Poemas de Melchor de Palau para leer.
Dando vueltas al globo de los mundos,
asombrado un alumno así exclamaba
«en torno a tan pequeños continentes:
¡cuánta agua !»
mientras yo, por las penas abrumado,
murmuraba inconsciente estas palabras
«en torno a escasas dichas de la tierra:
¡cuánta lágrima !»
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
¡Cuán plácidas al alma las horas de tristeza
en que la tarde muere, al toque de oración!
Del sol en el cenit, da el rayo en la cabeza,
al ponerse en ocaso, nos da en el corazón.
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SONETO
Mantos de lumbre tiendes por los mares;
guías la nave al suspirado puerto,
y, abandonando el líquido desierto,
por ti el marino encuentra sus hogares.
Mas ¡qué miro! millares y millares
de hermosas aves a tus pies han muerto;
atrájolas tu foco en vuelo incierto,
y no verán los patrios palomares.
¡Oh Faro colosal! tus vivas luces
son de la Libertad fúlgido emblema;
al que bien te comprende, bien conduces;
pero, al que mal conoce tu sistema,
con atracción magnética seduces,
y en ti las alas mísero se quema.
SONETO
Quien desea encontrar substancia pura
nunca la busca en el revuelto cieno,
ni en el hierro en fusión, de escorias lleno,
sino bajo una armónica figura.
En cristales de mágica tersura,
que claro muestran de la forma el freno,
cual hija predilecta de su seno,
nos la brinda la próvida Natura.
También del verbo la más alta fase,
la que revela intrínseca pureza,
es la que tiene, como firme base,
del geométrico modo la fijeza;
que el contorno y el ritmo de la frase
hacen que cristalice su belleza.
Dos partes tiene el mundo, según cuento,
dos partes nada más;
una donde estás tú, mi dulce aliento,
otra donde no estás.
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«Voy pesar??me dije el otro día??
una lágrima mía.»
y saqué del armario una balanza
de suma precisión.
«Ya sé cuál escoger: la no llorada
dura y concrecionada
que, cual badajo de campana rota,
yace en mi corazón.
¡Qué peso va a tener! amor Sincero,
con desdén traicionero
pagado, la cuajó el aciago día
en que perdí mi fe.
Ea, arriba, a salirse por los ojos,
con el esfuerzo rojos»
para hacerle más fácil la salida
la escena recordé.
Asomose, por fin, a mi semblante
pero en el mismo instante
se evaporó; mi espíritu inundando
de dulce beatitud.
Llorad los que el dolor tenéis por centro;
vertida fuera o centro,
una lágrima es gota de rocío
o plomo de ataúd.
Arrojáronlos, sí, pero en sus ojos
quedó impreso el hermoso panorama
del Paraíso, y la siniestra llama
de aquella espada, fulminando enojos.
Por eso al contemplarse todo amante
en las pupilas de su dueño amado,
ve en el fondo el Paraíso reflejado,
y chispas de la espada fulgurante.
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