España: 1908-1982
Poemas de Rafael de León para leer.
No lo sabe mi brazo, ni mi pierna,
ni el hilo de mi voz, ni mi cintura,
ni lo sabe la luna que está interna
en mi jardín de amor y calentura.
Y yo estoy muerto, sí, como una tierna
rosa, o una gacela en la llanura,
como una agua redonda en la cisterna
o un perro de amarilla dentadura.
Y hoy que es Corpus, Señor, he paseado
mi cadáver, de amor iluminado,
como un espantapájaro siniestro.
La gente, sin asombro, me ha mirado
y ninguno el sombrero se ha quitado
para rezarme un triste padrenuestro.
Necesito de ti, de tu presencia,
de tu alegre locura enamorada.
No soporto que agobie mi morada
la penumbra sin labios de tu ausencia.
Necesito de ti, de tu clemencia,
de la furia de luz de tu mirada;
esa roja y tremenda llamarada
que me impones, amor, de penitencia.
Necesito tus riendas de cordura
y aunque a veces tu orgullo me tortura
de mi puesto de amante no dimito.
Necesito la miel de tu ternura,
el metal de tu voz, tu calentura.
Necesito de ti, te necesito.
¿Cómo quieres que deje mi vida entre tus manos
y mi jardín de sueños y mi luna y mi rosa?
¿Cómo quieres ponerle orillas a este río
que corre libre y ancho desde que yo naciera?
Me brindas una dulce esclavitud antigua,
dentro de tu palacio con su escudo y su torre,
y lo que necesito es un campo de trigo
por sonde se revuelque mi verso desbocado.
Quieres que esté pendiente de tu traje de novia,
de tu escote redondo y tus manos sin sangre,
de las rancias visitas que vienen a tu casa
y de la barahúnda de tus antepasados.
Y yo estoy con mi nardo, con mi copla y mi vino,
con la muchacha alegre que vende las naranjas,
con el niño pequeño que pide la limosna,
y con el árbol que da sombra a los pájaros libres.
Estaría una semana besándote la mano,
elogiando marfiles y mirando vitrinas,
y de pronto, una noche, llegaría mi viento
a romper miniaturas y abanicos de encaje.
Mi verso es como un toro colorado y terrible
que no aguanta ni el hierro de la ganadería,
y que lo mismo baja a beber al arroyo,
que anda leguas y leguas hasta encontrar los mares.
Yo vivo en una choza de cartón y de nubes,
con un pino y un monte y un aljibe de sueños.
Cuando quiero un castillo, me vuelvo medio loco
y arquitecto de luna, lo construyo en el aire.