Temas Poetas

José Antonio Cedrón

Poemas de José Antonio Cedrón para leer.

José Antonio Cedrón: El espacio sombreado

Sólo hay un hombre que habla de otras cosas.
Por ejemplo hay un hombre que habla de una calle
de un apellido suyo que llegó en algún barco
de una mujer morena que se perdió en su almohada
de un líquido morado que en sus alas
llega como una carta hasta su casa.

Nada que ver aquí con ningún cuento
nada que ver aquí con el hombre que sueña
nada que ver con mensajes cifrados
con el río marrón ni con el humo.

Sólo hay un hombre que habla de otro pueblo
sólo hay un hombre solo debajo de las palabras
sólo hay un hombre solo entre los ruidos
de unas puertas cerradas por la fuerza
de unos ladrillos truncos conque niega.

Por ejemplo hay un hombre y la serpiente
un hombre y la serpiente en otro clima
un hombre y la memoria conque afirma.
Por ejemplo la noche y el cielo
ya no están estrellados
ni los astros azules tiritan a lo lejos.
Sólo hay un hombre solo en la galaxia.

Poemas y poetas argentinos

José Antonio Cedrón: El lugar de los hechos (I)

En la plaza, con ojos de carnero, tocamos las
mujeres que luego se desnudan para los debutantes
en las piezas del fondo de los conventillos.
Y esa mujer que mira con unos ojos que durarán
por años, se puso boca arriba tomando uno por uno
los temblores, como si se iniciara un nacimiento,
para irse muy tarde con el bolso apretado debajo de
sus brazos, escondiendo la cara y el miedo a
nuestro miedo. Debió quedarse allí
con su otra boca, pero estaba tan lejos.
Sólo su sentimiento refleja en el cristal
al ladrón inexperto de su antigua salud
esa mujer y oficio que el tiempo hizo de humo
sustancia o rara cosa boyando en un costado.
Por algo la memoria voltea a esa ventana al correr
de estos años en que mi tía grande va a morirse
sin haber pasado ningún escollo
más que las enfermedades de la infancia
y una miopía que lleva tres generaciones
incluyendo la mía que, en todo caso,
no quiere morirse de miopía.

Poemas y poetas argentinos

José Antonio Cedrón: El lugar de los hechos (II)

Llovieron muchos años de este lado
y la humedad signando la suerte de los vientos
que se dejan mecer en la trampa del agua.
Las gotas amanecen sobre el filo del vidrio rajado en
la ventana. Atrás del muro, larguísimo,
humean los carbones quemados por el tiempo
como antiguos ladrillos de la vida incompleta.
Seguí a los animales que informaban la ruta
con sus huellas. Y me tocó mi parte.
Vi pasar los cuchillos de noche por la piedra
y no he olvidado nada con los brindis que siempre
inauguran el año y los presagios:
velas que agonizaban a la espera de un barco
milagroso, la mirada perdida de la culpa.
Pero hasta aquí llegamos.
Con estas mismas manos en el mismo esqueleto
vigilamos la cal con que se escribe el muro
porque no desvanezca
con el agua abundante de las lluvias.
Vigilamos la mano que intenta entre las sombras
sobrevivir con lo hábil de su tacto.

Poemas y poetas argentinos

José Antonio Cedrón: El lugar de los hechos (III)

Despego con las llaves la pintura del marco.
Ahora es verde gastado lo que antes humedad
y después amarillo
y puedo ver el gesto cuando convocó
alzando, su mano enredadera.
Imaginarla cargando sobre el hombro, la maleta
ruidosa de cacharros, ladridos, dictadores.
Los ojos del pasado atraviesan los gritos.
Y puedo oír el giro del pedal de la Singer
y recordar el tacto de la ceniza tibia
vaciando los braseros.
Hay torres movedizas que abusan de palabras
libros de tapa dura, infancias en el eco.
Y hay mujeres con sábanas, peleando contra
el viento, donde ya nadie firma un espejismo
parecido a su historia
porque escucha y le teme a ese sonido.

Poemas y poetas argentinos

José Antonio Cedrón: MCMLXXXIII/5

En esta casa alguien vivió antes, y antes.
Dejó clavos de punta en las paredes
la forma de sus manos en un viejo jabón
olores a tabaco, en el lavadero sucio.
Huellas poco confiables.
Vivió esperando un ruido que lo llame
desde el amanecer?
Lo imaginó esperando?
Lloró también de frente, aquí,
contra estas puertas?
Qué lloró como qué hizo
cuando el sol se le secó en el horizonte?
Qué sintió de esta lluvia debajo del papel?
humedeció sus miedos el cielo de este techo?
Dudó del calendario con las manos cerradas?
Del amor?
Compró pan en el barrio y fue observado?
Vio sonrisas por él y no hacia él?
Nombró con el silencio?
De qué cielo llegaba?
Escribió cartas?
En qué idioma dijo, señor no puedo más?
Era extranjero acaso?

Poemas y poetas argentinos

José Antonio Cedrón: MCMLXXXIII/7

Y le pido de nuevo que no me deje solo
que todavía siento miedo a la oscuridad
a las voces que indagan el pasado
que no me deje solo
que otros duendes resuelven
lo que cuesta subir desarmado las alas
que anuncia el gallo nuevo
que no me deje solo con el eco
que me acompañe siempre
que respire y respire
nubes bajas se internan al agua donde bebo
que no me deje solo repitiendo esa luz
que despierta viviendo a contracielo
atrás de los retratos donde una vez
soñé con otro rostro
que no me deje solo en esta huella
que siga respirando por los remos
que siga respirando
que respire
que no diga hasta aquí.

Poemas y poetas argentinos

José Antonio Cedrón: Memorias de inmigrantes

Esa mujer tenía ojos azules
cuando entró lastimando con su carga el revoque.
Valijas de cartón, jaulas de alambre.
Si no fuera que un día le dejara pintarse
los labios a sus hijas, sería un pestañeo
la melodía fácil que le cambió el acento,
aquel olor a sal que se fue con las lluvias
y la costumbre húmeda del tiempo.
Los gallos no dijeron hasta cuándo.
Los años que pasaron descubrieron las
marcas ovaladas de retratos vacíos
la cruz de albahaca atrás de los postigos
y los ojos azules que esa mujer perdió
de mirar este cielo.
El mar quedaba lejos.
Su pañuelo ocultaba el oleaje vencido
de un pueblo en sus cabellos.

Poemas y poetas argentinos

José Antonio Cedrón: Mujer con murmullo

Ese buen amor de manos transparentes
y ese gusto tan especial que tenía
ese buen amor
por robar vino blanco en los supermercados
si una planta escapada de la reja
o un trofeo de losas cascadas atrás del vidrio
deshacía los nudos de corbatas
con labios apoyados alrededor del cuello
y la audición vibrosa de Nat Cole en castellano
perpetuaba los besos en la piel.
Buen amor tumultuoso
por épocas suicida
desordenado y tibio.
Buen amor como viene debajo de julio y el agua
con el vestido pegado al cuerpo
prolongando las venas del otoño en el rostro
los hábitos, las flores, el tiempo en los jarrones.
Buen amor cuando llega con su voz para el perro
(y la cartera a cuadros detenida un instante
para alzar los zapatos)
pone berro en el agua enciende fuego
y de costumbre entra en las cajas de las guitarras
como en los muelles
para los marineros que nunca más volvieron
por sus medias de nailon.

Poemas y poetas argentinos

José Antonio Cedrón: La mujer de los pájaros

Ella le daba alpiste a su pasión más fiel
le daba agua en el pico
le daba de su almohada los algodones blancos
mientras los 'pobrecitos' esperaban silbando
que vuelva hablando sola.
Poco a poco no pudo sostenerlos
y ellos se debatían de pico en los alambres
entonces dio sus manos por la fruta golpeada
los grises de su frente hurgando en las verduras
y ellos se debatían de pico en los alambres
se negaban criar y cantar y bailar
alegrarle la vida las visitas.
Ella daba los ojos de cuando fue mirada
sus palabras de leche azucarada
ella lo daba todo y se negaban.
El domingo dejó salir a uno
que ganó la ventana y se voló hasta nunca
después abrió las jaulas con gran desesperanza
se inclinó lentamente
y sentada más cerca de la mesita chica
apoyó la cabeza en el respaldo.
Fue la primera vez que su abanico
en el ruido del aire
siguió y siguió dictando
cuando ya hubo cerrado fuertemente los puños.

Poemas y poetas argentinos

José Antonio Cedrón: El otro (I)

Tuvo un corbatín rojo para estar en las aulas.
Un overol de tarde para el taller que usaba
de sus manos.
Tuvo el asombro azul de aquel cielo obligado
hasta llegar la noche de madre inexpugnable recorriendo la casa con su aliento
del piletón del patio a la cocina
sin dar respiro a nadie a nada a nadie
porque es hora de izar los trapos que escurrieron durante todo el día, y entonces no hay más tiempo de estornudar toser pararse levantarse
si no es para apagar la última luz que espera
por los patios, ver madrugar los hombres que saldrán saludando con un gesto
todavía en voz baja y abrigados.

Poemas y poetas argentinos

José Antonio Cedrón: El otro (II) (viendo vivir)

Esperarás aquí y aprenderás le dijo
de los hombres que se mueven de un lado para el otro suben forzados bajan de un sótano a otro sótano como cojos ligeros ¡uuupa! gritan al paso de sus manchas de sangre y aserrín.
Hace frío sobre ese piso lejos del techo,
las cúpulas rajadas llenas de telarañas.
Un hombre con sombrero dice bájenlo aquí
y otro hombre descarga la primera mitad de un animal, grandes ojos venosos, gotea haciendo un charco. Un tercero amontona aserrín en la sangre. Una mujer se acerca y pide con la mano, el hombre del sombrero señala detrás suyo, alguien toma un cuchillo, corta un pedazo de entraña, lo echa en una hoja de La Nación de ayer y se lo entrega. La mujer se dirige a la escalera sujetando el paquete y los muchachos.
Llega otro hombre de sobretodo y también con
sombrero, un tabaco en la boca, trae un maletín, lo
apoya en una mesa, castañea los dedos y enseguida
no se ve más que su sombrero

(la segunda mitad del animal baja hasta el mármol,
gotea haciendo un charco)
a los pocos minutos cierra el maletín y se le ve de nuevo entero y solo, se apresura a esperar el ascensor, tira el tabaco en la canaleta roja y aserrinada del zócalo.
Otros hombres cargados continúan moviéndose de un lado para el otro, suben forzados bajan de un sótano a otro sótano como cojos ligeros ¡uuupa! gritan al paso...
Otros hombres, etcétera.

Poemas y poetas argentinos

José Antonio Cedrón: El otro (III)

Doblado entre sus ramas
los miedos se deshojan unos a otros.
El oscuro silencio le humedece los huesos.
Y pedirá perdón, si regresan de nuevo
a revisar la cama con un golpe
mojado por la noche.
El sueño sueña un bosque para evadir la culpa.
Perdón, pide perdón.
Quién pedirá perdón por ese niño muerto,
ahogado de orinarse entre mis piernas.

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