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Ricardo Molina

Poemas de Ricardo Molina para leer.

Ricardo Molina: Palabras

Homenaje a Walt Whitman

El día, este día,
es nuestro.

Mira los animales, las aves y las plantas
vivir el suyo satisfechos.
Míralos, no calculan, no sufren, no se inquietan
por el mañana. Viven sin cuidado.
No malgastan su tiempo pensando en el futuro.
Están conformes. ..Míralos.

Los ríos no calculan.
Corren impetuosos
cantando su canción entre juncos y adelfas
mientras en la alta cumbre el sol derrite
la nieve inmaculada.
No malgastan abril, no ensombrecen su tiempo,
pasan, cantan, suspiran, se visten de verdor.

Se abandonan al tiempo.
Basta el día al afán de las criaturas.
Así lo sienten aves, animales y plantas
y todas las criaturas viven su plenitud
sin dudas, sin reservas, sin cálculos; se entregan,
se aman, son dichosos.

Poemas y poetas españoles

Ricardo Molina: Poeta árabe

Los hombres que cantaban
el jazmín y la luna
me legaran su pena,
su amor, su ardor, su fuego.

La pasión que consume
los labios como un astro,
la esclavitud a la
hermosura más frágil.

Y esa melancolía
de codiciar eterno
el goce cuya esencia
es durar un instante.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Ricardo Molina: Primavera de 1947

No es posible esquivar este cuerpo de tierra,
no es posible olvidarse de los ojos, los labios,
el cuello y las mejillas y los brazos y el pecho
y los pies y los muslos y el vientre y la cintura
y el alma repartida
por todo nuestro cuerpo
como el sexo,
una piel más sensible y brillante, un perfume
hondo como el deseo.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Ricardo Molina: Psalmo XVI

Nada sé del amor. Si tú no me lo enseñas
no sabré nunca nada de él...

Dilatarse en la sombra con la luna
donde cuerpos desnudos hacen manar las fuentes,
crisparse bajo la ciega violencia de las manos
soberbias de otros dioses (que no tienen nombre)
y sentir en la piel lisa y morena
abrasadoramente todo el bosque
o ir a través del sueño buscando todavía
aquel suave musgo que puso en nuestro cuerpo
inocencia de instantáneo paraíso,
no es amor, es rasgar
tu costado con un astro furioso,
es clavarte en la cruz intensa de nuestra carne,
ofrecer a tu sed nuestro sudor lascivo,
reír de tu agonía
tendidos y abrazados sobre el césped.

Poemas y poetas españoles

Ricardo Molina: Psalmo XXVIII

Los desencantos

¿Por qué nos diste el don de admirar la belleza
y corazón ardiente para amarla?

¿Por qué en la negra noche del deseo sembraste
constelación de ávidos sentidos?

¿Por qué nos diste ojos para ver este mundo,
y oído para escuchar su voz dulcísima?

¿Por qué nos diste brazos para asir la hermosura,
ese humo engañoso que el sol dora?

¿Por qué nos diste el cielo confuso del recuerdo
donde arden imágenes, tal nubes,
cubriendo nuestras almas de sombras y crepúsculos?

Ah, ¿por qué consentiste el loco amor siempre muriendo
y renaciendo siempre de sus propias cenizas
como fénix que enciende en su ocaso su aurora?

¿Por qué siempre gozar o sufrir día y noche,
llama y ceniza inútil la vida de los hombres?

¿Por qué herir, perseguir, vencer y ser vencido
bajo el signo fatal de la ambición?

¿Qué fruto puede dar el hombre que se quema
en el fuego fugaz que, ciego, adora?

Poemas y poetas españoles

Respuesta: Poema de Ricardo Molina en español fácil de leer

Ricardo Molina: Retrato de un poeta

Oscura era tu vida en aquel pueblo.
Lo conocías todo, el muro, la calleja,
el viejo Ayuntamiento, destartalado y húmedo;
la fuente, la estación, la sacristía.

La tuya debió ser juventud de ojos grises,
capa con vueltas rojas, paseos a caballo,
novia en Doña Mencía o en Lucena,
versos de amor y de contrabandistas.

Al repasar los viejos caminos de las viñas
no pensabas en nada ni veías siquiera
los lagares, los pobres arrieros,
la Ermita de la Virgen en las cumbres.

Tan hondo sentimiento invadía tu alma,
que no acertaste nunca a decirlo en poesía.
¿Quién dirá la belleza solitaria del lirio?
Por la flor más humilde la palabra es vencida.

Sufrimiento adorable de sentir cómo es bella
la tierra en que nacimos y no poder cantarla,
a no ser una noche de primavera triste
con la guitarra oscura de vinos y nostalgias.

Mientras otros en las ciudades, aplaudidos
como tenor de moda, recogían el triunfo,
tú, lento por la luna, a tu casa volvías
desde la reja del amor nocturno.

El alba despertaba corrales y sembrados.
La mañana encendía su fresco vocerío
de racimos, semillas, animales.
Camino de la fuente pasaban las muchachas.

Y tu conocimiento era amor y caricia
que rozaba las cosas por miedo a despertarlas
de su encanto letárgico, como conversaciones
de otoño en el crepúsculo durmiente de las parras.

Poemas y poetas españoles

Ricardo Molina: Siesta

Sangre de un dios resplandece en los labios que cantan.
Un grito morado de violetas endurece las piernas
de los que pisan alas cautivas en la tierra abrasada.
Piedra y cielo confunden su deslumbrante latido
en el doble furor de esta hora pánica. El alma,
luminoso polen del cuerpo floral, estalla.

La hermosura espera que alguien rendido la adore.
Sus ríos numerosos la música en la sangre retarda.
De sol en sol, de cielo en cielo, se despeña soberbia
la nebulosa potencia del animal en celo.
Eternidad fulgurante destella en el instante desnudo.
Montañas estivales agitan su melena de ménades.
La tierra entreabre sus labios en los valles ocultos.
Los muslos del agua se desgarran en rocas amantes
y su lascivia esparce escándalo de reflejos y espumas.
Aguda fragancia de virgen planea aérea
sobre el oro ondulante de los gramíneos prados.

Oh seducción dispersa por la soledad encendida.
El vagabundo fauno suspirador del viento
con su viril resuello aviva el fuego azul
que desparrama el cielo, seminal, sobre el mundo.
Dichosa angustia hace crujir huracanados, tensos,
rígidos seres recorridos por fuerza sagrada.
Los irritados dioses de la carne gloriosos se yerguen
y todo lo subyugan a su solar potencia meridiana.

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Ricardo Molina: Mas no supieron nunca

Mas no supieron nunca
que nos amamos,
y la fuente que llora
solitaria en la sombra
nunca vio reflejarse nuestra dicha
en la dulzura inmóvil de sus ondas.

La galería sueña con sus viejos retratos
en marcos de oro, y con sus paisajes
de monterías invernales,
donde hay un dulce ciervo que brama porque un perro
hinca furiosamente los colmillos
en sus ijares espumosos,
pero la galería que duerme desde el tiempo
de aquellas cacerías en la Sierra
nunca supo que nos amamos.

El comedor se alumbra con los pámpanos
de la parra que escala los balcones.
Se perfuma en un hálito de fruteros repletos
de fresas, de manzanas y de peras,
y el viejo aparador de caoba se yergue
en la severidad de hace cien años,
mas nunca supo, envuelto en el vaho otoñal,
que nos amamos.

Subíamos riendo la escalera
hasta llegar al palomar todo blanco.
El patio parecíanos entonces algo triste.
Los rayos en las vagas madreselvas
diríanse un enjambre de irritadas abejas.
El olor del invierno persistía
en los abandonados corredores.

La sombra de las hojas se movía en los muebles
enfundados del gran comedor solitario.
Bajo aquel cielo azul de primavera,
en aquel palomar completamente blanco,
solos, entre aleteos y arrullos de palomas,
desnudos y tendidos sobre el sol nos amamos.

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Ricardo Molina: Vino antiguo

Loca sabiduría del corazón, ensueño
único de onda inmensa, voz profunda
de la armoniosa tierra mía, claro
vino andaluz.

Los más hermosos labios tus jardines
cambiantes de oro y música, tu ardiente
ruiseñor diluido en mudos cielos
orientales,

bebieron, y los ojos su mirada
misteriosamente abandonaron
a tu ola feliz de paz, de olvido
inalterable,
y los amantes su deseo oculto
latir sintieron en tus bellos labios
y sorbo a sorbo en ellos apuraron
su paraíso.

Poemas y poetas españoles

Ricardo Molina: Visitación

Esta es mi vida tal como la soñé en otro tiempo:
un largo muro de barro perfumado y rojizo
que rodea un espeso jardín,
árboles cuyas ramas se besan en el agua,
pavos reales en la penumbra de las magnolias,
y sol, y lluvia, y luna, y viento, y sombra,
y una alegría profunda como cicuta,
extraña, como eléboro,
y mis labios abrasadoramente aspirando las flores
igual que aves de pétalos o pestañas de grácil durmiente.

Mira, toca mi corazón ahogado bajo rosas salvajes.
Ni yo mismo llegué hasta su centro misterioso
por miedo a extraviarme
y no saber volver al claro cielo desde el cual, cruel vigía,
diviso el odio, el gesto cruel, la torpe ley,
la ironía...

Pero tú penetraste hasta lo impenetrable
como sonido puro de una flor destrozada
y allí te confundiste al velado silencio
recogido en sí mismo como un agua de siglos
a fin de que el jardín secreto y como ausente
jamás se delatara por la luna o el pájaro.

Entonces yo no supe que lo habitabas tú,
¡ay!, como los espejos siempre solos que ignoran
las figuras que habitan su corazón voluble
y en los que las miradas se confunden y mueren,
los labios huellan fríos su pasión desasida,
el ciego Amor es luz donde todo florece,
lo de fuera está dentro y el interior se extiende
en torno hasta el confín último del deseo.

Poemas y poetas españoles

La vuelta a la poesía: Poema de Ricardo Molina en español fácil de leer

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