Poemas de Rolando Sánchez Mejías para leer.
La enfermera se pasea como un pájaro devastado. Es pequeña, voraz
y su labio superior, en un esfuerzo esquizoconvexo y final, se ha
constituido en pico sucio. Por otra parte (muestra el médico con
paciencia): 'esos ojitos de rata'. Tampoco el Director (de formación
brechtiana) deja de asombrarse: 'Perturba la disciplina con sus si-
mulacros. De vez en cuando logra levantar vuelo. Claro que lo haría
simplemente de un pabellón a otro. Pero, como quiera, eso representa
un problema para la institución.'
I. M. St. Mallarmé
Habría, a la salida del bosque, algún pensamiento virgen. Cierta
sonoridad de plata, o blancura, conseguida, a duras penas, con el
esfuerzo del cuerpo (de M. y los demás). Cierta pena, sobrevivencia
del alma, por el esfuerzo. Y la Luna, que señala los vestigios de la
lucha. También la inclemencia, sobria, de los árboles, blanqueados,
el dorso, por esa Loca de la Casa, allá en lo alto. Cierta sonoridad
de plata, o romántico murmullo, al final, apenas inteligible, el pobre.
Y el cuerpo, un viva por el cuerpo, se lo merece.