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Eduardo Lizalde

Eduardo Lizalde

Poemas de Eduardo Lizalde para leer.

Sobre el poeta Eduardo Lizalde [occultar]

El poeta que fue llamado 'El Tigre' por su estilo literario

Contexto histórico y vida temprana

Eduardo Lizalde, conocido como 'El Tigre' por la ferocidad y precisión de su poesía, nació en 1929 en la Ciudad de México. Su vida transcurrió en un México marcado por transformaciones políticas y culturales, desde la posrevolución hasta finales del siglo XX. Lizalde fue testigo y partícipe de movimientos literarios que buscaban renovar la expresión poética en Latinoamérica.

Afiliaciones y grupos literarios

En su juventud, Lizalde se unió al grupo literario Poesía en Voz Alta, que buscaba romper con las convenciones tradicionales de la literatura mexicana. Más tarde, se distanció de estos círculos para desarrollar una voz propia, aunque siempre mantuvo diálogo con otros escritores de su generación, como José Emilio Pacheco y Gabriel Zaid.

Temáticas y estilo

La obra de Lizalde se caracteriza por su ironía, rigor formal y una mirada desencantada sobre la realidad. Entre sus temas recurrentes están la soledad, la muerte y la crítica social, siempre abordados con un lenguaje preciso y a veces despiadado. Su poesía combina lo coloquial con lo filosófico, creando un tono único en la literatura mexicana.

Obras más conocidas

Entre sus poemarios más celebrados destacan:
  • La mala hora (1956)
  • El tigre en la casa (1970), que consolidó su apodo
  • Caza mayor (1979)
  • Tabernarios y eróticos (1989)

Su poema El tigre en la casa es considerado un clásico de la poesía mexicana moderna, donde explora la dualidad entre la ferocidad y la domesticación.

Legado y reconocimientos

Lizalde recibió numerosos premios, incluido el Premio Xavier Villaurrutia y el Nacional de Ciencias y Artes en Literatura. Falleció en 2022, dejando una obra que sigue influyendo en nuevas generaciones de poetas.

Eduardo Lizalde: Amor

Aman los puercos.
No puede haber más excelente prueba
de que el amor
no es cosa tan extraordinaria.

Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos

Eduardo Lizalde: Amor (La regla es ésta)

La regla es ésta:
dar lo absolutamente imprescindible,
obtener lo más,
nunca bajar la guardia,
meter el jab a tiempo,
no ceder,
y no pelear en corto,
no entregarse en ninguna circunstancia
ni cambiar golpes con la ceja herida;
jamás decir «te amo», en serio,
al contrincante.
Es el mejor camino
para ser eternamente desgraciado
y triunfador
sin riesgos aparentes.

Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos

La bella implora amor: Poema de Eduardo Lizalde en español fácil de leer

Eduardo Lizalde: Bellísima

Y si uno de esos ángeles
me estrechara de pronto sobre su corazón,
yo sucumbiría ahogado por su existencia
más poderosa.

Rilke, de nuevo

Óigame usted, bellísima,
no soporto su amor.
Míreme, observe de qué modo
su amor daña y destruye.
Si fuera usted un poco menos bella,
si tuviera un defecto en algún sitio,
un dedo mutilado y evidente,
alguna cosa ríspida en la voz,
una pequeña cicatriz junto a esos labios
de fruta en movimiento,
una peca en el alma,
una mala pincelada imperceptible
en la sonrisa...
yo podría tolerarla.

Pero su cruel belleza es implacable,
bellísima;
no hay una fronda de reposo
para su hiriente luz
de estrella en permanente fuga
y desespera comprender
que aun la mutilación la haría más bella,
como a ciertas estatuas.

Poemas y poetas mexicanos

Eduardo Lizalde: Dos viñetas de un cándido

1. Bajo el cielo tenebroso
el rehilete se abre en el jardín.
La fiesta del gorrión que danza, canta
-se vuelve flor su trino,
fruto su aleteo-,
se baña bajo el líquido haz de chispas.
Pura felicidad en el pequeño prado,
el agua limpia -hubiera dicho el santo-,
es la sonrisa de Dios.

* * *

2. Buenos días, mundo.
Me alegra verte afuera al despertar.
Celebro que no hayas
-la ocasión la pintan calva-
aprovechado el manto de la noche maldita
para irte por siempre al inframundo.
También me reconforta
que aún te habiten pájaros cantores,
meistersinger del bosque en el jardín;
que el sol severo nos escalde aún
y nos torture el rudo ozono
-como todos los días-.

Soñé que te habías ido,
conmigo hacia el infierno
y que se habían quedado aquí
sin mundo todas las demás criaturas:
piedras, grajos, insectos o personas.
Te veo tan grande y bello,
que me río de los siniestros solipsistas
de antaño.
No has de esfumarte cuando yo me extinga.
Canto tu salud de hierro,
tu verde corazón y tu estructura
de granito.
Buenos días, querido, hermoso mundo.

Poemas y poetas mexicanos

Eduardo Lizalde: Esto es falso, esto es bueno

Esto es falso, esto es bueno
y aquello rubio cobre.

Qué ciencia, hermanos,
cómo saben todo eso.

¿No hay más azul, ni falso ni magenta
que el sol del que los mira?

¿No florecemos, no estamos
comprendidos
entre los seres del reino
-oh solipsistas, oh videntes, oh magos-?

Sólo somos el muro que retiene al jardín.

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Eduardo Lizalde: Grande es el odio (2)

Y el miedo es una cosa grande como el odio.
El miedo hace existir a la tarántula,
la vuelve cosa digna de respeto,
la embellece en su desgracia,
rasura sus horrores.

Qué sería de la tarántula, pobre,
flor zoológica y triste,
si no pudiera ser ese tremendo
surtidor de miedo,
ese puño cortado
de un simio negro que enloquece de amor.

La tarántula, oh Bécquer,
que vive enamorada
de una tensa magnolia.
Dicen que mata a veces,
que descarga sus iras en conejos dormidos.
Es cierto,
pero muerde y descarga sus tinturas internas
contra otro,
porque no alcanza a morder sus propios miembros,
y le parece que el cuerpo del que pasa,
el que amaría si lo supiera,
es el suyo.

Poemas y poetas mexicanos

Eduardo Lizalde: Grande es el odio (I)

Grande y dorado, amigos, es el odio.
Todo lo grande y lo dorado
viene del odio.
El tiempo es odio.

Dicen que Dios se odiaba en acto,
que se odiaba con fuerza
de los infinitos leones azules
del cosmos;
que se odiaba
para existir.

Nacen del odio, mundos,
óleos perfectísimos, revoluciones,
tabacos excelentes.

Cuando alguien sueña que nos odia, apenas,
dentro del sueño de alguien que nos ama,
ya vivimos el odio perfecto.

Nadie vacila, como en el amor,
a la hora del odio.

El odio es la sola prueba indudable
de la existencia.

Poemas y poetas mexicanos

Eduardo Lizalde: Lamentación por una perra (2)

La perra más inmunda
es noble liro junto a ella.
Se vendería por cinco tlacos
a un caimán.

Es prostitua vil,
artera zorra,
y ya tenía podrida el alma
a los cuatro años.

Pero su peor defecto es otro:
soy para ella el último
de los hombres.

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Eduardo Lizalde: Lamentación por una perra (3)

Muerde la perra
cuando estoy dormido;
rasca, rompe, excava
haciendo de su hocico una lanza,
para destruirme.

Pero hallará otra perra dentro
que gime y cava hace veinte años.

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Eduardo Lizalde: Lamentación por una perra (4)

No se conforma con hincar los dientes
en esta mano mansa
que ha derramado mieles en su pelo.
No le basta ser perra:
antes de morder
moja las fauces
en el retrete.

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Eduardo Lizalde: Lamentación por una perra (5)

¡Qué bajos cobres ha de haber
tras esa aurífera corona!
¿Qué llagas verdes
bajo las pulpas húmedas
de su piel esmeralda!
¡Qué despreciable perra puede ser ésta,
si de veras me ama!

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