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Yolanda Bedregal

Yolanda Bedregal

Poemas de Yolanda Bedregal para leer.

Yolanda Bedregal: El invierno de nuevo

La hierba del solar ha crecido con fuerza.
No ha habido un solo día de este otoño
en que los elementos
le hayan dado la espalda.

Desde aquí puedo verla.

Es un regalo
frente al dolor inerte de los muros.
El viento, el sol, las nubes, le han sido favorables
(también ellos, con su espalda de sombra).

En esta edad anómala y terrible,
pienso en mi amor;
se parece a esta hierba.

Poemas cortosPoemas y poetas bolivianos

Yolanda Bedregal: Juan bernier¡vaya poeta

Juan Bernier.¡Vaya poeta!

Lo mismo en prosa que en verso
nos da una lección completa
de la voz del universo.

Lo mismo entiende de tierra
que del espacio estelar,
del hontanar y la sierra,
de la vida y el cantar.

Poemas cortosPoemas y poetas bolivianos

Yolanda Bedregal: Juan Gert

Mi sueño se hizo dulcemente cal.
La bóveda perfecta de tu cráneo
enclavada en la mariposa de mis huesos
es frágil tulipán
coronando las alas abiertas de la pelvis.

Sacas el molde al mundo
en mi cintura breve;
recogido y devoto como un rezo,
hilas con mi sangre el Universo,
hijo mío.
Creces dentro de mí
como en vaso ritual.

Por ti conozco
la humildad de ser la tierra fértil,
por ti el orgullo del vital milagro;
por ti soy urna bíblica,
por ti soy comunión y penitencia.

Por ti la muerte en su medalla acuna
perfil de piedra en querubín de niebla.
El vivo tulipán de tu cabeza
saca de nuevo el molde al Universo.

Poemas y poetas bolivianos

Yolanda Bedregal: Langueur

Dulce y agudo dolor de estarse vivo.
Siento latir mi corazón
y a veces siento que,
de pronto, se detenga.

Dulce y agudo dolor: brizna amarilla.

Poemas cortosPoemas y poetas bolivianos

Yolanda Bedregal: Madurez

Ya no tiene mi sangre la sustancia
de miel cobarde y tentador aroma.
El látigo del tiempo cristaliza
secos rubíes de irisado fuego.
Cuando era flama de hojarasca, ardía
sobre las bocas en voraz relumbre;
hoy es carbón ardiente en el rescoldo
de sol madura en pródigo entregarse.
Quien me tomara como virgen campo,
se fue tras la moneda de la luna
y no sabe cuán densa ha florecido
su pisada casual de vagabundo.
Y el otro, en la renuncia del tesoro,
que daba muerte para darme dicha,
heló mi corazón en un espejo
donde está nuevo lo que está finito.
Encuentro y desencuentro fue condena
tocando simas de halagüeño infierno
para subir en rotos eslabones
como planetas libres al desastre.
¡Qué terca lava se fraguó en mi sangre!
Si por encanto el tiempo recobrara,
repudiaría Lázaro en mi pecho
la miel cobarde en los rubíes secos.

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Yolanda Bedregal: Nacimiento

Ultimo día del invierno y primero de la primavera.
Ultimo día de la tibia tiniebla de la entraña
para entrar en la fría luz del mundo.

Yo estaría madura de la sombra, de la nada,
del amor: madura de la carne en que crecía.
Y asomo mi cabeza con un grito:
flor de sangrante herida
cúspide lúcida del dolor mas hondo
jubiloso momento de tragedia!

Mi madre habrá tenido sus ojos, lacrimosa,
a la semilla de las cruces.

Nadie pensaba entonces que relojes
de cuarzo o girasol la esperarían.

Al vórtice de esta hora, cuantos muertos
habrá resucitado en el vagido
que tenia la alcoba de luz verde.

Yo habría de cumplir cuantos designios,
tendría que repetir la mascara de algún antepasado
quién sabe la ponzoña de su alma, o su nobleza;
realizar sus venganzas, restañar sus fracasos.

Venir de la resaca de unos seres lejanos
que se amaron un día
que se encadenaron con la vida
ser argolla mas de esa condena.

Saber que somos frutos de un punto de alegría
y ese germen, ¡Dios mío!
desde qué grietas sube, de qué simas?

De la tibia tiniebla a la luz fría
hendiendo vida y muerte
la frágil levadura su eternidad mordida.

Poemas y poetas bolivianos

Yolanda Bedregal: Nocturno de lágrimas

En las noches de lágrimas
maduran nuestras almas;
bajo la luz del llanto
nos es dado palpar las intangibles
paredes de distancia entre las vidas.
Sólo en noches de lágrimas
nos es dada la gracia
de encontrar el matiz de los silencios
y los colores de la sombra.
Sólo en noches de lágrimas
los seres que ya han muerto, nos consuelan;
los que nos dejaron, nos reclaman,
y nos pide perdón lo que no ha sido.
Sólo en noches de lágrimas
los que se aman, saben que se aman;
el lecho no es ya bosque de caricias
sino blanco mantel de comuniones.
Una noche de lágrima aclara
el mar en tempestad de la vigilia,
y vemos de recónditas esquinas
cada cosa adquirir su propio nombre.
En el llanto de amor nos conocemos
más que en todos los besos de la dicha.

Poemas y poetas bolivianos

Yolanda Bedregal: Nueva formulación de la distancia

Para ti las corté por la mañana.

Las rosas que descansan en el vaso
quisiera que en tu cama reposaran.

Las rosas que corté, puede que en vano.

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Yolanda Bedregal: Ojos para el llanto ajeno

Déjame llorar el llanto de todas tus soledades
y de todos tus cansancios.
Siempre he llorado abandonos y pena de los demás,
mi amor nunca fue mi amor.
Siempre fue cubrir heridas abiertas por otra mano.
Mi vida nunca fue mía.
Cada vida es algo mía, yo soy de todas las vidas.
No será mía mi muerte.
¡Ni eso tengo sólo mío! Todos se mueren en mi
sólo lloro el llanto ajeno y el dolor de los demás.

Has de olvidarme mañana, lo mismo que él me olvidó.
Tengo en mí, sino de madre;
todos lloran en mi falda y yo siempre lloro sola.
¿será que rechazo al hijo
eterno que duerme en mi y su lamento obstinado
es un gong de negación?
Lloro por todos los hombres en cansancio y soledad.

¡Nada es mío! ¡Nada es mío!
Ni mis ansias, ni mi hijo, ni mi vida, ni mi amor.
Sobre el sordo Cosmos lloro
cansancios y soledad.

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Yolanda Bedregal: Presencia

El muchacho era tan bello, que no era de este mundo
Era otro mundo él solo, de flor y un manojo de venas.
Lo mirabas y era aparte, lejos de ti, como un bello animal suelto,
en un universo verde de agua y de praderas
ponías la mirada en él y lo encontrabas vivo, igual que tú,
pero pensabas que era una flor, una gacela con junco, un lirio.
Querías amarlo, y resbalaba la mirada en la flor de carne,
y como miras a lo que tiene alma y venas y sentidos,
el muchacho pasaba ante tus ojos de entrega,
sin verte, sin mirarle, dando muerte a tu mundo,
con su presencia plena,
para la que no existías

Poemas y poetas bolivianos

Yolanda Bedregal: Rebelión

Miraba yo la pampa inmensa soñando con el mar.
Miraba yo la pampa tensa, tan alta, tan serena,
tocando con el cielo su frente de cristal;
un acorde de grises y violetas su manto,
que altura en la belleza!
que altura en la belleza!
que majestad estática en el día altiplánico!

De pronto un niño llora.
Entre la paja brava, con su ponchito viejo
llora un niño. Por que?
Quien sabe.

El indio aymará se lleva el grito en su raza,
y su clamor innato
desgarra la serena nobleza del paisaje.

Un niño, un llanto humano es una herida abierta
que ensangrienta este mundo.
Tiemblan y se estremecen los monolitos míticos:
se rompen y entreveran los caminos de paz.
Hay maldad en la tierra.
Arde lo que era de hielo.

Las palabras suaves se crispan en los puños
desafiando al relámpago.
Corro sobre la pampa desaforadamente;
me quema el corazón como una brasa.
Hay maldad en la tierra, hay injusticia.

Quizás mas lejos halle la bandera que busco.
Quiero la gleba abierta con sus labios de surcos
como un libro de música.
Quiero que se calme este llanto de niño
que es llanto del mundo.

Poemas y poetas bolivianos

Yolanda Bedregal: Resaca

Cuando ya la resaca deje mi alma en la playa,
y del arco agobiado de mi espalda se vaya
el ala cercenada, cual vela desafiante,
en cicatriz y estela prolongará el instante.

Quedarán vigilando, símbolo intrascendente,
dos pobres ojos pródigos y una mendiga frente.
¡Catacumba de agua, amor! ¡No me conoces!

Ni nadie nos conoce. Sólo hay fugaces roces,
desencuentros, en la prieta mudez de encrucijadas.
Expían su demora presencias nunca halladas.

No son cruz ya los brazos ni altar para holocausto
de salvajes ternuras. Con su claror exhausto,
un sol desalentado ahonda los abismos.

Somos polvo y lucero, todo en nosotros mismos.

Para esta elemental ceniza taciturna
sea la inmensa lágrima del Mar celeste urna.

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