Temas Poetas

Juan José Vélez Otero

Juan José Vélez Otero

Poemas de Juan José Vélez Otero para leer.

Juan José Vélez Otero: Foto del 63

Hay una luz de claustro en esta foto,
de soledad de esperma
y de locura, una luz
de tormenta de otoño
y de colegio de fantasmas.

Hay un niño y un mapa
y una bola del mundo
que lleva años enteros
girando en un cajón oscuro.

Hay una sonrisa de metal helado,
de mercurio de termómetro difunto,
un humo de alquimista
sonámbulo y misericorde
que se forja en el frío
de los muertos en vida.

En esta fotografía
hay cristales rotos de un sueño diezmado
y espumas olvidadas de una playa distante.

Un suicida
podría haber escrito en su reverso
la despedida solemne y temblorosa
del cansancio y la duda.

Mientras, el niño sonríe
completamente ajeno al espejismo
donde se iban formando en silencio
las larvas venenosas de la nostalgia.

Poemas y poetas españoles

Juan José Vélez Otero: Foto de cumpleaños

Un plato de cartón y siete velas
en la sala de estar de la memoria,
siete años de luz en una tarta
humilde, escueta y pobre como un nido.

Mi madre junto a mí, detrás mi padre,
y mis hermanos, ángeles de invierno.
Allí estoy yo sentado y sonriendo
al futuro que ahora me contempla.

Callado estoy, con unos labios frescos
y unos ojos que ya no son los míos.
¿Qué tábano me hirió en el entrecejo

y me dejó a merced de la tristeza?
Esta foto me duele como un cáncer.
Voy a acostarme pronto a ver si sueño.

Poemas y poetas españoles

Juan José Vélez Otero: Ya lo sé. No hace falta.

YA LO SÉ. NO HACE FALTA que me escribas postales,
ni me envíes esquejes de cristales oscuros.
Hace tiempo que vivo con mis libros a solas
y me invento aventuras en las islas lejanas.

Ya lo sé. Bebo mucho y redacto poemas
que se van al olvido en cajones helados
donde guardo la magia de las nubes de invierno
y una bruma arenosa de veranos difusos.

Aún conservo el espejo que en las tardes me habla
de pezones rosados y caderas fugaces.

Tengo mapas guardados de tesoros deshechos
y las llaves del frío las escondo en el alma,
como éstas que abren el caudal de los versos
y el espectro agotado de cenizas furtivas.

Te olvidaste un pañuelo y una blusa de encajes
en el cuarto de baño, y una barra de labios
me dejaste en la silla donde nadie se sienta.

Ya lo sé. No estoy solo. Tengo aún la memoria
y una voz que dispersa sus espumas al viento,
y unos versos ahogados en un mar de abandono,
y unas pálidas manos que acarician mis horas.

Ya lo sé. No hace falta que me escribas postales,
ni me envíes las fotos de los ecos de un cuerpo.
Tengo flores de sombras en jarrones sin agua
y un sabor en la boca a cadáver hermoso.

Poemas y poetas españoles

Juan José Vélez Otero: La herida

Hoy puedes constatar que estás herido,
que las moscas nocturnas del fracaso
han vuelto a colocar sus huevos tristes
en la carne sin luz y sin codicia.

A golpes de invención vives la vida,
descalzo de verdad y repudiando
la esclavitud del aire en los arcones,
la incierta vocación de las veletas.

Convives con el vértigo, el asedio:
el tránsito veloz de los deseos
jamás cumplidos en la edad vibrante.

Hoy puedes constatar que estás herido;
te inventas evasiones más propicias.
Lo mejor te ocurrió siempre en los sueños.

Poemas y poetas españoles

Juan José Vélez Otero: La hueca soledad de ruinas calladas

Ser poeta no es una ambición mía.
Es mi manera de estar solo.
Alberto Caeiro

La hueca soledad de ruinas calladas
que se acuesta en las tapias de las casas caídas
por el viento de siglos y las lluvias tenaces,
la misma soledad de búcaro en invierno
que ha llamado a mi puerta y me espera paciente,
sabe bien que es eterna tentación en la umbría
de los muros vencidos que ya nada resisten.

La sorda soledad que conozco hace tiempo,
que ha vivido conmigo en ciudades diversas,
en diversos recintos acotados al musgo.

La soledad desnuda, de pechos prodigiosos
y tentadora boca que llevan al olvido,
la soledad amante, puta súbita y bella
en los vidrios sin brillo, en el cáliz gozoso
de abandono lascivo, ha llamado a mis huesos
y me pide cansancio, y me ofrece un celeste
relicario de sombras.

Soledad o clemencia,
sucesión de los días por las aguas dormidas.

Tomaré la tristeza que me ofrecen sus pechos,
volveré hasta el aljibe de los pájaros dulces,
al incendio de chopos amarillos del alba.

Poemas y poetas españoles

Juan José Vélez Otero: La huida

Libertad, para mí, quiere decir huida.
Joan Margarit

Se le vio partir y atardecía
por el camino blanco y solitario
que conduce al silencio de los planetas muertos.
Un atlas bajo el brazo, y le seguía
como un perro cansado y distraído
la sombra fiel de la tristeza.

Detrás dejaba toda la ceniza,
un columbario –sueños aún calientes-
abandonado en la luz pálida de la tarde.

Se le vio partir. Hacía tiempo
que, absorto, preparaba la maleta
pero esta vez no echó recuerdos de la infancia
ni las fotos prodigiosas de una primavera,
ni los discos, ni las gafas, ni los libros,
ni el diccionario en blanco de sinónimos de la felicidad.

Estaba anunciada ya la huida.

Nunca fue allí lo que quiso.
Lo tuvo todo, pero eso
es diferente. Nunca vio el mar;
por las noches lo oía. Avaramente
hacía recuento reiterado del tiempo:
un vacío rotundo de aire en la memoria.

Se le vio partir
y perderse diluido en la niebla amarilla.

A nadie dijo adiós.
Sólo dejaba
un último verso escrito por las tapias:
Están maduras ya las uvas del pasado.

Poemas y poetas españoles

Juan José Vélez Otero: La luz de cada día de nuevo en la ventana

La luz de cada día de nuevo en la ventana
hiriendo con ventosas los pechos de la aurora,
vaciando de silencio las sábanas del sueño
con trompetas heladas y teclas invisibles.

La luz. Y las maletas detrás de los portales
como perros sin dueños esperando acomodo
en los trenes que arrastran por el hielo los pasos
que conducen al frío temblor de los andenes.

La luz de cada día de nuevo en las ventanas...

La bruma arrinconada detrás del horizonte
espera la llegada constante de los trenes,
y los postes del tiempo, fugitivos espejos,
recorren las lucernas de mis ojos atónitos.

Poemas y poetas españoles

Juan José Vélez Otero: Magnolias en mis sábanas dejaba

¿Cómo era, Dios mío, cómo era?

J.R. Jiménez

Magnolias en mis sábanas dejaba,
magnolias, azahar y labios duros.
Sus senos, de la tarde flor dormida,
aroma de amapolas y cerezas,
temblaban en mi boca, entre mis dedos.
Magnolias y sabor a playa y barro,
a sol y arena, hierba y gorriones.
Oh, cómo retornar ya a este vacío
la luz de la alborada por sus ojos,
el vino de su piel y su cabello.
Magnolias en mis sábanas dejaba,
su cuerpo de clepsidra y su alma nueva.

Poemas y poetas españoles

Juan José Vélez Otero: Mal día

Hoy, como siempre,
puse todas las esperanzas
en que los dioses me fueran favorables.
Hoy que amaneció lloviendo, hoy
sin paraguas, hoy
que alimenté todas las ilusiones.
Hoy que salí acicalado
porque no volvieran a irse de fiesta sin mí.
El presagio empezó a insinuarse, hoy,
cuando puse la radio al levantarme
y apareció una niña cantando
de pata negra. Hoy
que la guerra sigue sin terminar
y el hombre sigue amando
el color de la sangre, la resina del odio,
el hedor de las desdichas. Hoy
el autobús ha pasado dos veces completo.
Hoy la planta carnívora del deseo
ha vuelto a morderme el corazón.
Entré en el supermercado, hoy,
y han vuelto a subirme el whisky.
Hoy me siento más fracasado que nunca,
el cartero ha pasado de largo
y tú no piensas volver. Hoy
paseo de nuevo solo por las calles.
Hoy sigo defendiéndome de mí,
de ti, de la tristeza.
Hoy de nuevo he perdido la partida,
y son las horas muy largas,
y no he leído ni un verso,
y he despistado a las musas, y tengo la sangre quieta.
Hoy ha faltado la alumna que me gusta,
y ha oscurecido pronto,
y he vuelto a casa un poco triste.
Estaba la sala sola, desnuda y fría
y el servicio contestador de Telefónica
me informa de que no tengo mensajes.

Poemas y poetas españoles

Juan José Vélez Otero: Monólogo

No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas
Oliverio Girondo

Otra vez buenas noches.
Hazme un hueco en mi cama,
un lugar junto al sueño
entre las sábanas lúbricas del silencio.

He pasado la tarde leyendo a Girondo,
contemplando la lluvia detrás de las ventanas
caer como plumas calladas del otoño.

Las arañas ya duermen
en los turbios rincones
de esta casa sin muebles,
y yo vengo dichoso,
y me pesan los ojos.

Sigue sonando la lluvia
y hay goteras antiguas
detrás de las cortinas;

un tambor de pétalos empapando la tierra.

Soy feliz como un viernes al abrigo de un puerto,
como un libro plagado de palabras brillantes.

Mañana, ya mañana,
seguiré esperando no sé qué, esa espera
interminable del huérfano de suelo,
del viajero del tiempo
que ignora su destino.

Ya no sé si soy yo
o el fantasma oxidado de mi nombre en el agua
quien pronuncia estas palabras huérfanas.

No me apagues la luz,
soledad. Buenas noches.

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Juan José Vélez Otero: Como la nieve quema

Quema la soledad como la nieve
quema, como el transcurso de la noche
hiere. Con las aristas de tu hielo
he forjado una estatua en el insomnio.

Una vez más, sin ti, mi amor, la noche
ventisca es de este sueño que no llega.
Todo es sombra sin voz, sin la memoria
futura que aguardaba de tu carne.

Qué frío es el lugar donde la fruta
cedió su dimensión a los carámbanos.
Espero, y sé que nadie ya me espera.

La vida es esperar sin fundamentos;
desnudo bajo el cielo de tu ausencia
qué frío estoy pasando, amor, qué frío.

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Juan José Vélez Otero: Esa noche bailaron el vals de la ternura

Esa noche bailaron el vals de la ternura
en la casa habitada por recuerdos y cactus,
el vals que sólo bailan los cuerpos solitarios.
Decoraron la mesa con flores encarnadas
y brindaron con besos en las copas antiguas.

Bailaron esa noche un vals hasta el desmayo.
Apagaron las luces y sólo las farolas
testigos fueron albos detrás de las ventanas.

Se pusieron los trajes de los días de fiesta
y bebieron la dicha de los peces del alba.
Y mecieron sus cuerpos como tallos dormidos
en los brazos borrachos de dulzor y diamantes.

Bailaron desde el sueño el vals de la ternura,
tuvieron en la boca las uvas del estío.

En el patio la noche les olía a mimosas
y tomaron la senda de la aurora de mayo
dejando la tristeza desnuda en el armario.

Cogidos de los labios huyeron del escombro.

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