España: 1931
Poemas de María Victoria Atencia para leer.
Llegué cuando una luz muriente declinaba.
Emprendieron el vuelo los flamencos dejando
el lugar en su roja belleza insostenible.
Luego expuse mi cuerpo al aire. Descendía
hasta la orilla un suelo de dragones dormidos
entre plantas que crecen por mi recuerdo sólo.
Levanté con los dedos el cristal de las aguas,
contemplé su silencio y me adentré en mí misma.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Cóncavas piedras vienen a recibir mi hato
con un frescor que acepta mi mano en su recinto.
Guardo turno en el húmedo corredor subterráneo:
doy paso a las rameras y al ajuar de los muertos.
Públicamente expongo al agua mis razones.
Su corriente no sabe más pasión que el olvido.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
No llamaré a tus puertas, aldaba de noviembre:
el árbol de las venas bajo mi piel se pudre
y una astilla de palo el corazón me horada.
Porque tú no estás, Blanca, tu costurero antiguo
se olvida de los tules, y el Niño de Pasión
va llenando de llanto el cristal de La Granja.
Tiene el regazo frío tu silla de caoba,
tiene el mármol tu quieta dulzura persistida
y bajo tu mirada una paloma tiembla.
Perdidamente humana pude sentirme un día,
pero un mundo de sombras desvaídas me llama
y a un sueño interminable tu cama me convoca.
Llegué cuando una luz muriente declinaba.
Emprendieron el vuelo los flamencos dejando
el lugar en su roja belleza insostenible.
Luego expuse mi cuerpo al aire. Descendía
hasta la orilla un suelo de dragones dormidos
entre plantas que crecen por mi recuerdo sólo.
Levanté con los dedos el cristal de las aguas,
contemplé su silencio y me adentré en mí misma.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
A mitad de camino entre la mar y el suelo
que hace fértil un gesto de vida proseguida,
sobre la arena oscura expuesta al sol, propongo
yo misma mi balance entre fruta y olvido;
entre amor y despecho con las luces del alba,
o las yertas palabras que acoge un laberinto
de nácar y las vierte contra el rumor del puerto.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Por esa ley antigua que obliga a los amantes
a sucederse en otras y otras generaciones,
yo misma a un joven héroe di vida en mis entrañas.
Me doblegué a las lunas y en su espera de júbilo
los hibiscos tiñéronse.
Se hacía transparente su rostro sobre el mío
y él me daba nobleza, belleza, plenitud.
Incendio tras incendio, el cuerpo prevalece.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Bajo mi cama estáis, conchas, algas, arenas:
comienza vuestro frío donde acaban mis sábanas.
Rozaría una jábega con descolgar los brazos
y su red tendería del palo de mesana
de este lecho flotante entre ataúd y tina.
Cuando cierro los ojos se me cubren de escamas.
Cuando cierro los ojos, el viento del Estrecho
pone olor de Guinea en la ropa mojada,
pone sal en un cesto de flores y racimos
de uvas verdes y negras encima de mi almohada,
pone hechido el insomnio, y un larguero entonces
me siento con mi sueño a ver pasar el agua.
Eramos gente hechas al don de mansedumbre
y a la vaga memoria de un camino a algún sitio.
Y nadie dio la orden. -Quién sabría su instante.-
Pero todos, a un tiempo y en silencio, dejamos
el cobijo usual, el encendido fuego que al fin se extinguiría,
las herramientas dóciles al uso por las manos,
el cereal crecido, las palabras a medio, el agua derramándose.
No hubo señal alguna. Nos pusimos en pie.
No volvimos el rostro. Emprendimos la marcha.
Poemas cortosPoemas y poetas españoles
Una cosa,amor mío, me será imprescindible
para estar reclinada a tu vera en el suelo:
que mis ojos te miren y tu gracia me llene;
que tu mirada colme mi pecho de ternura
y enajenada toda no encuentre otro motivo
de muerte que tu ausencia.
Mas qué será de mi cuando tú te me vayas.
De poco o nada sirven, fuera de tus razones,
la casa y sus quehaceres, la cocina y el huerto.
Eres todo mi ocio:
qué importa que mi hermana o los demás murmuren,
si en mi defensa sales, ya que sólo amor cuenta.
Llevas un vaso lleno de transparencias
entre inquietas manos y escurridizos dedos.
Puedes cantar el cielo, el amor, las estrellas:
todo nacerá nuevo de tus labios hermosos.
Descubrirás en sueños la vida que te acosa
tan dulcemente mansa y le sonreirás.
Despertarás el día menos pensado entre
un mayo y un setiembre y moverá el asombro
el filo de tu enagua.
Revolverás entonces de un desconcierto grande
el mundo que te llena; una luz saltará,
en caños, por tus ojos.
Y seguirá la fuente el curso de tu cuello
mientras pájaros haya en vuelo por tus venas
y palabras diciendo del amor en tu boca.
¡Qué me intenta decir tu deterioro? Vente,
muñeca frágil y doliente y herida,
sin faldones que cubran tu cuerpo descompuesto,
sin un alma mecánica que te cubra, desastre
de los años y el trato.
No me aparté de ti; nos apartaron
convenciones y usos: no era propio quererte,
y hoy pienso que otras manos te han mecido en exceso.
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Para Floreal y Pepe Bornoy
Como arreciaban más las olas, y la casa
seguía en su costumbre sin aviso,
asomé a la terraza mi aprensión, y era cierto:
ya no veía el faro y perdíamos pie
e íbamos zozobrando aguas abajo, brea
y sal abajo y por la casa adentro.
Caída en el turbión, entorné las cortinas
por no alarmar innecesariamente.