Temas Poetas

Marco Antonio Campos

Poemas de Marco Antonio Campos para leer.

Marco Antonio Campos: 1968

Marco Antonio Campos: Adiós a la infancia

Se llamaba Graciela y era en el colegio el patio abierto y la mañana azul. Era su cuerpo un durazno en sazón y en las noches
una rama de estrellas. Yo tenía doce años, Graciela tal vez también. Volaban los pájaros desde el sur para visitarla en el patio
del colegio y sobrevolaban luego los parques y jardines de San Ángel para acompañarla a la hora de la salida. Bajaba del
eucalipto oloroso una racha de pájaros. Graciela, doce años, rama de estrellas, durazno en sazón, racha de pájaros en su
levísima falda.

Poemas y poetas mexicanos

Marco Antonio Campos: De «Árboles»

1. Cuando niños somos todos los niños que fantasean y sueñan.
Cuando adultos somos un adulto pero con escasas fantasías y escasos sueños.

2. En la juventud se sueña que se puede soñar,
pero en la madurez sólo enfrentamos nuestra realidad marchita
repitiendo para engañarnos la palabra utopía.

3. En la madurez caminamos sobre las sombras
de nuestros grandes sueños.

4. En las familias acomodadas hay ascendientes -abuelos o tíos- que aman
con más naturalidad a aquellos miembros e hijos de esos miembros que tienen poder y dinero.
Los parientes pobres suelen ser pegotes molestos a los que se tolera con dificultad
y con quienes se debe simular algún afecto.

5. El pasado es el país de las imágenes rotas y las sombras despedazadas.

6. Si en la niñez son los sueños puros y los juegos imaginativos;
si en la juventud construimos castillos de ilusiones y palacios de utopías,
ya adultos sólo aspiramos a conservar, desarrollar y recordar
lo poco bueno que nos dio la vida.

Poemas y poetas mexicanos

Una carta demasiado tardía: Poema de Marco Antonio Campos en español fácil de leer

Marco Antonio Campos: Cine ermita

Claro y caro era el mundo para él.
Claro e insólito el filme con la figura del héroe.
Combatiente o artesano, trapecista o estudiante,
da lo mismo, y no importa.
La primera película inicia
a las cuatro veintiocho de la tarde,
y los rasgos del niño se transfiguran en héroe,
y da lo mismo, y qué importa, bailar a lo
Astaire 0 lo Kelly, ser vaquero a lo Wayne,
el gran chulo a lo Gassman.
Relatos e historias (no lo ignora el niño)
se han hecho para él,
y en qué forma, y formidablemente, claro.
Ríelo y llóralo en el melodrama nacional,
extravíalo de frente y de perfil en el perfil
italiano de Gina Lollobrigida o en la alba
desnudez de Carrol Baker,
abúrrelo con Disney o con filmes
donde el protagonista es elefante o perro,
diviértelo, en fin, del todo, distráelo, en fin
-mientras afuera, sobre Revolución,
se lee en enormes letras: CINE ERMITA,
y el tren eléctrico color pajizo enfila hacia
el sur,
y llueve,
y la larga lluvia de agosto
se alarga y cae desde las goteras, y el agua
se mezcla en el pavimento oscuro
con el lodo o con aceite blando o espeso,
y en el asiento trasero del tren eléctrico
despierta el niño, se despereza, y mete
el dinero en el bolsillo roto del pantalón.

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Marco Antonio Campos: Contradictio

El ajedrez de la muerte
se quedó en una pieza

Arrojo los naipes, trémulo, incendiado
y no dicen mi suerte

Y tuve una bestia de orgullo
que arrastró mi bestia

Moribunda,
una mujer pasea triste, descalza en la calle

Y es tarde para ser otro hombre

Salgo de mi casa, pontífice, ajeno,
con el crucifijo -una mujer-
colgado en mi tristeza

Si regreso, Señor
quiero ser otro pero no Campos

¿Para qué vivir agarrado como loco al reloj?

Ya la gula de vivir se detuvo en mi garganta
Y mísera mi perra más odiada fue la angustia

Pero, Señor, yo converso en voz alta,
en voz baja converso, sí,
cosa distinta es que no oigas

Antes, en otro océano,
arrepentí, modifiqué el pasado

Y tus ojos caminaron tristes, inmensos,
en las páginas de mis libros

Mañana partiré, me iré del todo
Aunque hoy puedo decir:
tengo amigos, no amo a mujer alguna,
el tétano del sol duerme en la ciudad de México.

Poemas y poetas mexicanos

Marco Antonio Campos: Declaración de inicio

Cada uno de mis poemas pretendió ser un instrumento
útil de trabajo.
Pablo Neruda (Estocolmo, 1971)

Las páginas no sirven.
La poesía no cambia
sino la forma de una página, la emoción,
una meditación ya tan gastada.
Pero, en concreto, señores, nada cambia.
En concreto, cristianos,
no cambia una cruz a nuevos montes,
no arranca, alemanes,
la vergüenza de un tiempo y de su crisis,
no le quita, marxistas,
el pan de la boca al millonario.
La poesía no hace nada.
Y yo escribo estas páginas sabiéndolo.

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Marco Antonio Campos: Se escribe

a Michael Rossner

Se escribe contra toda inocencia
del clavel o el lirio, contra el aire
inane del jardín, contra palabras
que hacen juegos vacíos, contra una estética
de vals vienés o parnasianas nubes.
Se escribe abriéndose las venas
hasta que el grito calla, con llanto ácido
que nace de pronto pues imposible
nos era contenerlo, con luz dura
como rabia azul, quemado el rostro,
destrozada el alma, desde una rama
frágil al borde del precipicio,
Se escribe.

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La estudiante de 1966: Poema de Marco Antonio Campos en español fácil de leer

Marco Antonio Campos: Una farsa sin mensaje

Qué patas, qué escamas, qué desastre.
Rubén Bonifaz Nuño «Albur de amor»

Delgada y tenue como hierba y ola
sus ojos de noche guardaban el misterio,
ya la verdad creía que todos, por su linda cara,
debían aguantarle todo por su linda cara.
Creía ser la reina, pedía ser la reina
-a veces lo logró entre bastidores-,
pero en el teatro o fuera de él
sólo admitía cumplidos
si lo decidía ella misma.
Trasfogaba su cuerpo una tierna dulzura,
solía encender la hoguera al llegar la noche,
pero al vislumbrar los pretendientes
sofocaba el fuego, y apenas si dejaba brasas
para el rey más tarde.
Bella como luna cortada en ferragosto,
bella como luna cortada a media luna,
su mirada guardaba misterios e ímpetu excitante
y anhelaba un reino más vasto que la noche.
Pero la noche más perfecta acaba.
Pero en la comedia más perfecta
hay de pronto contraluz, desliz palmario,
inadvertencia súbita. Una noche azul,
una noche de estrellas veraniega, una noche
de adiós sin golondrinas -sin frío, sin telón firme,
parada la tramoya, el entreacto a ciegas-,
un sandio inoportuno, un memo de esos
que asiste al espectáculo sólo
para aguar fiestas o dárselas de listo,
se levantó de la platea, marchó hacia el escenario,
y se dirigió a la reina sólo para decirle
que ya los pretendientes se habían ido,
y el rey era minúsculo.

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Marco Antonio Campos: Mis hermanos se fueron poco a poco

Mis hermanos se fueron poco a poco:
se llevaron la casa, la mujer, la calle al hombro,
el oro más soñado y no la infancia.
¿Qué hacía yo, en tanto, qué diablos dió mi pluma?
Me puse a dibujar en los cuadernos
las mujeres más bellas de la tierra
que sólo lloraban en mis versos.
Mi vida fue en las letras, no en la vida.
Desconfié del amor, de la amistad, de la experiencia;
viví ciego entre idiotas e inocentes.
Mi sueño fue pasto de los perros,
mi ternura una llama como llaga

A falta de la vida la he inventado;
a falta de un padre he sido el hijo;
a falta del hijo soy la ruina.

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Marco Antonio Campos: La muchacha y el Danubio

Como rama al romperse en el invierno blanco,
corazón lloró a la estrella; triste era el olmo,
y hace muchos años; cuánta fuerza y fiereza
en la adolescencia sin dirección, quién se atrevería
a decir: «Por aquí pasó el vendaval»; Dios creció
las ramas y cortó las hojas para que supiéramos
de la felicidad, si la luz pasa. ¡Ah el Danubio!
Estrella lloraba el corazón. Ella era agua
que sabía a vino; donde llegaba se oía
la luz. Era la estrella en el invierno blanco.
Era blanca y hermosa como el pueblo donde nació.
Ella me queda, me vive en mí, me llama
como un remordimiento.

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