Italia: 1798-1837
Poemas de Giacomo Leopardi para leer.
Sobre el poeta Giacomo Leopardi [occultar]
Su obra, marcada por el escepticismo y la belleza melancólica, lo consolidó como uno de los grandes poetas del siglo XIX.
Que humana cosa dura poco tiempo
es máxima muy cierta,
dice el viejo de Quíos,
que la misma natura
tiene el hombre y las hojas.
Mas esta voz muy pocos
oyen. A la esperanza inquieta, hija
de juveniles pechos,
todos le dan asilo.
Mientras rojas las flores
de nuestra edad acerba
son, el alma orgullosa
cien dulces pensamientos nutre en vano,
ni muerte espera, ni vejez; ninguna
dolencia al hombre sano preocupa.
Mas tonto es quien no mira
cuán presto juventud emprende el vuelo.
Y cómo de la cuna
cercano está el sepulcro.
Tú, que el pie pondrás pronto
en el fatal camino
de la sede plutónica,
a los goces presentes
tu breve edad confía.
Versión de Diego Navarro
Lejos del propio ramo,
pobre boja delicada,
¿adónde vas? Del haya
allá donde nací, me arrancó el viento.
Él, retornando, al vuelo
del bosque a la campiña,
del valle a la montaña me conduce.
Con él, perpetuamente,
voy peregrina, y lo demás ignoro.
Voy donde todo va,
donde naturalmente
va la hoja de rosa
y la hoja del laurel.
Versión de Diego Navarro
Poemas cortosPoemas y poetas italianos
Cuando muchacho vine
a entrar en disciplina con las Musas.
Una de ellas cogióme de la mano
y durante aquel día
en torno me condujo
para ver su oficina.
Me mostró uno por uno
los útiles del arte,
y el distinto servicio
a que cada uno de ellos
se emplea en el trabajo
de la prosa y el verso.
Yo lo miraba, y dije:
«Musa, ¿y la lima?» Y contestó la diosa:
«La lima se gastó; ya no la usamos».
Y yo: «Mas rehacerla
es preciso, ya que es tan necesaria » .
Y contestó: «Así es, mas falta tiempo».
ALCETA
Oye, Meliso: he de contarte un sueño
de esta noche, que vuelve a mi memoria
al contemplar la luna. Yo me hallaba
en la ventana que da al prado, a lo alto
mirando, y he aquí que de improviso
la luna se desprende, y me parece
que cuanto en su caer va aproximándose
tanto crece a la vista; en fin, que vino
a dar de golpe en medio el prado; y era
tan grande como un cántaro, y de chispas
vomitaba una niebla, que chirriaba
cual carbón encendido que en el agua
se sumerge y se extingue. De este modo,
la luna, como he dicho, sobre el campo
se apagó poco a poco, ennegreciéndose,
y alrededor las yerbas humeaban.
Vi entonces que en el cielo había quedado
un vislumbre, una huella o bien un nicho
donde ella fué arrancada, de manera
que me helé de terror, y aun me estremezco.
MELISO
Y bien has de temer, que fácil cosa
fuera caer la luna entre tu campo.
ALCETA
¿Quién lo sabe? ¿No vemos en verano
las estrellas caer?
MELISO
Tantas estrellas
hay, que no importa que una u otra caiga,
si mil han de quedar. Pero la luna
está sola en el cielo, y de ninguno
nunca caer fué vista sino en sueños.
Versión de Diego Navarro