Temas Poetas

María Sanz

Poemas de María Sanz para leer.

María Sanz: Ahórrate el dolor, no tienes modo

Ahórrate el dolor, no tienes modo
de convencer al mundo de tu huida
hacia aquellos placeres
donde te desangraste.
Los inviernos se siguen sin descanso,
trazan la soledad de tantas horas
como heridas, imponen
sus manos en tus sienes tumefactas.
Ahora no hay dulzor para más noches.
Ese fin al que nunca renunciabas
por mantener abierto tu desvelo,
ya diluyó sus límites
en un gozo transido,
negándote el amor interminable
después de la amargura.
Los inviernos alivian
el paisaje febril que te rodea,
pero no es suficiente
para alejar del mundo tu partida
hacia el delirio donde agonizaste.

Poemas y poetas españoles

María Sanz: Alborada

Tristes mis ojos, triste la alborada,
triste porque mi cuerpo se despoja
del tuyo, despertar donde se aloja
toda la soledad inexplicada.

Muerte del corazón, luz agotada,
tu aliento entre mi pecho, y esa hoja
marchita en su dolor, porque se moja
con lágrimas de un todo en esta nada.

Horas lentas, hirientes del abrazo
llevando su transcurso hasta mi pena.
Tú junto a mí otra vez, mientras respiro

sin alma casi, sin romper el lazo
que nos anuda vena contra vena,
y calmo este morir con un suspiro.

Poemas y poetas españoles

María Sanz: Alguien que no soy yo

Alguien que no soy yo lleva la cuenta
de las horas felices, de las tardes
en que tuvo al amor como aliado,
de las noches libradas cuerpo a cuerpo.

Alguien que no soy yo sale de casa
y rompe sus cadenas, como aquellos
que, tras cumplir con su dolor, un día
cualquiera se fugaron de la muerte.

Ese alguien eleva
su corazón al cielo;
abarca el horizonte
y elige su destino,
aunque al final se interne
dentro de mí y escriba.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

María Sanz: Anónimo

Porque el destino mira siempre al frente,
porque los cuatro puntos desleales
de mi vida se pierden en un mapa
cada vez más pequeño, yo diría,
aprovechando que no me oye nadie,
unas palabras, una frase, algo
más que esos versos. Porque si el destino
es una línea recta, si hay un norte
orientado a las luces de poniente,
yo quisiera decir o ser el eco,
tan sólo el eco ya, de algún poema,
aprovechando que no lee nadie
en este libro abierto de mi vida.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

María Sanz: Apunte cotidiano

Esto que escribo ahora es un minúsculo
ensayo de mi vida,
solamente un intento
de llamar a las cosas por su nombre,
a los días de luz por su tristeza.
Esto que escribo ahora no tendría
la menor importancia, si no fuese
porque hay alguien que sigue
siendo mi punto de partida, el punto
que pongo en tantas íes como quedan
en pie tras un amago
de libertad con él, tras este intento
de ensayarme en su ausencia de mi vida.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

María Sanz: Argonauta

Intrépido muchacho
aquél... Buscó mi templo
entre cientos de islas
para verme de cerca,

por saber si era cierto que yo estaba
desnuda entre unas míticas columnas
cuyo blancor se alzaba sobre el índigo
sereno de las olas.

Bello muchacho aquél... Rozó mis piernas
que ardían con el sol, tentó mi talle
ceñido por la brisa, y en mis manos
sus dorados cabellos se prendieron.

Dulce muchacho aquél... Llegó a dormirse
junto a mi pedestal, mas con el alba
-siempre hay un alba-, regresó a su nave.

Nunca se han explicado los arqueólogos
estas huellas extrañas
en mi cuerpo de mármol.

Poemas y poetas españoles

María Sanz: Calle de la guadaña

Una verdad me sigue por la calle.
Casi roza su sombra con la mía.
Oigo cómo se enreda
entre las buganvillas, cómo gime
implorando el abrazo de las tapias
hasta caer inerte sobre el suelo.

Dios mío, si es posible,
pase de mí su rostro,
este encuentro con ella a vida o muerte,
la tristeza tan larga que me augura.

La calle se hace ahora más estrecha,
más húmeda y extraña. Continúan
goteando su livor las buganvillas.
Vuelvo la vista atrás. Allí está ella,
erigida en el tiempo, modelada
por caricias. La miro.
Es sólo mi reverso.

Poemas y poetas españoles

María Sanz: Corral de los olmos

Tarde será cuando tu voz se filtre,
almuédano, a través de estas paredes.
Tarde será, porque la nada lenta
y descarnadamente habrá vencido
lo que pudo habitar en mis entrañas
sin yo reconocer más que su lumbre.

Por muy tarde que sea, todavía
permanece el olor de la alhucema
que él derramó en mi piel para más gozo,
para aromar lo triste de perderle.

Almuédano, silencia este momento,
no anuncies que la luz está llegando.
Y si piensas que vas a condenarte
por no decir a tiempo tu plegaria,
tranquilízate. Puede que algún día
nos veamos los dos en el infierno.

Poemas y poetas españoles

María Sanz: Duro es sentirse humana

Duro es sentirse humana a cada instante,
cuando se cruzan límites amargos
y hay que volver al punto de partida,
verso tras verso, con las alas rotas.

Y al ir hacia un paréntesis, te acuerdas
de que tienes un cáliz esperándote,
porque vivir es cosa de unos pocos
y tú sólo conoces lo imposible.

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María Sanz: Tú y yo nos encontramos

Tú y yo nos encontramos
en Washington Square.
Me invitaste a cenar
en un club, y la orquesta
tocó para nosotros
Indian summer... Bailamos
inmersos en la noche
neoyorquina. Más tarde, mi vestido
brillaba abandonado sobre el suelo
de aquel apartamento, donde era
muy distinta la música: palabras
y suspiros mezclados con sirenas
de los barcos lejanos...

Pero, ¿será posible
que no recuerde ahora,
mientras abro los ojos,
cómo se titulaba la película
donde vi estas escenas?

Poemas y poetas españoles

María Sanz: La estatua

A un paso de la vida te sitúas.
Tienes la pierna adelantada, el busto
semidesnudo, pero el tiempo impide
que cruces unos límites, que huyas
en su nombre. Tan sólo estás a un paso
de conocer tu territorio. Sientes
tu soledad de mármol enclaustrada
entre el viento y la lluvia. Ah, si el tiempo
pasara por ti misma, liberándote...

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María Sanz: Al filo del alba

La cal de las paredes
resbala por el aire.
El azulejo enmarca
peregrinos destellos.
Todo está en calma ahora.
Una extraña tiniebla
envuelve los perfiles
nocturnos. Cada instante
que pasa, resucita
convertido en recuerdo.

Pero toca a su fin tanta dulzura
cuando, al filo de alba,
me desatas de ti calladamente.

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