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María Elena Blanco

Poemas de María Elena Blanco para leer.

María Elena Blanco: Casas de agua 1[celimar]

la certeza del mar a sus espaldas
diseñó su perfil

la niña solitaria tiende un cerco obsesivo
a cada esquina

la acosa desde el parque o la grama

olvida alada el miedo y la hora
hasta que la despierta el aire de la tarde

veloz como si la espantara un hado
pedalea hacia el ma

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María Elena Blanco: Casas de agua 3 [la víbora]

en esos climas los baños de azulejos
son un témpano verde
una pesadilla gótica

la loca fantasía tirita
entre el pudor
y el champú en los ojos

por la ventana alta
la flor del flamboyán
seduce a los insectos que vienen a morir
entre los dedos de mis pies
bajo la ducha

y reaparecen por la noche
en un grito

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María Elena Blanco: Habaneras (II)

el sillón, el luto eterno, la risa,
las uñas metidas en la tierra
o el fango
señora de traspatio y gallinas,
señora del jardín,
o en la alquimia de una gastronomía
acuosa (sopa de arroz, sopa de pescado)
pastosa (tamal en cazuela, harina de maíz)
untuosa (buñuelos, torrejas, quimbombó)
grasosa (frituritas de todo: bacalao o yuca)
o crujiente (merengues, mariquitas, chicharrones de viento)
o, pulcra, entre madejas e hilos
obra de tejido o bordado, canastilla o crochet,
y antes entre cuadernos
dedos aún deformes jugando con las letras
en el alba distante del siglo,
de unas vidas (Dominica, Ernestina y cuántas otras
cuyo nombre ya olvido),
de esta propia vida,
conformando las sílabas ajenas,
estas sílabas
que por siempre habrán nacido de ella
u otras, las del arrullo, las de la adivinanza,
las del canto a la antigua con voz de gallo:
Martí no debió de morir
entona una maestra joven que cabalga
las diez leguas a Alquízar por una guardarraya
a la luz de la aurora-
ubérrima Urania,
mariposa silvestre
cubana.

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La noche: Poema de María Elena Blanco en español fácil de leer

María Elena Blanco: Quimera

No se habló nunca más de la ciudad
el padre la enterró viva lustros antes de que desfallecieran
todas su casas al unísono
y un polvillo de cal y de pigmentos acres entró por el ojo taladrado
haciendo estragos en la imagen
añicos las palabras

alguna vez de pronto resurgía trocando sus volúmenes
en la aricia pendular de un barco o una senda entre dunas
por la que se buscaba a alguien
a una abuela extraviada por ejemplo
o en cuartos de penumbra con persianas es ascuas
y puertas invisibles

(afuera la canícula imitaba las granadas maduras)

y el nuevo hogar/hotel de solitarios/ un nido de pieles
de cebolla
transparencia de ópalo que éramos
expuestos y encerrados en el cáliz de sangre:
cada cual a beber el zumo destilado del sueño
cada cual a sortear su novatada en el foro
cada cual a estrenar sus fieras nupcias con la noche

o bien la divisaba agónica flotando a la deriva
zurcida por tenue hilo de luz a otros fragmentos de isla
y en cierto ocaso me fulminó de lejos cual circe envejecida
cuando aspiraba al alba el aire tropical en lo alto
de una terraza de aeropuerto

(desde entonces he tenido y perdido muchas casas)

la he vuelto a ver de cerca
la he mirado a los ojos
pero al girar la espalda hasta una nueva cita
indeleble su memoria en mi cuerpo
no quedó ni una huella de mí sobre su suelo
no se grabó mi nombre
nadie aguarda mi voz.

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