Poemas de Esperanza Ortega para leer.
Con el agua hasta el cuello
levantarse
en el agua flotaban los restos de la cena
contener un minuto
el aliento
bajar hasta el cajón
allí duermen las tazas
un sueño blanco y cóncavo
saborear despacio el desayuno
lo ha conseguido
¡qué importa si no tienen compasión las palomas
que picotean sobre el plato!
y por eso sonríe - ella sabe por qué -
en la calle que asciende hacia el cielo de junio
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Ahora sólo tienes una vida
bajas las escaleras
agitas tu pregunta como un pañuelo blanco
quedan sobre el tablero
peones poco ágiles y fichas sin valor
has desmigado el pan
has dejado que el agua te escurra entre los dedos
¿te das cuenta?
ahora sólo tienes una vida
vuelves a oír la voz del visitante
no la dejes morir
abre la puertecilla de su jaula
permite que acompañe a la bandada de los estorninos
la belleza
asoma en las rendijas de este gesto imposible
su rastro es tortuoso y su fulgor
alumbra hasta el abismo sin lámpara ni estrella
pero toda ella cabe
en el cielo minúsculo
de tus manos vacías
¿Y cómo amarnos ya
allí donde el amor
moría tantas veces.
¿cómo resucitar tu aliento
sepultado?
oasis
imaginas
¿en el abrazo es eso
lo que nos une?
saber que estamos solos
y que el alba
que bebemos los dos en nuestras bocas
es el fruto del sueño
coincidente
la frescura tenaz de un espejismo
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Nunca nada de ellos te había conmovido,
ni siquiera sus nombres.
Recogías del suelo
a veces una hoja desprendida a tu paso,
la mirabas ausente
con tosca indiferencia,
segura de su verdor, que iba a responder
con el silencio suyo a tus preguntas, ¿cuándo?
Debajo de sus copas pasó el amor contigo
y aspiraste el perfume
de su hospitalidad ensombrecida,
mas no leíste nunca
su caduca escritura,
los trazos del reflejo inestable del sol
en la sombra que era de tus sueños cobijo.
Ahora no responde, ahora te interroga:
¿desde dónde ha caído esta hoja amarilla
sobre el papel en el que escribes?
Y mientras se deshace
en tus manos su escuálido esqueleto,
le contestas que has visto esta mañana
al mirar a tu hijo
-que de repente es alto, tan alto como ellos-
la esbeltez de sus troncos,
que en su vello incipiente hay restos de resina
e intuyes en sus labios un sabor de raíces.
¿Lo recuerdas ahora? Ése era el mensaje
perenne, de aquella escritura:
en ti había un árbol,
de su copa ha caído esta hoja amarilla.
El árbol que ha brotado de la alfombra invisible
de las horas de espera,
aquél en el que añoras llegar a cobijarte,
bajo la sombra tuya,
junto al tronco soñado
en cuyo cerne estaba escrito este poema.
Aún no había camino
ni la emoción del hombre no evocado
por lenguas familiares
pero tú reclamabas una forma
un pliegue duradero
tan quieta
debajo del templete
el hilo solo
sin aguja
y un retal en tus manos
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Bailar
sobre el resquicio
te sostiene entre hilos y armonía
cantas
lo dice la otra voz
hasta que alguno
-el más indelicado-
corta tu cuerda y te derramas
sobre la sima
sin raíz
como una marioneta
no alcanzabas al odio
porque estás
más abajo
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
¡Cuánto sufre el amor
en los rincones!
hay días que se oculta
igual que un perro enfermo
duerme como
un reptil
sobre el mosaico
aquel amor murmullo
que nos guiaba cierto
entre la bruma
el mismo amor que se acurruca ahora
desorientado
sobre este desaliño de hojas secas
al que acaricias
su pálido pelaje
para eso
para que no se muera
así de solo
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Ellas sí que te esperan
ellas sí que regresan si las dejas volar
con tensa mansedumbre
van diciendo sus nombres
Cobijo
Lentitud
Vaivén
Entrega
Sometida Indeleble Guiadora
los pronuncian con miedo
-alguien ha maltratado
su humilde voz desnuda-
por eso les perdonas que callen tantas veces
que ninguna te diga cómo entraron en ti
por qué hueco insondable se abrió tu corazón
cómo burlan tu asedio
las cautivas
cuando husmeas a oscuras en sus nidos
En la hora desnuda
sólo eso
un segundo de luz y paraíso
de aquellos que la amaron
sabe los rostros mudos y su temblor de ala
todos
juntos
abran el cofre y vea ella
esos diamantes escondidos
libres
al fin del cepo las palabras
que mansamente caigan esos copos
de nieve
sin red
en un segundo blanco
sobre el regazo de su mirada cobijados
de par en par
las dos puertas abiertas
sólo
un paso
decir adiós así
que el saco no se cierre
sin librarle a la voz de sus cadenas
tacto
y aire
encuentre allí esa voz
sus zapatos perdidos
al fin cerrado el círculo del mundo
en la hora desnuda
sólo
eso
un segundo de luz
y paraíso
Labor atenta de hilo solo
-sigues tejiendo tu tapiz indócil-
ese que no se ve
ni engaña su hermosura
a los reyes sedientos
una puntada aquí
en el quicio oscilante
donde ayer escondías los más frescos racimos
¿qué será de tus manos
que palpan los tesoros
en los pliegues?
-acaba ya
esta labor de sombras-
reconoce
vencida
que únicamente ofreces hilo solo
y que tu desnudez ha naufragado
sobre un océano
sin límite
pero esta voz
-¿de dónde?-
vuelve cada mañana
con su rama de olivo
A un lado está la selva de los tigres
al otro
las langostas
debajo te estremece
el foso más cruel
el de los cocodrilos
un montículo triste de palabras
nacidas a deshora
por encima te espera
y en el centro estás tú
-asómate
ésa eres-
detenida en la cámara implacable
la inmóvil
la que busca
-quién sabe si no en vano-
un manantial que brote entre sus muros
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Como una lágrima
oscura
la noche sobre el día
rodará entre la hierba
tu dolor.
Como dos frutos tiernos
caídos de sus ramas
así lloran tus ojos