Rusia: 1932-2017
Poemas de Yevgueni Yevtushenko para leer.
Sobre el poeta Yevgueni Yevtushenko [occultar]
Su poesía, directa y emocional, logró conectar con millones de lectores dentro y fuera de la URSS, consolidándolo como una voz indispensable del siglo XX.
El sauce no ha llorado aún todas sus lágrimas.
A su sombra, en la orilla me quedé pensativo:
¿cómo hacer feliz a mi amada?
¿Es que acaso no pueda hacer más?
No le bastan los hijos, la abundancia,
lo poco que nos damos al cine, a los amigos.
Me necesita enteramente, sin reservas.
Mas, estoy hecho de sobras. Yo soy diamante en bruto.
Entregué mis hombros a las causas de nuestra época,
a toda su dura carga,
no dejé espacio a la ira de mi amada
y privé su llanto de mis brazos, de mi regazo.
Hoy, la amada ya no recibe flores de su hombre.
Arrugas, sí. Faenas domésticas.
El hombre engaña por placer,
la mujer traiciona por dolor.
¿Cómo puedo hacer feliz a mi amada?
¿Qué puedo ofrendarle esta noche
si la manzana que le da la vida
ya está rancia y agusanada?
¿Por qué a la bienamada se le ofende
tan sin razón como tan a menudo?
Cómo hacerla infeliz, todos sabemos.
De cómo hacerla feliz, no tenemos memoria.
Versión de Heberto Padilla
Mi amor vendrá
y abrirá de repente sus brazos
para estrecharme en ellos,
comprenderá mis miedos, observará mis cambios.
Desde la negra lluvia, desde la densa oscuridad,
sin siquiera cerrar la puerta del taxi,
subirá la vetusta escalinata,
ardiente de amor y alegría.
Entrará sin llamar,
tomará mi cabeza entre sus manos
y de una silla su abrigo azul de piel
resbalará dichoso.
Versión de Heberto Padilla
Poemas cortosPoemas y poetas rusos
La mitad no quiero de nada!
¡Que sea mío el cielo todo!
¡La tierra toda, mía!
Mares y ríos, el torrente de la montaña,
¡míos! No los comparto.
No me seducirás, vida, con una parte.
¡Será todo o nada! ¡Yo podré con todo!
N o quiero ni la felicidad
ni el dolor a medias.
¡Quiero, sí, la mitad de la almohada
donde, pegado a tu mejilla,
como una pobre estrella fugaz,
fulgure el anillo de tu dedo...
Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
A Masha
El último intento de ser feliz
ciñéndome a todas tus curvas, todas tus sinuosidades,
a la blancura trémula y balbuceante
y a las bayas con el opio del saúco.
El último intento de ser feliz
como si mi fantasma, al filo del abismo,
quisiera saltar huyendo de todas las ofensas,
allá donde hace mucho estaba yo arruinado.
Allí sobre mis huesos rotos
se posa una libélula,
y las hormigas visitan tranquilamente
las cuencas de lo que ayer fueron mis ojos.
Ya me hice alma. Ya no estoy en mi cuerpo.
Escapé a mi prisión de huesos
pero me hastían los fantasmas
y otra vez me llaman los abismos.
Un fantasma enamorado ahuyenta más que un cadáver.
Pero tú no te asustaste sino que comprendiste
y juntos nos hemos arrojado como a un abismo
y el abismo desplegó unas blancas alas
que nos levantó sobre la niebla.
Y estamos tendidos juntos, no en la cama
sino en la niebla que apenas nos sostiene.
Soy un fantasma. Ya no se quiebra mi cuerpo
pero tú estás viva y temo por ti.
Otra vez revolotea el cuervo fúnebre
en espera de carne fresca, como en el campo de batalla.
El último intento de ser feliz.
El último intento de amar.