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Poemas y poetas costarricenses

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Voces de Costa Rica: Grandes Poetas y sus Obras Inmortales La poesía costarricense ha dado al mundo grandes poetas del siglo XX y contemporáneos, cuyas obras reflejan la identidad, naturaleza y pasión de esta tierra. Desde Jorge Debravo hasta Alfredo Miranda, estos escritores han dejado un legado en la literatura latinoamericana. Poetas Destacados de Costa Rica Jorge Debravo - Uno de los poetas más influyentes de Costa Rica, conocido por sus poemas de amor y compromiso social. Alfredo Cardona Peña - Su obra explora temas universales con un estilo único. Eunice Odio - Una de las grandes poetisas costarricenses, cuya poesía trasciende fronteras. Carlos Luis Sáenz - Reconocido por su contribución a la poesía infantil y educativa. Poemas que Definen una Nación Entre los poemas más famosos de Costa Rica, destacan: "Los Hijos del Campo" de Jorge Debravo "Canción de la Ternura" de Carlos Luis Sáenz "Costa Rica" de Alfredo Cardona Peña Influencia en la Poesía Latinoamericana Los poetas costarricenses comparten raíces con poetas colombianos y otros grandes poetas latinoamericanos, enriqueciendo el panorama literario con su voz única. Si te interesa la poesía de amor, no dejes de leer poemas de Jaime Sabines o poemas de amistad de otras tradiciones.

Ábrete sexo: Poema de Ana Istarú

Ábrete sexo
como una flor que accede,
descorre las aldabas de tu ermita,
deja escapar
al nadador transido,
desiste, no retengas
sus frágiles cabriolas,
ábrete con arrojo,
como un balcón que emerge
y ostenta sobre el aire sus geranios.
Desenfunda,
oh poza de penumbra, tu misterio.
No detengas su viaje al navegante.
No importa que su adiós
te hiera como cierzo,
como rayo de hielo que en la pelvis
aloja sus astillas.
Ábrete sexo,
hazte cascada,
olvida tu tristeza.
Deja partir al niño
que vive en tu entresueño.
Abre gallardamente
tus cálidas compuertas
a este copo de mieles,
a este animal que tiembla
como un jirón de viento,
a este fruto rugoso
que va a hundirse en la luz con arrebato,
a buscar como un ciervo con los ojos cerrados
los pezones del aire, los dos senos del día.

Poemas y poetas costarricenses

Nos acordaremos todos: Poema de Ana Istarú

lo que duele es aquí
y es de maíz cascado
pienso en mi madre que tenía una banderita
pasó por esta casa fulgurante
pasó por esta espléndida
casa fulgurante
flamante refulgente
con maldita sea
los ramos de heliotropo
la pascuita
árboles bordados pájaros varios peces pericos
los pájaros frutales
el gato sucumbiendo a la pasión
(a las pasiones varias: pájaros peces)
un amor de veraneras mal disimulado
mi primer ramo de novios aromosos
ese beso del cual nunca pienso sanar
pasó pues por esta casa
y hacía de carrusel
de servilleta
de pajarito blanco
de puñetero Niño Dios
era de azúcar
tocaba el té con la falange pequeñita
yo sí me acuerdo
me parece refulgirme refulgente todavía
remojando el corazón en los granitos
yo sí me acuerdo aunque todos se olviden
e insistan cortésmente en que total ya se murió
-nadie se ofenda me refiero únicamente
a sus seres más queridos-
yo sí me acuerdo
y si es necesario
yo por siempre jamás me acordaremos todos
pasó por esta casa
y yo soy el testigo:
toque este hueco
que dejó mi corazón
en su tumba se agolpa un éxtasis de abejas
nos acordaremos todos
aquí es lo me duele
y un carrusel de azúcar siempre nunca jamás

Poemas y poetas costarricenses

Acorde final: Poema de Eunice Odio

Al borde de alegres segadores tiembla el agua,
y ofrece para el orden del labio complacido
dulce rumbo crecido de preñadas mañanas,
y agraria transparencia, dulcemente encendida.

El trigo coronado de apretada espesura,
retiene el desbordado color con que le ordenan
-vecino de la carne- colmarse en primavera.

El ganado decrece tiernamente en lo oscuro
donde dilata el suelo su asombrosa corriente,
y la abeja termina su tránsito de nieve,
y su majada oculta sobre tímidos jaspes.

Y tú, Amado,
que pones rumbo fijo al arado
que circuye la tarde y apresura la rosa,

Dónde tienes el pecho frondoso de raíces,
dónde la sien desnuda sin regazo ni término.

Sobre los pastos suaves, cándidos mayorales
habilitan la uva en que se aloje el vino,
y congregan el clima en que crezca su aroma
y reparta en la lengua manojos de alegría.

Así el verano atiende su reciente hermosura
y sobre el viento solo distribuye sus pájaros.

Así el nácar esparce su quietud y deleite
y su color silvestre reanuda y apacienta.

¡Oh dádivas,
Oh dones terrestres,
Oh suaves alimentos;

Sólo agotar la siembra con el pecho,

Sólo desembocar al gozo y detenerse

Oh piel,

Oh ceniza colmada y balbuciente!

Poemas y poetas costarricenses

Ahora que el amor: Poema de Ana Istarú

Ahora que el amor
es una extraña costumbre,
extinta especie
de la que hablan
documentos antiguos,
y se censura el oficio desusado
de la entrega;
ahora que el vientre
olvidó engendrar hijos,
y el tobillo su gracia
y el pezón su promesa feliz
de miel y esencia;
ahora que la carne se anuda
y se desnuda,
anda y revolotea
sobre la carne buena
sin dejar perfumes, semilla,
batallas victoriosas,
y recogiendo en cambio
redondas cosechas;
ahora que es vedada la ternura,
modalidad perdida de las abuelas,
que extravió la caricia
su avena generosa;
ahora que la piel
de las paredes se palpan
varón y mujer
sin alcanzar el mirto,
la brasa estremecida,
ardo sencillamente,
encinta y embriagada.
Rescato la palabra primera
del útero,
y clásica y extravagante
emprendo la tarea
de despojarme.
Y amo.

Poemas de AmorPoemas y poetas costarricenses

AlgÚn dÍa: Poema de Ana Istarú

Algún día
algún misterioso día húmedo
me volcaré en mí misma para siempre,
y no podrá nadie llamarme
por mi nombre,
porque seré un encierro de paz,
único y eterno.
Algún día húmedo,
con el sello infinito de dos palabras:
no volveré.
Y la vida abierta y dolorosa
bajará rodando por las gradas.

Poemas cortosPoemas y poetas costarricenses

Alumbramiento: Poema de Ana Istarú

Amor, he aquÍ tu casa: Poema de Adriano Corrales Arias

Amor, he aquí tu casa
construida por manos obreras
erguida con la argamasa de las trincheras
en años de silencio laboral
cuando el canto era plaza pública
palabra sortilegio del avance nocturno

Lo nuestro
es la línea del horizonte con el Irazú de las nubes
las altas torres de las iglesias
los pájaros madrugadores
que nos despiertan con su ventaneo
la lluvia al golpetear sobre el asfalto
por las tardes de paraguas cuando te diviso de regreso
desde el balcón desguarnecido

Ésta tu casa
en la ciudad más triste del invierno
descolgada por la cintura del continente

Ésta donde habita la poesía
como una antorcha para buscarnos
en el susurro de los animales blancos
el abrazo profundo donde gimen nuestros cuerpos
para alcanzar las cimas del tiempo
donde me derramo
frente a la verdad contundente de tus pechos
la transparencia púrpura de tu deseo

Estas ventanas abiertas, amor
sus silenciosos habitantes
este mural de palabras
constituyen la Caza del Poeta.

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AnunciaciÓn: Poema de Ana Istarú

¿Y este baño de nieve?
¿Y este aserrín de almendra en los pezones?
Y en mis regiones lunares,
¿por qué esta Pócima lenta de tu boca
volcada como aceite,
saliva somnolienta?
¿Cuáles palabras, cuáles,
me has puesto sobre el sexo?
Navegan hacia un cielo
mis dos muslos sonámbulos,
y en tan tierno declive
un ramillete helado de fresquísimos berros
deslizas del tobillo hacia mi gozne.
¿Y este aroma viril, sus estrellas saladas?
¿Cuáles palabras, cuáles,
escozor de jengibre
de tu barba crecida, entre mi sexo?
¿Cuántos besos has puesto
sobre esta ventanita?
Adiós. No escribes más
con tus húmedos dedos.
¿Qué cosa has dicho? Un algo,
un ya no supe cuál de anunciación.
Te has puesto la bufanda. ¿De dónde viaja a ti
toda la luz?
Adiós dardo bellísimo del sol.
Te yergues todavía. Te estás por ir.
Devuelves hacia el lecho
esa boca sanguínea
y alcanzas con el borde de tu lengua
las cimas de mis senos,
sus morenos torreones de azúcar diminutos.
Abro los ojos. ¿Dónde
miro pasar volando
un abrigo raído?
¿Por qué, como la nieve, en el tejado?
Un dios se mueve en mí.
Adiós, arcángel.

Poemas y poetas costarricenses

Aprisionada por la espuma: Poema de Eunice Odio

I
Aprisionada en cárceles de espuma,
en la medida de tu cuerpo,
no veo pasar la noche,
sólo veo el día
que entra por tus axilas transparentes
y te desnuda.

Veo, amor mío,
el lecho donde estamos
y compartimos
las dádivas,
los cielos...
Todo lo que nos negó y afirmó como lo que somos:
mil años de alegría corporal
y materia sin sombra
y palabras
que se dicen diurnamente porque vienen del aire
y hay que oírlas y decirlas
a través de los árboles
y en lo que no se escribe porque aún no se inventa su
nombre;
porque su júbilo
todavía no ha sido descubierto
y las flores de su alrededor
aún no son cosas del viento
(aún no han ido a un invierno ni regresado a la primavera).

II

Voy a tu cuerpo igual que ir a los ríos,
igual que van los ríos a los pájaros
y ellos al espacio desatado y florido.

Vengo de ti a la era
donde todo es de todos:
los que llegan, los que se han ido,
los que aún no han venido,
los que no volverán...

Porque eso es tu cuerpo:
un adentro, un afuera compartido
por mí y por el viento,
por el mar y los seres que lo guardan;
por el color y las embestidas del otoño,
y las andanzas del verano
¡que viste cosas silvestres
y es custodio de las abejas
y funde las hierbas en un crisol matutino,
en una prolongación de azucenas.

Poemas y poetas costarricenses

APUNTE INTERIOR: Poema de Jorge Debravo

Hoy mi vida no tiene peso alguno:
es un viento, menos que un viento, menos
que una raya de luz.
Ahora ninguno
puede serme oneroso.
No hay terrenos
resquemores debajo de mi alma.

Mi sangre es una roja armonía viva.
Estoy en armonía con la brasa y la calma,
con la voz amorosa y la voz vengativa.

Parece que mis manos no existieran, parece
que mi cuerpo nadara en un agua inocente.
Como un viento desnudo de mi corazón se mece
y hace sonar campanadas dulcemente.

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Arábiga frente a ti: Poema de Lil Picado

Frente a ti soy desnuda,
pequeña,
irremediable. Frente a ti me abandona
esta lúcida esgrima
de mi mente,
me quedo siendo música,
mirada,
dulce esquema del mar,
jazmín incandescente...
y entonces tú no quieres,
no puedes,
tocarme.

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Arábiga de la sombra: Poema de Lil Picado

Así como la sombra está tendida
a los pies de su árbol,
quisiera yo estar siempre junto a ti,
mi amor, mi amigo;
simplemente tenderme, estar ahí,
sobre la hierba que te circunda.
Ser luz que tú desvistes
con tu cuerpo,
no ser tuya, ser tú
en viceversa pura. A tus plantas tenderme y alargarme
y recogerme en ti, como anillito oscuro,
para entonces besarte las raíces,
las más umbilicales y remotas,
las que parte de mí,
de mí... tu sombra.

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Amado NervoFederico García LorcaGabriela MistralGustavo Adolfo BécquerJorge Luis BorgesLuis de GóngoraMario BenedettiOctavio PazPablo NerudaRosalía de CastroSan Juan de la CruzSor Juana Inés de la Cruz