mano se expande así, muy quedamente,
y al moverse, el impulso descubre más ocultas
dulzuras, Besos. Deseos. Amor. Ignoradas bahías.
Duérmese. Y yo miro dormir tu joven negligencia.

Poemas y poetas españoles

Luis Antonio de Villena: Emblema sobre un tópico antiguo

Me gustaría invitarte una noche (y aún lo espero)
a charlar, para que te vieran, y a tomar una copa juntos.
(Porque es emocionante discurrir junto a un cuerpo tan hermoso
y tan joven, y verlo con deleite, sin prisa, y que lo crean tuyo.)
Y cuando el camarero nos tendiese la copa, exuberante,
grata, y colmada de algún licor entre el hielo y el oro,
a la luz íntima y brillante de las lámparas, Vitucho,
te diría: ¿La ves? Fulge el cristal, y el licor rebosa.
Tras un breve rato, aún en plena noche, estará vacía
y sucia. Las huellas de los dedos pegadas al vidrio. Ida.
Y te diría que tu adolescencia es, ahora, como esa copa
rebosante. Te lo diría, y te miraría y esperaría que entendieras.

Poemas y poetas españoles

Luis Antonio de Villena: Epinicio

Salta al aire, y arde al sol en un brillo encendido.
El músculo se estira victorioso. Ondea el pelo rubio,
y bailan sedas de agua sobre una piel de oro.
Bulle un río, y el cuerpo es la sed de una batalla.
Los brazos se alargan, y las piernas armoniosas
y brillantes. Se cierra un bosque al cerrar los ojos.
Cantan las manos. El cuerpo adolescente reta al aire.
Como un himno se eleva la figura, y se ondula.
El pelo nada, la piel seduce al ámbar, y el impulso
se transforma en joven música encendida. Salta ahora.
Y es todo victoria. Quien saltó y quien baja es otro distinto.
Y va más allá el milagro porque es otro el que mira.

Poemas y poetas españoles

Luis Antonio de Villena: Una escena del mundo flotante

Fue, en cierto modo, una historia trivial.
Yo tuve, hace años, algunas parecidas.
Si acaso, aquí no era común su insólita belleza,
ni tampoco su bondad, su grata camaradería.
Lo había mirado varias veces, en ese tiempo
en que la noche era para mí como una caja de sorpresas.
Alguien -no sé cómo- nos acercó un día
en un barito de esos, en calleja pobre y mal estilo
inglés... (Un lugar, incluso hoy, para el desdén absoluto
de la burguesía.) Y todo fue fácil y en seguida.
Tomamos una copa, repasamos los sitios
en que sin duda, días atrás, nos habríamos visto,
y un rato después entrábamos en una cama fría.
Pero era tanta su belleza, había tanta perfección
y calor en su joven cuerpo colmado de delicia,
que recuerdo que al meterme en sus brazos,
al besarnos, y sentir el tacto de su piel total
por vez primera, me estremecí absolutamente,
y me dije que sí, que era verdad, que estaba allí,
y que su boca, su cálida boca, buscaba la mía...

Poemas y poetas españoles

Filósofo de Cirene enamorado del amor: Poema de Luis Antonio de Villena en español fácil de leer

Luis Antonio de Villena: Hécate divina

Es un sueño. Y en el sueño (que es despertar abrupto)
hay un amigo antiguo, ahora ilustre,
con gran batón barroco
en barcas que figuran el río del adiós
o del olvido...
Ese amigo ha traicionado la moral que quiso.
Ha traicionado, en el altar del sol,
los fuegos de la luna que quisimos,
fuegos fríos de dioses antinormativos,
dioses del no, del nunca, dioses rebeldes, vivos...
¿No fue nunca mi amigo en su verdad lunar?
¿Fue sólo ocasional su luna?
¿O es la traición -incluso la más simple-
corrientísima moneda de la vida?.
Éramos, no somos.
Sólo un trecho caminamos con alguien.
El camino, frecuentemente, se hace sólo,
y cambian, mudan las fugaces
y dulces compañías...
¿Traición o imposible?
Yo no sé si existe la amistad
y muchas veces dudo del camino y la meta...
Pero nunca he dudado de la luna y la noche.
De sus dioses salvajes, rebeldes, juveniles...
(Incluso cuando no sabía).
Sólo he querido la ley contra la Ley.
Sólo he querido rehacer el mundo.
Sólo la radical desobediencia.
(Pese al río que pasa y que es constante olvido).

Poemas y poetas españoles

Luis Antonio de Villena: Infancias y suicidios

Sí, claro que pensé en el suicidio. Tenía dieciséis años
y habían logrado -tras un aparente primera felicidad-
mancharme de mí mismo hasta lo abyecto...
Ser como era me condenaba, me hundía.
La verdad es que antes, cuatro años atrás,
ya podría, consecuentemente, haber pensado en desaparecer.
¿Me salvaron los libros, la fantasía, los sueños?
¿La falsa maravilla acaso con que pensaba edificar mi vida?
Todo me condenaba. ¿Lo sabías?
Pese al silencio, pese a las ofensas, pese a la oscuridad
tan sola, llegué a pensar en el suicidio.
Es extraño que lograra sobrevivir.
Lo pienso ahora, lejos. Insólito haber llegado acá,
Si bien se mira.
Algunos también como yo, se ahogaron casi en sus islas.
Alguien me dio el nombre y la seña salvadora:
los proscritos tenemos también un reino.
La seña de Caín. Algo parecido.
Los deshauciados por el infame reino del Bien.
En los ojos un vago nublo de melancolía...
Acaso me lo dijo el decadente, sólida y rotunda efigie.
Somos tu mundo. No estás solo.
El reino de los réprobos. La raza de los acusados.
¿Te acuerdas?
Saberme en el mal
me devolvió entonces a la bondad de la vida.
Del suicidio no quedó, lógicamente,
más que una notoria disposición a la bruma
y la fraternal nostalgia hacia todas las caídas.

Poemas y poetas españoles

Luis Antonio de Villena: Inténtalo, sensitivo

Si me lo hubieran descrito, hubiese dicho
no, no se puede vivir ahí. La oscuridad que hay
dentro quiere destruirte. Y el desprecio,
la desgana, la fatalidad buscan la muerte.
Claro que tampoco quieres morir, o no exactamente
morir, cesar acaso. Porque es muy difícil vivir ahí.
Los pensamientos te tambalean. Se despeñan.
Gesticulan. Golpean contra ti. Buscan herirte
fingiendo otras destrucciones. Tu pensamiento
se vuelve violento, paria, obtuso, y quiere,
quiere morir, o no exactamente, cesar. No se puede
vivir ahí. Un yermo. Ajeno al aire. Poca la luz.
Ajeno al movimiento. Sin gozo, sin voz casi,
con luces agrias. Si te lo describo con imágenes
de delirio y pesantez: No, no se puede vivir ahí.
El dolor es un país inhabitable, que
está habitado. Y cuantos recorren ese país
-por un mismo camino- viajan solos...
No se puede vivir. Voy caminando.

Poemas y poetas españoles

Luis Antonio de Villena: El invierno de la edad media

Desaté tus sandalias
y te besé los pies. Fríos, estaban fríos
y hermosamente rojos de la nieve.
Tumbados junto a un fuego de encina,
entre ese olor vegetal y cálido del mundo,
oíamos a los monjes cantar salmos, muy oscuramente...
¡Tu cuerpo hermoso! ¡Cómo besé tu cuerpo,
tan blanco, dulce y fuerte, mientras te entredormías!
Tragué tu sexo entero.
No podía olvidar que caminábamos juntos, flagelantes,
hacia el perdón y hacia la penitencia...
El silencio parecía un gigante
y el rezo de los monjes el retumbe de un barco en la galerna.
No sé si me decías:
¿Estamos cerca ya del final de los tiempos?
Tu cuerpo de tan recio me parecía dulce.
Dulces fríos tus pies. Dulce tu axila.
Tu cuerpo, con el sayal subido.
Tu cuerpo erecto allí.
No sé adónde íbamos. Era el más duro invierno.
La nieve más profunda. y la voz de los monjes
retumbaba en la piedra.
La música -dijiste- la música...
Tus labios eran rosas, suavemente rojos
como tu dulce cuerpo...
Hermano mío de tiempo y penitencia.
¿Qué hacemos los dos juntos? ¿Dónde vamos?
¿Dónde nos lleva el miedo? No es la peste, no el hambre.
El viento ruge en el claustro de piedra.
Los monjes cantan en plegaria de sombra.
Estamos solos, tú y yo, hermano. Solos...
Es una Edad media interminable. Fuego ahí, en la noche oscura.

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El joven de los pendientes de plata: Poema de Luis Antonio de Villena en español fácil de leer

Amado NervoFederico García LorcaGabriela MistralGustavo Adolfo BécquerJorge Luis BorgesLuis de GóngoraMario BenedettiOctavio PazPablo NerudaRosalía de CastroSan Juan de la CruzSor Juana Inés de la Cruz