Temas Poetas

Poemas y poetas dominicanos

José Acosta: Enciendo un fósforo

Enciendo un fósforo y nace mi mano.
Sobre el fondo una moneda flota o quizá
la redondez luminosa del ojo de un gato.
Hago ascender mi mirada arañando las tinieblas
y se hace libre allá, a lo lejos, en la cima
de todos los quejidos.
Es que estás a mi lado y aún no lo sabía
es que viajan en mí todos los pueblos
y ahora, precisamente, llaman a mi puerta.
Enciendo un fósforo y nace
tu cuerpo tejido con la noche.
Todo está tan cerca a veces, a un frágil dolor
de distancia
pero en verdad tememos horriblemente
saberlo.

Poemas y poetas dominicanos

Gastón Fernando Deligne: Entremés olímpico

La raza de Saturno, derribada
por el ligero soplo de una idea,
baja a morar sobre la triste Gea,
en una lamentable desbandada.

Con su atributo y distintivo, cada
dios osa abrir nueva pelea;
y mueve la dolosa contra-idea,
penetrante y sutil como una espada.

A devolver sonrojo por sonrojo
al nuevo cielo, voluntad y brío
previene airado su rencor tremendo;

y se apresta a la acción; pero creyendo
que el Olimpo a la postre es un enojo,
y la inmortalidad, un grave hastío.

Poemas y poetas dominicanos

Miguel Antonio Jiménez: Epitafio

Nuestro vivir sentido da a la muerte
y en el aire quemado me desgasto
interroga el crear desde su sino
viviendo estoy muriendo de vivir
fugándose mi voz con el deseo
muriendo estoy viviendo de afrodisia
provisional desgarradora oscura
para subir sin alas
la muerte que me vive
es sólo un sueño.

Poemas cortosPoemas y poetas dominicanos

Miguel Antonio Jiménez: Este sueño

Este sueño sin párpados es un rumor herido
y este aire de vida es un redondo sueño
donde tus ojos ruedan y me siento su dueño
en el agua que juega consumiendo el gemido

Eres mi agua mi fuego mi primera noticia
la pregunta que envuelve la palabra que asoma
su voz hiela en el aire que toma
mi agudo fuego mi mirada en caricia

Poemas cortosPoemas y poetas dominicanos

Fábula inefable de la niña loca: Poema de Franklin Mieses Burgos en español fácil de leer

Miguel Antonio Jiménez: Fábula rosa

Húmedo el movimiento de la rosa que silba
goteando desde el alba su vacío.

Poemas cortosPoemas y poetas dominicanos

Al filo del agua (XI): Poema de Miguel Antonio Jiménez en español fácil de leer

Miguel Antonio Jiménez: Al filo del agua (XIV)

Una mirada que describe el mundo
donde el deseo es imagen y la memoria es vida
en la indetenible rueda del tiempo
y el tiempo regresa en la acción de la luz
percibiendo el rumor del universo en tus oídos
en un retorno eterno que renueva la vida
y conjuga el ser en su libro infinito
un mundo dentro de tu mundo
va cantando en la fuga que la arcilla moldea
y un símbolo de sueño imagina tu voz
abanico posible de existencia y creación
cifra regresiva del vital movimiento
en el maleable barro de los nueve círculos
donde la historia muestra su fórmula convulsa
allí diviso la montaña que dio nombre al océano
allí naufraga la aventura y se resuelve el mito
en un rumor nocturno donde se fija Dios
y el hombre vive su trunca eternidad
su travesía de edén y espacio nuevo
en la emoción de la tiniebla que anuncia toda luz
porque la pasión late lo mismo que una ola
en el rumor del viento
y tu canto es quimera de equilibrio en la sombra
donde la noche hace la invención de otro mundo
donde es tangible el sueño de atravesar al día
en su soplo divino.

Poemas y poetas dominicanos

Miguel Antonio Jiménez: Al filo del agua (XV)

Hoy la ciudad amaneció en mis manos
y arde de ayer su voz acuchillado
como un torrente íntimo
es una flor de sangre que gotea de su río
en lo oscuro quemado de aire y sueño
y su trampa de lodo es resumen de orilla
que recorta la sombra de mi día
y un vacío amarillo hiela el alma
curiosidad del viento de la espina
que se clava en la imagen de la sed
como un ángel de lluvia donde se exprime el verso
y sangra sueños y bosqueja difuntos
donde el instinto dobla el relincho del miedo
el tiempo poda poco a poco mi rostro
es un caballo sin fin en una labor agria

Hoy la ciudad amaneció en mis manos
y resbala en el tacto una fiebre convulsa
donde el hombre repite las consignas del humo
en la estéril palabra de las ruinas
y una luz nos dibuja en la erizada huella de la vida
en el ángel terrible de las calles.

Poemas y poetas dominicanos

Fabio Fiallo: Gólgota rosa

Del cuello de la amada pende un Cristo,
joyel en oro de un buril genial,
y parece este Cristo en su agonía
dichoso de la vida al expirar.

Tienen sus dulces ojos moribundos
Tal expresión de gozo mundanal,
Que a veces pienso si el genial artista
Diole a su Cristo alma de don Juan.

Hay en la frente inclinación equívoca,
Curiosidad astuta en el mirar,
Y la intención del labio, si es de angustia,
Al mismo tiempo es contracción sensual.

¡Oh, pequeño Jesús Crucificado,
déjame a mí morir en tu lugar,
sobre la tentación de ese Calvario
hecho en las dos colinas de un rosal!

Dame tu puesto, o teme que mi mano
Con impulso de arranque pasional,
La faz te vuelva contra el cielo y cambie
La oblicua dirección de tu mirar.

Poemas y poetas dominicanos

Manuel del Cabral: Los hombres no saben morirse

Los hombres no saben morirse...
Unos mueren no queriendo la muerte;
otros
la encuentran en un beso, pero sin estatura...
otros
saben que cuando cantan no le verán la cara.

Los hombres no se mueren completos,
no saben irse enteros...
Unos reparten en el viaje sus retazos de muerte;
otros
dejan el odio para cuando vuelvan...

Otros se van tocando el cuerpo
para saber si salen de la trampa...

Los hombres no saben morirse...
Unos van dejando su yo sin comprenderlo;
van dejando basura para esciba esotérica;
otros
se vuelven hacia adentro ante el vacío...

Pero todos,
con el cadáver de su tiempo al hombro,
todos,
todos son el Uno,
el Uno
que sólo por amor vuelve a la tierra.

Poemas y poetas dominicanos

Manuel del Cabral: Huésped desenterrado

Toda la noche
la cotorra del brujo picoteando el silencio.
Toda la noche
estuvieron los hombres bregando con trozos de tinieblas.
Toda la noche
el farol casi humanos con su poco de día,
matando la mirada dulce-azul del cocuyo.
Y nada.
El sepultado ni siquiera hedía.
Todo aire de muerto lo mataban las flores.
¿Es que se hundió como si fuera en agua?
Ayer, precisamente, se le vio en la bodega,
luchando entre penumbra con unos diosecillos
que saltaban sin tregua
desde el tonel del vino hasta la copa,
y corrían,
corrían,
como un grupo caliente de cosquillas
por su cuerpo varón y su neblina.
Toda la noche
estuvieron los hombres cucuteando,
registrando la tierra.
Sin embargo, mi perro está ladrando,
hoy a las siete de la mañana
mi perro está ladrando,
ladra junto a una mano que parece de náufrago fijo.
¡Creció el cadáver
igual que un árbol para dar su fruto!

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Amado NervoFederico García LorcaGabriela MistralGustavo Adolfo BécquerJorge Luis BorgesLuis de GóngoraMario BenedettiOctavio PazPablo NerudaRosalía de CastroSan Juan de la CruzSor Juana Inés de la Cruz