Poemas de Efraín Bartolomé para leer.
Las tres de la mañana
El invierno planea
entre girones densos de la noche
y los pies trashumantes de la niebla
Las ráfagas que vienen de sus alas
zumban entre las ramas:
congelan el rocío en las ventanas
Afuera todo es frío
Pero yo vengo de tu cuerpo
Y estoy alegre
reposado
tibio.
*
Por las calles vacías sigo tu auto
La madrugada arrastra su cabellera larga
Vengo de estar en ti
Con cada fibra muscular bebí tu cuerpo
Fui por el túnel del deslumbramiento
como el que va cayendo en sueños
Vengo de ahí
De los labios donde una herida roja
bebió la vida en otra
Ahora recorremos las calles somnolientas
Vamos por la ciudad
como si fuera una extensión del lecho.
*
Ante el golpe de luz con que las hiere el auto
las piedras se incorporan van cerrando la calle
Los árboles arrancan su cuerpo de la sombra
Ahora somos la calma
el reposo del mundo
la oscuridad
El pozo de lo diario.
La tempestad ha comenzado a grabar su nombre sobre el polvo.
Tengo hambre, tengo dolor, tengo tristeza,
tengo un deseo profundo de confundirme con el mar,
de integrarme a la piedra,
de perderme en el aire podrido de la ciudad.
Quiero tocar la fuente del rayo.
He visto la luz postrada.
He visto una flor roja en la sien del Enemigo.
Sé bien que la Mujer, viendo hacia atrás,
alcanza a ver más lejos hacia adelante.
Lo sé bien: una mujer desnuda
hace brotar un dios en cualquier miserable.
Al pie de un cerro cruel
hay una piel colgando de un árbol espinoso:
alguien sube a ofrendarse para glorificar tu nombre, oh Diosa.
Un día me dio por escuchar los ruidos de la noche.
Por eso estoy aquí.
Miradme: desolado.
Una ele nomás y heme aquí: desollado.
He soñado.
Sueño que una soberbia estrella de diamante quema mi corazón.
Sueño en caer.
Sueño una lenta noche precipitándose conmigo hasta la boca
del Infierno.
Hasta la ultima roca desolada.
Soñé que mi corazón era mi Madre.
Soñé que mi cerebro era mi Padre.
Soñé que mi mujer era la Noche.
Mi hermana era la Muerte.
Mi corazón oscuro era el Viento del Sur.
Por eso pude alimentar el día.
Por eso tengo el corazón deshilachado. (Altura, Madre, Altura!)
Por eso arrojo estos poemas al Crepúsculo:
trozos de sol,
como monedas sucias.
Este íntimo tono de plácida dulzura
en que la luz deambula
desnuda
por la tierra
El sol niño que asoma su rostro sobre el lago
Los millares de flores amarillas danzando
A lo lejos
la leve línea azul de las colinas:
ala del cielo añil lamiendo el agua
Un trino de cristal quiebra la transparencia
La quietud crece como un ramaje deslumbrante
¿Es verdad tanta luz?
La derramada línea del silencio oculta otra verdad:
ese ciego terror:
el agudo punzón de los silencios
la arruga que se extiende sobre la piel del lago
la hoz del labrador que en un instante oscuro
cambia de dirección
el ramo más hermoso de flores amarillas
que las vacas destrozan en su hocico babeante
Entonces nada queda:
acaso la mirada
perdiéndose en el agua.
Uno ama Es amado Saca rosas rojísimas de la piedra
más negra
Vive -en resumen- Ríe Cultiva su jardín en las tinieblas
Uno no necesita más que tiempo quemándose a su paso como
una hoguera suave
Marchando pues al ritmo de la sangre
sobre las tardes tibias y empedradas
Pero un día conoce la temperatura del Deseo:
Una la ama toda la tarde bajo la tempestad
Un día sus labios queman con dulcísimo sol el hombro de uno
Una noche la sueña: cruza con ella ríos inesperados
Uno ya no es el mismo
mira su rostro en el espejo redondo de su vino
en el espejo donde uno se disuelve
Se hace pequeño el mundo
Ya no le alcanza el aire
el día
la luna de antes
Uno despierta un día sobre el lecho de siempre y se encuentra
más solo
Uno se pone triste de repente
Uno se ve las manos en la luz: algo les falta
Uno siente sus brazos vacíos su hombro sin peso
Uno quiere de pronto tener alas
Uno no está con uno en ningún lado
Uno
ya
es
Otro.
1
Por las calles un ritmo de fantasmas
Un mundo de siluetas
La noche es esta erguida pasión de los escombros
Se fue la luz
Se perdió la ciudad
Es otra dimensión la de su estar a ciegas
Se mete en los pulmones la negrura
(Hubo una vez la luna blanqueando la memoria).
2
El blues arrastra la mañana y las hojas
Todo se ha caído de su sitio
El día se salió de su dorado camarín
y se hundió en la neblina
Llega el blues con sus pasos de jaguar
a olisquear en mi cuerpo su próximo banquete.
3
Amanece
Ha comenzado a arder el corazón del día
Tensa sus poderosos músculos
Ruge con qué terrible fuerza
Ventea la dirección de la desgracia
y se echa a andar
Cenizas humeantes bajo su planta Olfatos de un
amargo manjar
Lame el monstruo su desamor
crimen tras crimen
Cada noche
el sueño que la enjaula fortalece sus músculos
Afila sus colmillos y sus garras
Cruza el umbral del sueño
Atrás
despedazada
queda la jaula.