Temas Poetas

Hilario Barrero

Poemas de Hilario Barrero para leer.

Hilario Barrero: Barnices

Ahora ocultas con cremas

y ungüentos extranjeros

las heridas que el tiempo

ha dejado en tu cuerpo

y muestras orgulloso

las oscuras y densas cicatrices del alma.

Se ve que eres novicio

en el arte de tal ocultamiento

e ignoras que es difícil esconder la vejez,

que las arrugas se ven aunque tapadas

como también se ve la decadencia,

la sombra por tus ojos

y el delicado olor a viejo que nace de tu aliento.

A nadie le interesan las lesiones del alma

si el cuerpo apuntalado carece de equilibrio.

Poemas y poetas españoles

Hilario Barrero: Bleistifte höchster Qualität

Abro la caja

y se dispara un olor a colegio de monjas,

olor a cedro, a mina clausurada,

a lápiz encerrado

con una sombra en su interior.

La Hermana Aurora,

la confesión, el ayuno, el rosario,

los nueve primeros viernes

y el mes de mayo a María.

Y esa otra mina dentro de mí

del pecado mortal, la carne, el deseo,

el "cuántas veces, hijo mío" del confesor.

Miro los doce lápices ahora que ya es tarde,

rectos, serios, puntiagudos,

doce apóstoles en la última cena de la línea,

doce peces ahumados en un mar de latón,

Faber-Castell del curso de dibujo

donde por vez primera tracé una curva.

Elijo el lápiz 7B para aclarar mi imagen

y en una hoja de papel prestada

enciendo las tinieblas.

Lo más difícil en el trazo de mi vida siempre ha sido

que la sombra parezca verdadera

no una mancha adherida

al boceto de lo que fue mi infancia.

Poemas y poetas españoles

Hilario Barrero: Boca de Lobo

Para José Muñoz Millanes

¿En qué infierno proclama su dolor

la sombra más oscura?

Y si lo siente, ¿qué hondura exige,

a qué pozo hay que llegar para saciar

la sed de amargo vino negro

que hiere y emborracha con certero

navajazo las vísceras del sol?

Y si la sombra se enamora,

¿qué azabache ha de elegir

para adornar sus pechos y su sexo?

¿en qué boca de lobo morirá degollada?

(dentelladas nupciales de la bestia que en celo

excomulga a la albura con su pezuña atea)

¿de qué profunda mina sacará los metales

para hacerse las arras?

¿qué príncipe de luto riguroso,

en el tablero medieval del tiempo,

acuchilla a la dama con su espada de ónix

ganando la partida a la Edad Media?

Coronada de endrino,

con collares del más serio carbón,

¿no eres tú sombra mía la luz de lo más negro?

Al doblar tu esqueleto

y descubrir tus ojos en la testuz del alba,

¿no es acaso lo que llamamos muerte?

Poemas y poetas españoles

Hilario Barrero: Carbones

Ha vuelto a la maleza después de algunos años.

Se han borrado caminos, el puente se ha caído,

el agua corre espesa y parece más hondo el precipicio.

Los cuerpos que ofrecieron su belleza

han desaparecido fulminados después de aquel verano

o muertos de cansancio y de vejez más tarde.

Siguen las sombras cerrando el laberinto,

oscureciendo el hilo que a algunos de nosotros nos salvó.

Salvados sí pero bien muertos

que desde entonces nadie ha vuelto su rostro

a nuestro paso.

Sigue también la vida:

dos cuerpos con los torsos desnudos,

dos carbones a punto de encenderse,

abrazados se ocultan en lo oscuro

sin saber si saldrán victoriosos

o serán perfumados por el rosal de la espesura.

Poemas y poetas españoles

Hilario Barrero: Carrozas

Balnea, vina, Venus corrumpunt corpora nostra,
sed vitam faciant balnea, vina, Venus.

Bellísimos, desnudos, arrogantes,

proclamando la fuerza de su sexo,

marchan Quinta Avenida hacia la vida.

Serenamente turbios, demacrados,

veneno derretido por sus miembros,

bajan Quinta Avenida hacia la muerte.

Algunos tan hermosos, dioses sin paraíso,

que hasta la misma Sombra se oscurece

al asignarles sitio en la carroza.

Su belleza les salva y son llamados

junto con Ganimedes a servir

vino añejo a los cuerpos prohibidos.

(La mitra será polvo y lo será la rosa,

las plumas césped seco, el oropel ceniza

y el torso iluminado un carbón apagado.)

Viéndoles desfilar, cercano a tu frontera,

nombrando aquel verano en que nos conocimos,

mi sangre negativa se calcina, amenazada,

sintiendo a la Guadaña que, arañando mi cuello

con su incesante herida, nos recuerda

que para algunos éste será el último desfile.

Poemas y poetas españoles

Hilario Barrero: Cementerio en New Hampshire

Los que abonan con su óxido

los rojos incendiados de octubre

también fueron felices

contemplando el otoño en este

cementerio de New England,

cercano al mar y en fuego.

Al gozar de esta luz de vidriera,

clausurada de niebla, se sublevó

el azogue de sus hermosos cuerpos

y se encendió el deseo entre sus ramas

que se abrieron de pájaros y hojas.

(Dulce como este sol era su amor.)

Ahora permanecen debajo de la piedra,

que el rayo del olvido partió por la mitad,

conquistando de polvo a los castaños,

secando con la sangre de su noche

al robledal. Barro ciego en sus ojos.

Mientras que acorralados por la lluvia,

el temblor de tu agua por mi cuerpo,

me haces la propuesta que yo espero,

siento cómo la tarde traduce su vidriera

y recibo señales de óxido y de fuego

en el seco azulejo y me pregunto:

¿Cómo guardar la clave de tus ojos

en la piedra caliza de mi historia?

¿cómo crear un código ignorado

para el vocabulario de la nada?

¿cómo herir a la muerte ilimitada

si ha de robar tu nombre y mis preguntas?

Poemas y poetas españoles

Hilario Barrero: Código

Para ellos,

eres el nombre

que te dieron

dentro de su legalidad:

un signo solamente.

Tu otro nombre,

el elegido en la noche

de la boca de lobo,

es solo mío.

Un sonido animal.

Y así te escucho.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Cors e cor»: Poema de Hilario Barrero en español fácil de leer

Hilario Barrero: Early Sunday Morning

Única criatura, la claridad

extiende sus raíces en la línea

horizonte de la calle vacía,

bautizando al color por su apellido:

azules infantiles, verdes lluviosos,

ocres enamorados, húmedos blancos

que son frontera con la sábana tibia,

el olor a café, la primera caricia,

y el roce de la muerte que, temprana,

teje precipitada la túnica del barro.

Dando razón de luz al carbón de la sombra,

el sol va señalando a la fachada

su destino de noche aún distante.

Dormidas las persianas, amarillo

despierto de septiembre, un visillo

entretiene su frágil esqueleto

en el lento columpio de la brisa,

mientras Mrs. McLaughlin siente un escalofrío,

protegida por Gato (y una buena ginebra)

y comienza a leer la última edición

del New York Times, cuando tan sólo son

las siete menos cuarto, en la recién

creada mañana del domingo.

Poemas y poetas españoles

Hilario Barrero: Easter Sunday en Coney Island

Ni amarillo jaramago ni mármoles vencidos

con su espalda quebrada de abandono;

un tropel de invasores derriban al silencio

en su alta clausura de pájaro exiliado,

avanzando hacia el mar que se tiñe de guerra.

Una brisa de hielo les derrota en la orilla

sus pies petrificados, cegada por los dardos de sal

su mirada de barro, regresan, atrapados de bruma,

arrastrando sus sombras congeladas,

a las tiendas oscuras donde la luz ayuna

dolorida en cilicios vidriados.

Visten las gaviotas su túnica pesada,

monjes lentos camino de maitines,

llamadas por las voces de una lluvia extranjera

que despoja a la ojiva de su claustro de olas.

Alejados del mar, guerreros de otras guerras,

los rostros del verano estrenan fruto ardiente

que les hiere sus venas de un hondo escalofrío.

Liberada de invierno su mirada,

desnudos, se pierden en lo espeso

donde el placer y el vicio habitan

regresando mordidos para siempre

por el plomo veneno de sus ritos

sin saber que es la muerte quien les llama.

Y sin más protección que tu mirada arbotante

que apuntala la niebla de mi piel, asustados,

buscamos la salida entre tanto desorden.

Los bárbaros han sido derrotados y el diluvio comienza.

(¿O tal vez sí que saben que van hacia la muerte?).

Poemas y poetas españoles

Hilario Barrero: Estatua

Frente al lago una estatua de viejo

recompone el pasado; mármol sus movimientos,

la cicatriz del tiempo dueña de su mirada.

Un desfile de gritos, de colores y fuerza

pasan por su tribuna rindiéndole recuerdo.

El también fue una flecha en aquel parque

y recordó a Cavafis. No reproches,

nada que lamentar. Cuando en amor,

su vida fue un ejemplo, un gozo cotidiano

con pocos compartido, deseo a cada instante.

Para seguir viviendo, él bien lo sabe,

necesita mirarse vivamente

en el río de vida que fluye frente a él;

para reconocerse, el espejo del lago,

su juventud, la gracia de su cuerpo,

aquellos ojos, su flexible ternura...

Un aire extraño le estremece

y sabe que el invierno ha de llegar

borrando este paisaje que le mantiene alerta.

Esperar que la nieve le arrope suavemente,

de la misma manera que su amor le abrazaba,

y allí quedarse, viviendo para siempre

entre estos cuerpos que, ahora inalcanzables,

van buscando, ardientemente enamorados,

un lugar en la noche. Como él lo buscara.

Poemas y poetas españoles

Hilario Barrero: Foto en la universidad de Columbia

Un rayo destruyó

la esfera en que te apoyas,

sólo queda la base

por donde juegan niños que no te conocieron

y meditan lagartos prisioneros de plomo.

El campus, a finales de curso,

es un río de cuerpos

que con el torso herido

estudian en el césped luminoso.

Pasan cometas tristes suspendidas de lluvia

y pájaros alegres aprobados de viento.

La luz moja tu cara en luna llena,

pelo liso con un brillo cansado,

tus manos enlazadas reposando en tus muslos,

pantalones bombachos

y dos escarabajos en tus ojos

mirando la retina de la tarde.

Sonríe, Federico, no te muevas.

Aunque se queda inmóvil,

la imagen sale turbia.

Se distingue una mano clarísima y helada

que se posa con fuerza en otra mano en fuego.

La lente invierte la foto de Manhattan

y Harlem se amotina

en la cámara oscura de la noche.

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