Poemas de Yolanda Pantin para leer.
Sobre el poeta Yolanda Pantin [occultar]
Pantin no solo es poeta, sino también una destacada ensayista y traductora. Ha trabajado con autores como Emily Dickinson y Marguerite Yourcenar, llevando sus obras al español. Además, fue cofundadora de la editorial Pequeña Venecia, dedicada a difundir la poesía venezolana.
Aunque su nombre no es tan conocido fuera de círculos literarios, Yolanda Pantin es una de las voces más importantes de la poesía venezolana contemporánea. Su obra sigue siendo estudiada y admirada por nuevas generaciones de lectores y escritores.
Augustos, en el valle, los muros columnados.
No claudicarán del roble en la senda y en los
pasos. Ni una sombra entre los dientes, por ellos,
el cristal. No se rinden siquiera del árbol y
las ramas. Penden del filo el héroe, las lanzas,
la gloria en los cabellos. El oro, los belfos y
el que ruge de los años erguido hasta
la muerte.
Poemas cortosPoemas y poetas venezolanos
Todo lo que me separa de ti
es tristeza
Todo lo que siente
corazón distante
muda pena
es todo cuanto escucho
mío cante
Madre
que estás en aquellos
que he amado
Sombra
cuya sombra mudó
hasta alcanzarte
fría tierra
dó el niño dejó
y fue instante
Cuanto siente
ciega
corazón grave
todo lo que me une a ti
es tristeza
Poemas cortosPoemas y poetas venezolanos
Esta casa surge despacio en el agua de la lluvia que caía por los muros y olía a yerba y a todo eso. Antes salían ellos, los siempre vestidos, y uno se quedaba mirando por detrás de las puertas toda esa agua que irrumpía por los muros y las ventanas abarrotadas. Siempre el gesto cuando el cielo caía desaguándose. También Dios mudaba escaparates en el cuarto de al lado de techo enorme con murciélagos y todo. Uno miraba el aire y predecía; hasta nos besábamos los labios de ser tan fértil la tierra de esta casa. Siempre, siempre, había en los pasillos, en los corredores, en cada una de las columnas, había en el zaguán un miedo acongojado. Nos entran por los ojos letanías cuando de noche relucen candelabros, la mesa y la plata dispuestas, ellos tan vestidos y uno en la puerta rogando de la lluvia por afuera de los muros, la cal y los espejos.
Música
en el cielo
en los oídos
en la piel del antebrazo
dormiremos esta noche
roja de la sangre
sed
todo ha muerto
Poemas cortosPoemas y poetas venezolanos
Las ciudades, como los sueños, están construidas de
deseos y de miedos.
Italo Calvino
Escribir sobre el amor
los ojos calmos de Verona
-poesía eres tú-
Imaginar una ciudad invisible
como ella
reflexionar sobre la muerte
y la fotografía
Ser fiel y atento
a todo lo que en ella se niega
suspicazmente
tácita y oblicua
recordar
-sobre todo-
que aquello que se ama
no existe
Poemas cortosPoemas y poetas venezolanos
Yo he hecho de todo
en esta vida
mil amores de años
con Alberto
Abogado
Ejercí como abogado
Tengo dos hijos
sanos
qué más puedo pedir
No viajo
le tengo miedo a los aviones
Además
viajar con el marido de una
cuesta demasiado
Poemas cortosPoemas y poetas venezolanos
Por costumbre
se acuesta en la cama
a esperar a su marido
que llega siempre tarde
da las buenas noches
bosteza
Ella se va al baño
aplaca la furia
con su mano maestra
recostada en la toalla
cuando él entra y pregunta:
«¿Qué haces aquí?»
«Nada», responde.
Poemas cortosPoemas y poetas venezolanos
Cuando jueguen. Cuando cierren puertas y nadie
diga escondido. Sin que rendijas. No te alcanza
el destello. Es juego. Abrimos ojos de grandes.
Lo que me cubre para que no me veas. Que no me
ronde el silencio; dijera. Se me alarga una lluvia,
se prolonga hasta lo último y no puedo. El miedo
de tenerme tan remota. Este ritmo. Esta pausa.
Como si nadie. . . Para que nadie me delate.
Poemas cortosPoemas y poetas venezolanos
Aunque sin hambre debo comerme todo
llenar mi estómago de frutas y de pasto
mi sed toda beber las jarras de agua
que me fueran ofrecidas
los refrescos
Debo saciar mi pensamiento
de muchas maneras engordarlo
darle lumbre al fuego que me alumbra
pollo
las mesas de la casa dispuestas
para el niño que llega sin hambre
Mis fauces tribales quieren carne
mis dientes de leche amoladarse
porque viene el silencio si no
a torturarme