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Horacio Castillo

Poemas de Horacio Castillo para leer.

Sobre el poeta Horacio Castillo [occultar]

El poeta que encontró la música en las palabras

Vida y trayectoria

Horacio Castillo (1934-2010) fue un destacado poeta y ensayista argentino, reconocido por su profunda sensibilidad y su habilidad para fusionar lo lírico con lo filosófico. Nacido en Buenos Aires, dedicó gran parte de su vida a la literatura, ejerciendo también como profesor y crítico. Su obra, aunque no masivamente popular, es altamente valorada en círculos literarios por su refinamiento y originalidad.

Obras más famosas

Entre sus poemarios más celebrados se encuentran:
  • "El otro árbol" (1963): Un trabajo temprano que ya mostraba su fascinación por la naturaleza y la introspección.
  • "Caja de música" (1985): Considerado su obra cumbre, donde explora la musicalidad del lenguaje y la memoria.
  • "Las espigas del sueño" (1999): Una reflexión poética sobre el tiempo y la fugacidad de la vida.

Estilo literario

Castillo cultivó un estilo denso y metafórico, influenciado por la poesía simbolista francesa y la tradición hispánica. Sus versos suelen ser breves pero cargados de significado, con un ritmo cercano a la musicalidad. Temáticamente, abordó la soledad, el misterio de la existencia y la relación entre el arte y la realidad.

Datos curiosos

  • Fue un gran admirador de la música clásica, especialmente de Mozart, y solía decir que "la poesía es la música callada".
  • Tradujo al español obras de poetas como Paul Valéry y Saint-John Perse, lo que enriqueció su propio lenguaje poético.
  • A pesar de su talento, rechazó sistemáticamente premios y reconocimientos públicos, prefiriendo el anonimato creativo.

Legado

Aunque su nombre no es tan conocido como el de otros poetas argentinos, su influencia en la poesía contemporánea es innegable. Su obra sigue siendo estudiada en universidades y su enfoque estético inspira a nuevas generaciones de escritores.

Horacio Castillo: Anquises sobre los hombros

Todos llevamos, como Eneas, a nuestro padre sobre los hombros.
Débiles aún, su peso nos impide la marcha,
Pero luego se vuelve cada vez más liviano,
Hasta que un día deja de sentirse
y advertimos que ha muerto.
Entonces lo abandonamos para siempre
En un recodo del camino
y trepamos a los hombros de nuestro hijo.

Poemas cortosPoemas y poetas argentinos

Horacio Castillo: Arte poética

Soltar la lengua, de manera que no trabe el producto
que viene desde adentro, impulsado
por una fuerza superior
y el hábil juego de riñón y diafragma;
insistir presionando los músculos
como para expulsar
un caballo o un cíclope;
repetir el procedimiento
provocándolo inclusive con los dedos
o una materia acre,
hasta quedar vacío, sólo reseca piel,
odre para colgar del primer árbol,
extenuada matriz de lo volátil, acaso de la luz.

Poemas cortosPoemas y poetas argentinos

Horacio Castillo: El pecho blanco, el pecho negro

Mi madre tenía un pecho blanco y un pecho negro.
Al despertar tomaba el pecho blanco en su mano
y acercándolo a mis labios decía: Bebe, hijo mío,
y yo bebía una leche blanca, espesa, dulcísima.
Luego apretaba entre sus dedos el pezón negro
y colocándolo en mi boca repetía: Bebe, hijo mío,
y yo bebía una leche oscura, infinitamente agria.
Mi madre tenía un pecho blanco y un pecho negro.
De día, sosteniendo el pecho blanco en su mano
como una paloma, susurraba: Es la luz del mundo;
y a la noche, mientras exprimía suspirando
el pecho negro, prorrumpía: Es la oscuridad.
Mi madre tenía un pecho blanco y un pecho negro.
A veces exponía el pecho blanco al sol
y escondiendo bajo su ropa el pecho negro
canturreaba: Esta es la leche que sacia toda hambre,
y su rostro se iluminaba con una sonrisa inmortal.
Pero mi boca buscaba otra vez el pecho negro
y tomándolo en su mano con piadosa resignación
lo ponía en mis labios diciendo: Bebe, hijo mío,
y yo bebía ávidamente la leche que da más hambre.
Mi madre tenía un pecho blanco y un pecho negro.

Poemas y poetas argentinos

Horacio Castillo: Para ser recitado en la barca de Caronte

El paisaje es más hermoso de lo que habíamos imaginado:
Estas murallas que caen a pico sobre nosotros,
Aquel sol negro descendiendo sobre la laguna,
Allá, a estribor, un arco iris que refracta la niebla.
Pero esta moneda de hierro entre los dientes,
Este óbolo que debemos morder hasta el término del viaje,
Cierra la boca que desea cantar.
Cantar para estas almas tristes sentadas en el banco,
Mientras el cómitre marca con el látigo el compás,
Mientras ordena remar sin interrupción,
Cada vez más fuerte, cada vez más rápido, más lejos de la luz.

Poemas y poetas argentinos

Tren de ganado: Poema de Horacio Castillo en español fácil de leer

Horacio Castillo: Tuerto rey

Esta mosca que desova en el pantano
y vuela de mejilla en mejilla, de párpado en párpado,
ha traído la peste a nuestros ojos: ya no vemos
las nubes sobre los techos de la aldea,
la sombra de la garza remontando la corriente.
Pero al atardecer, cuando bajamos a la orilla del río
y el tuerto coronado de oro repite su relato,
descubrimos a través de su boca grandes señales en el cielo,
sangre de su ojo que sueña por la tribu.

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