Poemas de Vicente Núñez para leer.
¿Cómo he dilapidado tanto afán, amor mío?
¿Por qué tejí poemas en días ya lejanos
pudriendo de silencio mi voz? La insomne palia
de Penélope astuta cada vez me alejaba
más y más de lo único que importaba a mi vida.
Y cuando al fin llegaste arrasándolo todo,
verso de carne mío más hondo que el ensueño,
un himno de hermosura nos fundió para siempre
en la doble y perfecta mudez de la armonía.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Te amé tanto que, un día, abandonó mi alma
la cárcel de su cuerpo. Errátil, y no hallándote,
regresó a la morada que yo daba por mía.
Mas no estaba mi cuerpo donde allí lo dejara,
sino el tuyo, vastísimo, como un templo de oro.
Y no le diste asilo. Y ya no tendré muerte.
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En el gabinete de Walter Wartburg
En el frío papiro de turbios editores
volqué yo aquellas ansias de una pasión sin límite.
¿Era eso mi vida? Asco me dio de ella.
Con qué clarividencia sentí que estaba muerto.
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¿No fue mía la noche? No era mía. Sus lágrimas
¿no fueron en mi vida murallas como llantos?
¿Qué hacía la hermosura, la burda; allí, qué hacía?
¿No eran mías las lóbregas noches suyas? Ah, nunca
fueron mías. ¿Y aquellos ojos rojos que ardieron
como extáticas lámparas de amor, en la apacible
e infinita tersura de una noche de estío?
Pavesas para tiempo de miseria y memoria.
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En tanto que de rosas
hacemos una piña…
San Juan de la Cruz
La cueva sin nadie que conocía el agua
y las espátulas de pizarra del mar contra las rocas
no eran una música más arriba,
o que provocasen siquiera frente a barcas de palo.
El frío del Altísimo,
tras la solar hoguera de los montes,
un silbido espeso derramó y palpitábamos.
«Ángeles son, y no contadas naves».
Y cuando lo decías,
sin ese esfuerzo que inutiliza el recuerdo,
un pecho tierno me brotó de repente:
ángeles son, dejados a su avío;
en tanto que de gozo se me apiñó la dicha.
Lo que de amor yo supe
lo aprendí desamándote.
Por eso te idolatro
mejor que si te amara.
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1. Sólo a mis amigos ignorantes debo reflexiones sobre la
sabiduría.
3. La sabiduría es inculta.
4. Tan inútil es el oro como la sabiduría. Siempre gana el
ladrón.
10. Conserva siempre tu ignorancia. Te hará dios.
11. Mi maestro es un niño. No dejéis que se acerque a mí.
17. Es muy aconsejable dar a las conclusiones tratamiento
de hipótesis.
21. Todo lo previo a la conclusión, sobraba.
30. La actividad desborda al pensamiento.
31. El pensamiento es lo corpóreo.
32. El pensamiento es insumiso a la coherencia.
37. Cuando se envidia se desmorona la inteligencia del
desprecio.
38. Galileo tenía de Einstein un concepto newtoniano.
41. Todo lo inteligente es cine.
43. Bendita seas, pobreza, que haces posible la sabiduría.
3. Cuando hablamos de analfabetos no indagamos de
qué alfabetos están llenos.
8. ¿Notáis lo oscuro del lenguaje?
12. Los dialectos no tienen dialéctica, sometidos como están
al imperio de los idiomas.
17. Desde Platón a Rousseau, las utopías se han venido
escribiendo con lenguajes tópicos.
20. El lenguaje cateto es presexual y nunca superior al
alarido último.
24. El tabú no es una coactividad, sino una huida petrificada.
42. ¿Cómo habrá que vivir para hablar así?
54. Las palabras no engarzan reflexiones, pero las reflexiones
si engarzan palabras. Eso es lo importante.
Decías que querías llevarme entre tus manos
-yo besé esa locura, yo la lloré y la quise-,
como a un frágil lucero de amor alucinado;
casta palma y abierta que irradiase en tu noche.
Y vi cómo la alzabas, cómo su luz se erguía
frente a los farallones férreos del mundo, contra
las turbias embestidas de lo oscuro y lo incierto,
ante esa furia cárdena que rugía en tu ergástula…
Pero el mal fue más hondo. No dimos la batalla
por falta de enemigo. Todo está consumado.
como un puñal ardiendo;
un revólver sonoro,
una tortura de instrumentos.
Las rosas, el champán…,
-¿te duele?-, el gesto
tuyo, como de alondra
que me abrasaba de tu aliento.
Dispara ya, y abrázame,
que estoy dispuesto
a todo, y se hace tarde
para morir. Soy lento.