Poemas de Harold Alvarado Tenorio para leer.
Sobre el poeta Harold Alvarado Tenorio [occultar]
La delicia de las cosas
reposa en el paladar.
Desgraciado
quien llegado a los treinta
sólo ha probado un lado del placer
y gustado sólo una caricia.
Poemas cortosPoemas y poetas colombianos
Ahora que está lejos soñándose a sí misma
quieres entrar de nuevo
y que nada diga.
Que nunca sepa que vienes de mundos
donde un emperador hierve
rodeado de eunucos
y los rostros centenarios de sus concubinas.
Entra en ella
buscando el rostro y la carne
que no volverán.
Poemas cortosPoemas y poetas colombianos
Los caminos del olvido son varios.
Varia la cambiante faz
de esta música que siempre soñó en tus carnes frágiles
con tanta melodía antigua y bien olvidada.
Los caminos de las ciudades que vieron tus ojos tristes
son sonatas en viejos pentagramas.
Estos poemas, más largos que ninguna vida,
deben recordar que algún día viviste entre ellos,
pues aprendiste que no existía la tierra
y que un pez nada puede si se rompe las aletas.
Pero tu corazón es más ancho que Alemania y Francia reunidas,
y de Montmartre a Montparnasse
sólo queda el recuerdo,
grave,
y cuando entraba el metro en la estación
viste a la verdad danzar entre los carriles
y el cielo era un paisaje
y el viento tiraba del pelo a los árboles.
Querido, André Salmón,
nombre de pez
teleósteo fisóstomo
un metro y medio de largo
que desovas en los ríos en otoño
y emigras donde ellas sostenían a los guerreros.
Querido André:
has envejecido meditando engaños.
Dulce enemiga
que llevas al hombre
más allá de sí mismo.
Adoro tus perfecciones
y tus fulgores sobre mi cuerpo helado.
Recorres a zancadas
los cielos - nada apacibles -
y las estrellas incesantes
y las estrellas quietas.
Bella al alba y al crepúsculo
dueña de la vida
todo te magnifica.
Ante vosotros llego
soberanos de la gran ramera
con la vieja segadora de vidas.
Otorgadle,
como a los secuaces del gran negocio,
pasteles y agua y aire
y una casa solariega en Manhattan.
Retrocede, Sui,
viejo cocodrilo
no me acometas
vete
no cortarás mi juventud.
Mis versos
como cuchillo de pedernal,
mis versos
como muelas de joven caballo,
destruirán tus ojos y tu boca.
De la aristocracia
queda todo:
La buena voluntad,
el amor al prójimo,
las buenas maneras
y el calor humano.
Nosotros, los siervos,
nos complacemos
en copiar.
Poemas cortosPoemas y poetas colombianos
Mientras más te cerque el día definitivo
mayores goces encontrará la carne.
Busca una joven y cantarás con ella
lo que une y entrelaza.
A vuestro alrededor,
jóvenes rozagantes
se disponen a tocar tus brazos.
Poemas cortosPoemas y poetas colombianos
La belleza de tu rostro
y la dulzura de tu voz bastaron
para que te amara.
Un año pasamos juntos
y luego a él regresaste.
Ahora, que de nuevo le engañas,
te duele el corazón
y ante a mí
crece tu desgracia:
has comenzado a envejecer.
Poemas cortosPoemas y poetas colombianos
Que el poema la retrate
sólo como la viste en el tiempo
que quiso darse a tus ojos y a tu alma.
Hecha de la dura memoria de la carne,
mostraba la astucia y el candor
de quien presentía
la huella que deja otro corazón.
Así la deseabas.
Querías someterte al desdén que promete
el oro de la juventud.
Estabas dispuesto
a sufrir el rigor de sus ojos de hembra
del mejor cabaret: la vida.
Poemas cortosPoemas y poetas colombianos
El amargo sabor de los sueños
volverá para darte una muchacha
con el pelo suelto
contando recibos del paso del día.
Desnúdate de ti
y ella vendrá a vestirse
con las caderas, los ojos y los gestos
que hubo en tu camino
ese verano del ochenta y dos
Poemas cortosPoemas y poetas colombianos
Creyendo que la mejor cura contra la melancolía
eran esas superficies radiantes y abiertas
fuiste hasta las memorables ruinas
y viste la estatua de basalto
que del cuerpo de Antonio hicieron.
Grecia era el testimonio, bajo esa copiosa
y virulenta luz, de cómo solo lo externo
tiene propia existencia.
Ética y belleza
eran una y lo mismo.
Tallar el cuerpo era
tallar también el alma.
Curar el odio a si mismo
era curar la soledad.
De vuelta a casa, liberado ya del pasado,
con aquellas camisas de colores chillones,
tus negros pantalones de tres prenses,
tus zapatos puntiagudos y habaneros,
el desnudo pecho mostrando la cadena
de oro macizo y los cinco medallones
entrabas al Blanche y pasabas las noches
bebiendo cubatas y quemando porros.
Todas y todos eran tuyos.
Te enamorabas, sin duda.
Amabas tanto los ritos de la carne,
su lenguaje y sus palabras
que incluso ahora, cuando escribes,
no sientes, tampoco, interés alguno
por el 'acto final'.
Desnuda
al cerrar la puerta
recibías como recompensa
un vano rosario de palabras.
Dile que vuelva.
Dile que venga y presente al respetable
sus magnificas nalgas rosadas
la ronca voz
y la canción de entonces.
Poemas cortosPoemas y poetas colombianos
Cuando fuimos uno con otro
contamos numerosas estrellas
Cuando hacíamos el amor
las noches se detenían en la nuestra
Cuando de toda palabra nos recibíamos
escribíamos un libro
Los dioses no han sido derrocados
y su poder nos asignó varios caminos
Cuando nos separamos
todo retornó al futuro y al vacío
Habíamos recobrado nuestra contingencia
y el pasado habitaba en la memoria.