Poemas de Sonia Silva Rosas para leer.
Me sepultaron a los veintiocho,
durante junio,
inesperadamente cavaron el pozo
y arrojaron sobre mí la tarde.
Ni siquiera el grito,
sólo el canto de la cigarra
en plena liturgia.
Desde entonces,
solitaria en el jardín
y repleta de furia,
germina mi ausencia
en los árboles
que tanto cuida mi madre.
Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos
A través de este hueco respiro
las palabras que los otros lanzan al exilio,
siento su dolor
en el intento por descoser tardes
a su piel prendidas,
¡cuánta desesperación en sus dedos,
separan las carnes!
resulta difícil cortar los hilos
que sostienen al sol a fuerza de lágrimas.
Detrás del cristal
- gritos mas no palabras-
tardes que se aferran a los hilos
y el dolor de la carne
en su dibujo rutinario
- de muerte prematura-
Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos
La distancia es cementerio de ausencias,
nopal cosido al pecho
cuerpo tendido en la autopista.
Es humo
que lanzan los olvidados
a la noche,
himno a la soledad,
refugio de los trastornados.
Es el bajel que abordan los suicidas.
La distancia arroja sus migajas
a los abandonados,
esos que andamos por el mundo
con el corazón expuesto:
últimamente la distancia
practica el tiro al blanco.
Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos
Para Alí Chumacero
Más allá de la primera imagen
de la mirada que arrojó Dios Padre sobre estas piedras
del mármol que revienta las cuencas de los muertos
de las palabras y sílabas
y nombres que faltan por nombrar
de las sombras aún ocultas en el vacío
y los últimos pellizcos de luz
que contemplan los sentenciados.
Ahí, detrás de la lucha circular
entre noches y tardes,
en algún dedo que hábil señala
la caída y renacimiento de las estrellas,
detrás del grito de las parturientas
y del equipaje del viajero
que nunca se decide a partir.
Más allá, justo en el hueco
que deja el dolor,
en el límite preciso entre ruido y silencio
me descubro con mi lápida a cuestas
en franca huida del olvido.
Ya no quiero dormir,
no deseo buscar entre los rescoldos de la noche
la máscara del día siguiente
ni darle tranquilidad a mi espíritu;
para mí la paz es ajena,
no la conozco, nunca la he visto
y no pretendo encontrarla cerrando mis párpados.
¿Qué de bueno puede tener
eso de permanecer inerme por algunas horas
mientras el silencio agrieta mi rostro,
aturde mis ganas y se lleva las fuerzas?
Mejor los ojos abiertos,
fingir la muerte sin descanso alguno
con los sueños tatuados en el tirol
y el remolino de las sombras
haciéndome gestos.
Mejor el respiro de quienes duermen,
de quienes asumen su muerte desde ahora
y se conforman con ser murmullo en la historia.
Yo prefiero no dormir.
¿Qué de bueno puede tener
eso de buscar tranquilidad
detrás de una máscara?