Poemas de Roberto Echavarren para leer.
Sobre el poeta Roberto Echavarren [occultar]
Además de escribir, Echavarren era un ávido lector de filosofía y arte. Le apasionaba la música clásica y el cine experimental, elementos que a menudo se reflejaban en su poesía. Su círculo intelectual incluía a escritores como Severo Sarduy y Néstor Perlongher, con quienes compartía intereses estéticos y políticos.
No pudieron resistir, no pudieron mirar
tu hermosura, tu comercio con el aire.
Narinas, boca, ano, sexo, oídos, ojos:
cosieron tus aberturas.
Monstruo de hermosura, cosido monstruo.
Cerraron orificios de tu piel,
condenaron puertas de tu cuerpo
a ningún tráfico. Bola de carne,
comerciaste sólo contigo en el misterio
del interior clausurado para siempre.
No te violaron. No te perdonaron.
Te veneran sin interrogarte.
Has dejado de torturarlos; te devolvieron
la tortura puntada por puntada.
Ya no prometes nada a nadie.
Nariz, ojos, boca, ano, sexo, oídos:
flautas rotas donde circulaba tu poder.
Antes prometías todo a todos,
golpe de rayo, últimos ecos de la lluvia,
insondable, luminoso.
Repartía tu voz las montañas,
despertaba chasquidos en las hojas.
Pusieron dique a tu amenaza.
Te veneran cerrado.
Yo soy el hombre de mi destino, etc., aquí en una casa
sola, la técnica del bebé o la viudita
sin persuadir a nadie, sin que crean en mí
yo soy la momia de la calle Arturo, preparo el café
con menta, descubrí que me había muerto, en aquella tarde
con los negros verdosos, las lámparas de mercurio rosado
- su memoria no la respeta nadie, dije.
Poemas cortosPoemas y poetas uruguayos
Ingrávido de materia sutil
el aire en espiral se inclina - oído por la suerte.
Y antes de respirarte
sube el musgo arrancado a los ladrillos
como tonda lasca que arrojó el verano
de los ojos. Antes de olvidarlo, por no sabido
estrecho del sentido, pudiendo barajarlo, tenso e ido,
cifra el redondel de una plaza, el ventanuco blancuzco
con un fondo verde de pecera.
'A la del balcón o la ventana
arrojada la tiene sin caerse.'
Sube la ducha y sube sabiendo que al subir
la presión no rompe el caño,
en canonjía de hierba y resguardo del petate,
como si al saber no romper
estuviera escupiendo los restos de un rasgado
mantel a rayas.