Poemas de Andrés Neuman para leer.
Para Leopoldo Brizuela
Me es hermoso el desgarro porque une las orillas,
nos concentra
en desdoblamos siempre para poder ser uno.
(Es un número, el uno, que traiciona
cuando finge ser punto de partida).
Necesario el desgarro,
porque renuncia a hundirse
pero ama los pozos
y nos tiende sus manos como dos hemisferios.
Con el pulso ambidiestro
navego celebrando los puntos cardinales
que mudarán mi origen,
y sucede el naufragio porque debe
y la vida es el barco
y yo soy el ahogado y el mismo que me salva.
Se parece a bucear, no tengas miedo.
Al fondo de las olas transparentes
hallarás más descanso que dolores.
Vibrarás en la nota de las aguas
y, como el diapasón de tu minuto,
podrás enumerar cada concepto.
Verás lo que no has hecho y sí deseaste
yeso perturbará la travesía.
Verás cuanto ofreciste o te ofrecieron
y todo volverá a dormir despacio
como el mar que te invade y se retira,
como el mar que se mueve y nunca pasa.
Poemas cortosPoemas y poetas argentinos
Te pesan las costillas y la nuca
y te pesan las horas, el aire trepa y cae por tu pecho,
se enreda en espirales, tu mano imprime surcos en la piel arenosa.
¡No te estás extinguiendo! Estás tan vivo
que has comprendido el hueco de la pérdida.
Igual que un casco
volcado por el gesto repentino de un soldado al que asombra
la música de sangre de su propia metralla,
así pierdes el odio y queda a tus espaldas entre el fango.
Tus costillas, antílope, esconden un reloj:
te preguntas quién pudo darle cuerda.
Necesito la carne para amarte,
la carne enamorada, pero no
más allá de la tumba sino contra la tumba.
Tendido entre nosotros el temor
ha vencido su insomnio y se remansa.
¿Qué pensará la muerte ante la fiesta?
¿Pierde la compostura, suspende sus trabajos?
¡Antídoto, entusiasmo, derríbale las leyes,
ofrécele estos pechos de artesana
que señalan el norte y piden viaje!
Es lógico perderse, los guías se equivocan.
A veces el destino es blando y tibio y mueve
dos remos terrenales
que remontan la risa hasta el principio,
hasta el punto final de los comienzos.
Y que rápido vamos,
ligera recompensa,
qué prisa iluminada.
El penúltimo paso es el más dulce.
Ojalá todos fueran el penúltimo.
OdaPoemas cortosPoemas y poetas argentinos
Rotas horas, las olas.
Se anticipan,
se empujan,
se disgregan.
Recomienzan el cielo permanente.
En su justo engranaje nos emulan:
detrás alguien
siempre mira morir a alguien que mira.
Poemas cortosPoemas y poetas argentinos
Decirte que te amo es una historia
de mustias obviedades.
Sería preferible que leyeses
amores novedosos,
canciones que mitiguen por las noches
tus raptos de inocencia.
Mis trajes de soldado no son más
que miedo a la batalla.
Y peores mis trajes de turista,
como si la aventura de las calles
pudiera seducirme.
Por si no lo sabías nunca logré emigrar,
sigo habitando en sábanas, las mismas
que humedecí de niño
cuando aún no te amaba y todavía
no había mojado tus sábanas.
Mi única destreza es protegerme.
Decirte que me ames es un pleito
de lenguajes más hábiles que el mío.
No sé nada de espejos,
no entiendo una sonata,
callar es la virtud que no merezco.
Ojalá te bastasen las delicias
de los mundos y las tardes
que no me pertenecen.
Decir te amo suele ser asunto
de obvias melancolías.
¡Estar aún aquí
tan pegado a este suelo y respirando!
¿Cómo corresponder
la generosidad de los instantes?
Es posible que nunca alcance el don
de habitados sin más, ligeramente,
pero apenas el borde
¡qué dichoso me insiste, cómo, inmenso!
No he sabido llorar cuanto debía
y así voy viendo este vaivén de horas
sin saber dar las gracias, siempre en vilo.