Estados Unidos: 1874-1963
Poemas de Robert Frost para leer.
Sobre el poeta Robert Frost [occultar]
Frost murió el 29 de enero de 1963, dejando un legado que continúa inspirando a lectores y escritores en todo el mundo.
De quién es este bosque, saber creo
-en el poblado su morada veo-
no habrá de sorprenderme contemplando
cubrir su bosque el invernal blanqueo.
Mi caballito se dirá extrañado
que, sin granja cercana, hemos parado
de este año en la tarde más oscura,
entre el bosque y el lago congelado.
Sacudiéndose, agita su cencerro
preguntando quizá: -¿será algún yerro?
Sólo el cierzo y los copos rumorean
blandamente del bosque en el encierro.
Yo, el bosque hondo y fusco veo risueño...
Mas, en cumplir promesas tengo empeño,
y millas debo andar antes del sueño,
un largo andar para llegar al sueño.
Versión de Agustí Bartra
Me imagino de quién son estos bosques.
Pero en el pueblo su casa se encuentra;
no me verá parada en este sitio,
ante sus bosques cubiertos de nieve.
Mi pequeño caballo encuentra insólito
parar aquí, sin ninguna alquería
entre el helado lago y estos bosques,
en la noche más lóbrega del año.
Las campanillas del arnés sacude
Como si presintiera que ocurre algo...
Sólo se oye otro son: el sigiloso
paso del viento entre los copos blandos.
¡Qué bellos son los bosques, y sombríos!
Pero tengo promesas que cumplir,
y andar mucho camino sin dormir,
y andar mucho camino sin dormir.
Versión de Agustí Bartra
La lluvia le dijo al viento:
-Empuja tú que yo azoto-
y tánto hirieron el soto
que de las flores altivas,
doblegadas pero vivas,
yo sentía el sufrimiento.
Versión de Agustí Bartra
Poemas cortosPoemas y poetas americanos
Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;
Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.
Y ambos esa mañana yacían igualmente,
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.
Debo estar diciendo esto con un suspiro
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.
Versión de Agustí Bartra
El mundo acabará, dicen, presa del fuego;
otros afirman que vencerá el hielo.
Por lo que yo sé acerca del deseo,
doy la razón a los que hablan de fuego.
Mas si el mundo tuviera que sucumbir dos veces,
pienso que sé bastante sobre el odio
para afirmar que la ruina sería
quizás tan grande,
y bastaría.
Versión de Agustí Bartra
Poemas cortosPoemas y poetas americanos
Las aguas agitadas con gran fragor rompían.
Y las olas cimeras, al ver las que venían,
hacer algo querían a la costa cercana
que el mar jamás ha hecho a la tierra su hermana.
Bajas e hirsutas eran las nubes en el cielo,
como guedejas sobre unos ojos de anhelo.
Diríase, en verdad, sin poder dar razones,
que agradaba a la costa tener sus farallones,
y a éstos ser sostenidos por todo un continente.
Se acercaba una noche de tiniebla evidente,
y no sólo una noche, sino una época horrible.
Habría que aprestarse contra un furor posible,
pues vendría algo más que olas en algazara
cuando su último ¡Apáguese la luz! Dios decretara.
Versión de Agustí Bartra
Más allá de las puertas, a través de la helada
que cubre la ventana formando unas estrellas
dispersas-, en la sombra, el mundo esta mirando
su cara: está vacía la habitación. Y duerme.
La lámpara inclinada muy cerca de su rostro
le impide ver el mundo. Ya no recuerda nada.
Y la vejez le impide recordar en qué tiempo
llegó hasta estos lugares, y por qué está aquí solo.
Rodeado de toneles se encuentra aquí perdido.
Sus pasos temblorosos hacen temblar el sótano:
lo asusta con sus pasos temblorosos: y asusta
otra vez a la noche (la noche de sonidos
familiares ). Los árboles aúllan allá afuera;
todas las ramas crujen. Una luz hay tan sólo
para su rostro, quieta, una luz en la noche.
A la Luna confía -en esa Luna rota
que por ahora vale más que el sol- el cuidado
de velar por la nieve que yace sobre el techo,
de velar los carámbanos que cuelgan desde el muro.
Sigue durmiendo. Un leño se derrumba en la estufa.
Despierta con el ruido. Sobresaltado cambia
de lugar. Es la noche. Respira suavemente.
No puede un viejo solo llenar toda una casa,
un rincón de los campos, una granja. No puede.
Así un anciano guarda la casa solitaria,
en la noche de invierno. Y está solo. Está solo.
Versión de Miguel Arteche
Voy a limpiar el arroyo, en los pastos...
Sólo rastrillaré las hojas secas.
(Y quizás me detenga hasta ver clara el agua.)
No, no tardaré mucho. -Ven también.
Voy a buscar el lindo ternerillo
que se apoya en su madre. Es tan pequeño
que cuando ella lo lame se menea.
No tardaré mucho. -Ven también.
Versión de Agustí Bartra
Poemas cortosPoemas y poetas americanos
Es justo allí
a mitad de camino entre
el huerto desnudo
y el huerto verde,
cuando las ramas están a punto
de estallar en flor,
en rosa y blanco,
que tememos lo peor.
Pues no hay región
que a cualquier precio
no elija ese tiempo
para una noche de escarcha.
Versión de Carlos López Narváez
Poemas cortosPoemas y poetas americanos
Tiempo ha, cuando la nieve empezaba a caer,
nos detuvimos junto, a unos pastos... ¿De quién será
aquel potro?», dijimos. El pequeño Morgan había
puesto una pata delantera sobre el muro de piedra
y la otra sobre el pecho, encogida. Agachando
la cabeza, nos contempló un instante y huyó.
Escuchamos el diminuto retumbo de su fuga,
y nos pareció verle, una sombra gris recortándose
contra el inmenso cortinaje de los copos de nieve.
«Ese pequeño está asustado de la nieve que cae.
No conoce el invierno. Para ese pequeñuelo
no es cosa baladí. Y huye trotando.
Ni su madre podría decirle: «¡Quieto! ¡Es sólo el tiempo!»
El pensaría que ella sólo habla por hablar.
¿Dónde estará su madre? ¿Por qué no va con él?»
El potro ya regresa con su pétreo repiqueteo,
salta de nuevo el muro con ojos blanquecinos
y erguida la cola sin pelo.
Hace temblar su piel como si sacudiera moscas.
«Quienquiera que deja ese potro afuera tan tarde,
cuando los demás animales están en el establo,
hay que avisarle para que salga y lo haga entrar.»
Versión de Agustí Bartra
Pensó que a solas podía captar el universo entero;
Pero la única voz que obtuvo por respuesta
Fue el falso eco de sí mismo
Que procedía del precipicio,
al otro lado del lago.
Una mañana, desde una roca de la playa,
Clamó que lo que él quería en la vida
No era una mera copia hablada de su propio amor
Sino un amor correspondido, y con voz propia.
Y la única respuesta encarnada
Capaz de dar respuesta a su queja matinal
Comenzó a descender, en la otra orilla,
por el talud del acantilado hasta el lago
para zambullirse después en las distantes aguas.
Pero cuando tras nadar un buen trecho se aproximó a su orilla
En lugar de poseer forma humana
Y de ser quien él tanto había anhelado
Resultó ser un gran macho cabrío, que aparecía poderoso
apartando las encrespadas aguas con su enorme pecho.
Y al llegar a tierra
Desprendiendo agua como una cascada,
Comenzó a tambalearse a través de las rocas con su cornamenta,
Hasta que se perdió en la maleza -y eso fue todo-.
Versión de Sergio Trigán