Temas Poetas

Víctor Botas

Poemas de Víctor Botas para leer.

Víctor Botas: Medina Azahara

Dos miradas se amaron en secreto
durante muchos años. Dos palabras
no dichas. Dos palabras que nadie
habrá de pronunciar. Pobres tesoros
que guardan pobres páginas. (Lo mismo
que este roto jardín, el delicado
amor de Abderrahmán.)

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Víctor Botas: Mediodía (Entre las olas que se obstinan)

Entre las olas que se obstinan
en la arena
y los tamarindos que se mecen
en manos de la brisa
surge
súbita como un salto
de gacela
la mirada temible de una niña.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Víctor Botas: Memento (¿A qué ese vano afán? ¿Es que no sabes)

¿A qué ese vano afán? ¿Es que no sabes
el fin para el que estás determinado?:
andar, andar sin rumbo, andar en cierto
modo como si ciego, por lugares
que nunca podrás ver. Piensa un instante:
¿de qué te sirve el oro? No te quiso.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Víctor Botas: Mis jóvenes amigos

La espuma y altas proas en la espuma
de las playas de Italia y de Virgilio.
Ese Eça de Queiroz - tan estirado,
y toda la ironía que se trae en sus páginas.
París, que se resume en las mañanas
grises de Simenon. My rose, my rose,
tenue final de un soneto de Shakespeare
que hoy quisiera olvidar.
Ah, mis amigos,
mis jóvenes amigos, tan cachondos.
Mis amigos más fieles, los que nunca
nunca, ni a bien ni a mal, me dejan solo.
Nulos, anonadados, perfiles ya
en brazos de la muerte y sin embargo
aún conversan conmigo tan pimpantes.
(Pero de qué me valen todos ellos
si a mi rosa de júbilo y de espanto
la separan de mí, como la fiera,
espacio y tiempo y ritos y temores.)

Poemas y poetas españoles

Víctor Botas: Noche oscura del alma

Tu carne
tan desnuda
quieta
en la oscuridad
Tus pechos
dos
temblores
dos
lunas
en medio de la noche
Mis brazos
te rodean
violento
cuerpo a cuerpo
lucha
que sólo acabará
conmigo
sobre ti
conmigo
que me voy enredando en esas algas firmes
húmedas
suaves como tentáculos
Hasta que allá
en la calle
se acerque el alba de puntillas
sorbo
una a una tus lágrimas
gozosas
mansamente te lamo
chupo
igual que chuparía
un niño un caramelo
de frambuesa
Tu boca
ahora me sabe a almíbar
ahora
a cortezas amargas de naranja
Veo
a Dios
justo en ese momento en que mi cuerpo
se vacía de golpe entre tus piernas
Dices
(y es muy cierto)
que soy tímido y muy muy indeciso
y que siempre consigo lo que quiero
- lo malo
es que tan sólo quiero
un poco más
de ti
un poco
más
en esta larga noche que se niega a morírsenos
así de cualquier modo
entre las manos
Estoy solo
Amanece
Una campana salta como un gato
sobre todas las cúpulas
las cópulas
y todos los tejados humeantes
La bruma
suelta su pedrería en la ventana
araña
los cristales
y me muerde la espalda con desgana.

Poemas y poetas españoles

Víctor Botas: Paisaje (El paso innumerable de las olas)

El paso innumerable de las olas.
La inquietante presencia del crepúsculo.
La noche en el sauzal, depositando
su voluntad de sombras.

Pero no estabas tú, y aquel instante
en vano negará
su propensión a olvido.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Víctor Botas: Palabras para una despedida

El ciego Amor se me posó en los ojos
y te vi como sólo puede él ver a sus hijos:
coronada en la noche de fragantes guirnaldas
y danzando en silencio a la luz de la luna,
en un temblor de sistros que agitaban tus manos.
Tú misma te encargaste de romper el hechizo;
tú misma, tú, esa magia, ese encanto, los dones
que el azar impasible así nos ofrecía,
como quien te regala sin motivo una rosa.
Y el dios loco escapó: huyó espantado y solo,
hacia alguna otra parte, los párpados sellados.
He aquí tu grandeza, tu miseria, tu sino.
Tu victoria también sobre un dios inocente:
durante un breve tiempo las divinas miradas
se fijaron en ti y me fueron dictando
cosas que están aquí, que aquí se quedan - quietas -
y me salvan de ser tan sólo un pobre imbécil,
y a ti (no, no es necesario que me agradezcas nada)
de ser sombra y ser polvo y ser nadie y olvido.

Poemas y poetas españoles

Víctor Botas: Paolo y Francesca

Esta noche, Francesca,
tus ojos son dos pájaros y van
en vuelo delicado
hacia un silencio verde de hondas ramas
sin nadie.

Vuelo quieto del ibis impasible,
del ibis mayestático sobre un Nilo ya apócrifo.

Ojos en los que siempre siempre está
soñando cosas raras
una esmeralda líquida en peligro.

Esta noche, Francesca, nuestra noche
última (fiel veneno
en el tímpano joven de un príncipe durmiente)
se derrama despacio, gota a gota,
en tus manos desnudas.

Manos que entre las mías eran (son)
dos palomas torcaces en su nido.

Nido de piedra verde y crepúsculos rojos
como espadas después de la batalla.

O labios entreabiertos
Palpitantes
Labios
que, como el mar, gimen de bruces
en las tibias arenas de tu cuerpo.
¡Ah, Francesca!: tus labios, de tan fríos,
pronuncian los oráculos
de esa muerte incesante que nos une.

Tácita Celestina, muda virgen que cela
nuestro amor
en las complicidades de la sombra.

¿Qué es el amor, Francesca?
¿Qué diantre es el amor?

Unos ojos que el tiempo ha dibujado
en el cristal preciso de otros ojos.

La tarde que no fue lazo ni cárcel.

Esta muerte incesante que nos une.

Que nos une, Francesca.

Vaga rosa imprevista reposando
sus pétalos valientes
en las húmedas fauces del invierno.

Una muerte dantesca, sí: la sola
que merece la pena de vivirse.

Poemas y poetas españoles

Víctor Botas: Retrato

Ojos tristes. Azules.
No conocen, mas saben.
No miran, pero duelen.
Se derraman
gota a gota en el vaso
íntimo de algún sueño.
Fueron.

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Roma: Poema de Víctor Botas en español fácil de leer

Víctor Botas: Sábado

Más de una hora inquieto,
tratando de encontrarla por las calles, apostado
en sitios estratégicos - esquinas
en teoría casi inevitables, húmedos
bares de tres al cuarto, paradas
de autobuses… qué se yo -
y ahora,
ahora estaba ahí,
tranquila,
tan campante, guapísima, del otro
lado del cristal.
La había visto
de lejos - de muy lejos
diría,
para estos ojos miopes con que ando -
Ahí está
ahí está, pensé,
y se agitó mi espíritu lo mismo
que se agitan las aguas tristes de los lagos
con la brisa de otoño.
Era el momento,
esa ocasión que ni pintiparada, única: bastaría
con empujar la puerta,
mentir
un simple encuentro fortuito,
entrarle al quite, buenos
días caramba, vaya una
feliz casualidad, y todo hecho,
todo;
y luego, ya se sabe, cada uno
debe tener su arte de enrollarse, su ars
amandi, como ya dijo Ovidio.
Era el momento
sí.
Pero pasé de largo
igual que un apestado, como un perro
con pulgas
y el rabo bien metido entre las patas,
jadeando,
sin osar tan siquiera echarle una mirada de reojo:
apijotado, vamos.
Pasé de largo
como las aves pasan en los cielos
y el sol sobre los días
y las flores
que quieren reposar en sus cabellos
y morirse en sus manos,
y no saben.

Poemas y poetas españoles

Víctor Botas: Soneto de los misterios dolorosos

Ciertos andares levemente hombrunos;
un diente que ahí está… descolocado;
la nariz regordeta, o bien, alzado
su arco un poco más de lo que algunos
puristas (pienso en Fidias) aconsejan.
Aquella piel tan pálida que muertos
ya sus pies te parecen; los inciertos
pasos adolescentes que se alejan
(¡y, oh Dios, con qué torpeza!) de ti; esa
diabólica sonrisa… Cuántos años
y no entender aún de qué extraños
ardides usa el Ciego con su presa.
¿Tras qué desastre, pues, tras qué impostura
te esperará la fiera, insomne, dura?

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