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Ricardo Dávila Díaz Flores

Ricardo Dávila Díaz Flores

Poemas de Ricardo Dávila Díaz Flores para leer.

Ricardo Dávila Díaz Flores: Aclaración científica

Antes que los astronautas,
los poetas llegaron a la luna.

Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos

Ricardo Dávila Díaz Flores: El adiós y sus piedras

Aurora,
¿qué sube por tu rostro hasta tus ojos?
¿Qué muerte blanda comienza a agitarse en ellos?

¿Por qué miras como un río?
No dejes que sus ondas tiemblen.
No dejes que las piedras lleguen hasta el agua.
No dejes que las luces de sal sequen tu rostro.

¿Por qué sigues mirando como un río, aurora?

No hagamos esto.
No dejemos que tiemblen nuestros cuerpos
a pesar de nosotros mismos.
Después la vida es dura, y la llamarada de hielo arde.

Adiós se dice sólo por costumbre.

Adiós.

Me llevaré tus alas, aurora,
para poderte amar desde cualquier nube.

Poemas y poetas mexicanos

Amaneceres de noche: Poema de Ricardo Dávila Díaz Flores en español fácil de leer

Ricardo Dávila Díaz Flores: Balada del amor pasado

Eras como el agua:
No te detenías ante la piedra
y rodeabas jardines y vientos
para llegar a la rama o al canto.

Igual que las niñas
jugabas al filo de las ventanas,
peligrosa,
desnuda,
estrella que brinca descalza.

Tu alma era tu red
y caíste en ella tantas veces que aprendiste mi nombre.
"He vuelto a caer", me decías.

Eras el pie que tropezaba con la misma huella
y te buscabas en mi piel cada noche
(¿En qué parte de mis latidos entraba tu risa,
en qué lugar de mi voz erraba tu nombre,
a qué hora decidías venir que mis brazos se abrían antes de verte?)

Besabas como buscando salidas,
como un ciego que salta de una avioneta y espera.
Después me mirabas con la mirada cerrada
y sólo tú sabes lo que mirabas por dentro.

Caías directa a mi tierra
buscando raíces como la lluvia:
llovías entre niebla, caricias y rayos
y te ibas azul, transparente y lejana.

Soñabas lo que soñó la poesía
y te dio miedo que se cumplieran las palabras entre tus piernas.
Dijiste que nunca te di nada.
Es verdad,
yo sólo te rodeé con tus brazos,
te rodeé con tu alma,
para que no te pasara nada
mientras te dabas.

Eras ritmo, mujer, música.
Yo sólo abrí la puerta,
acerqué la silla
y me senté a escucharte.

Poemas y poetas mexicanos

Balada de la casa II: Poema de Ricardo Dávila Díaz Flores en español fácil de leer

Ricardo Dávila Díaz Flores: Balada del despierto

Tengo sueño pero nunca duermo.
Te miro.
Duermes a mi lado.
Ronroneas bajito y haces ruidos de ángel.
De pronto despiertas,
tus brazos se abren en un largo bostezo.
Mis manos pasan por tu cuello y tú preguntas.
No hablo, sigo leyendo tu cuello.
Te miro sin cansarme.
Tomas mi mano y desenredas tu silencio con la orilla
de mis dedos.

Comienza a hablar tu respiración,
tú lenguaje de gestos y suspiros.
Te mueves como si te acariciara un aire lento.
Te recuestas otra vez y me hundes en tus labios, lentamente.
Te acaricio el rostro como si en él latiera el corazón del mundo,
mientras tus ojos, lentos, guardan la luz dentro de tu alma.
"No te duermas", me dices
con una voz que viene desde lejos;
y yo te lo prometo,
te prometo que no voy a dormirme,
y aún cuando caes dormida,
te lo sigo prometiendo.

Poemas y poetas mexicanos

Ricardo Dávila Díaz Flores: Balada a una morena

Morena como tus ojos y tu cabellera.
Tus ojos como tu piel y como tus ojos.
Tus manos pequeñas y finas como tus manos.
Tu cuello se parece a tu cuello.
Tu cuello en el que quiero dejar, por siempre,
el collar de mi tiempo a destiempo, a tu tiempo;
a tu tiempo que vas trazando con tus piernas,
a tu ritmo, a tu tono.
A tu ritmo que sólo puede parecerse a tu ritmo.

Como tu cadera pequeña tu cintura;
tu cintura que quiero levantar para beber tu vida;
tu vida simple y delgada como tus brazos,
como el perfil de tus uñas,
como las líneas de tus pestañas y las de tu mano.

Morena.
Morena como tus ojos y tu cabellera
y tu cabellera alegre como tu voz que canta,
que vuela como tus manos y como tu mirada.
Tu mirada que mira como mira tu alma;
tu alma discreta y escondida como tu cuerpo.

Tu rostro igual a la luz de tu rostro,
a la luz que gira y rueda como tu risa.
Tu risa idéntica a tu risa,
a tu alegre cabellera y a tu prisa.

Tu frente alta como tu espalda.
Tus hombros abismados como tu barbilla;
tu barbilla graciosa y noble como tus pestañas,
tus pestañas parecidas al recuerdo de cuando eras niña.

Y tus labios, ah, tus labios,
y el perfume que persigue a tu perfume,
y la sombra que persigue a tu presencia.

Eres un recuerdo tuyo;
un recuerdo parecido a tu ausencia.
Me recuerdas a ti cuando te miro,
sola, simple,
infinita en tu propia belleza.

Poemas y poetas mexicanos

Ricardo Dávila Díaz Flores: No busques atrás de mí

No busques atrás de mis hombros,
no hay nada, sólo yo,
el que te habla.
No busques,
soy el mismo que siempre ha sido,
el que soy.
El que te mira a los ojos es el verdadero yo.
No busques,
aquí estoy.
No hay navajas escondidas en mis dedos,
no hay veneno en mi voz.
Confía,
no hay sombras detrás de mi;
mírame a los ojos,
soy yo,
el de siempre, el mismo,
el que te mira a los ojos,
mintiéndote.

Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos

Ricardo Dávila Díaz Flores: Duda

¿Cuantos insomnios me hacen falta para
derrumbar el muro de la duda?
¿Cuántas sombras? ¿Cuántas luchas?
Hoy tengo que saber -antes que despiertes-
si la mañana es la que alumbra,
o si eres tú la que alumbra la mañana.

Poemas cortosPoemas y poetas mexicanos

Ricardo Dávila Díaz Flores: Escuché el temblor de tus uñas

Tú eres la que llega siempre a lugares precisos en horas que no existen.

Y yo soy el que acude puntual a esos lugares vacíos.

Por eso nos encontramos, aurora,

bajo el umbral de aquella puerta que no estaba y que nosotros descubrimos.

Recuerdo que al mirarte,

un aire lento me borro las grietas de los ojos

y sobre mis ojos llegaron dos ventanas

en las que amaneció de pronto lo que en ti anochecía.

Tú tenías la expresión de la paloma quieta,

el carácter de la efigie que aún no se construye

y dijiste tu nombre en silencio para que nadie lo supiera.

Pero yo escuché el temblor de tus uñas,

el quebrar de los cabellos de tu alma,

el andar tranquilo del viento y el agua en tus raíces.

Tus grandes ojos me lo dijeron todo,

como si al mirarme estornudaran secretos, palabras

y todo llegó hasta mí como el origen de una enfermedad curada.

Ya te conocía yo.

Ya te había visto

en algún lugar de esos en los que dejo mis ojos y sigo caminando.

Esto no es casualidad.

Alguien sabía de esta fecha.

Baja la mirada, aurora, camina.

Alguien nos está siguiendo.

Poemas y poetas mexicanos

Estos versos que ya se van: Poema de Ricardo Dávila Díaz Flores en español fácil de leer

Un lejano doblar o repicar de una campana: Poema de Ricardo Dávila Díaz Flores en español fácil de leer

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