Poemas de Luis Raúl Calvo para leer.
Dicha y ocaso, gravidez de los rituales.
Línea oblicua del amor en las maletas del viajero.
Los perros ladran su tormento en las trenzas de la
/dama.
Hueco de rencor, antiguos maleficios.
¿Quién ha robado los bastones del ciego
buscando luz en las tinieblas?
Nadie separa nuestros cuerpos de la tierra
pero ellos, los amantes, no esperan el orgasmo
para saciar su sed de cruzas elegidas.
Poemas cortosPoemas y poetas argentinos
Es la historia de siempre, los intrusos
se apoderan hasta de nuestros miedos
más infantiles.
Nada dejan librado al azar.
La consumación del sueño, el asesinato
de Trenton deslizado en la silla vacía
del primer morador, las constelaciones
de los primitivos enamorados
que alguna vez pernoctaron por las
raídas habitaciones.
Por allí no pasaron ni arquitectos
de medio pelo, ni ingenieros con la
lengua doblada por el derrumbe
del edificio contiguo
ni la mano de obra desocupada
por las atroces muertes del pasado.
Alguien se equivocó de paradero y confundió
la humedad de los cimientos con la barrendera
de trenzas doradas, la ironía del tuerto
con los rojos zócalos de la intemperie
la pasión del amor con la seguridad del hastío.
¿Quién es quién en este desamparado
aguantadero
sin rosas ni madreselvas para ofrecer
a las visitas hospitalarias?
De algo estamos seguros: no habrá abogado
capaz
de aplicar la consabida ley de desalojo.
Si han tomado la casa, es hora de partir
hacia otro lugar.
Son las dos de la madrugada de un lunes cualquiera
Hace treinta y dos años en la calle Tres Arroyos
un inesperado crimen nos recordaba que también
se mata por pasión.
Las crónicas oficiales sólo reseñaron
los celos enfermizos del autor de la tragedia
pero nada dijeron de la consternada Laura
la desdichada enfermera que aceptó consumar
aquel ritual con su despiadado amante.
¿Quién fue la víctima y quién el victimario
en la gélida noche del 4 de julio?
¿Qué se perdió en esa nocturna ceremonia
pactada de antemano?
Los cuerpos de ambos tomaron rumbos distintos
pero nada diferencia a una cárcel de un morgue.
Tal vez ella repose en paz junto a sus muertos
quizá él todavía continúe atormentado
por la traición de esos labios que tanto deseaba.
Debe ser verdad aquello de que el amor y la muerte
tienen un mismo destino.
Hay distintas formas de ver pasar la vida
de contemplar lo bello o lo siniestro
que ha quedado perpetuado en algún sitio.
Son esas marcas, espejos de otros tiempos
que vuelven a la memoria y nos recuerdan
que una ciudad también carga con una cruz
en sus espaldas.
Es el peso de la historia
de las batallas aún pendientes
estigmas que nos acompañan estemos
donde estemos.
Como esa dama viajera, que ama a un hombre
pero que de tanto en tanto necesita cruzar
el corazón de Buenos Aires.
Poemas cortosPoemas y poetas argentinos
En el límite de todo, tú adorada mía
ahora que la sal del hierro no corroe
los ligamentos del esperma, vienes a mí
blanca, etérea, elevando tus ojos rojizos
por las gargantas del océano.
Condenado amor, la estrechez del mundo
se interna en los mares ultrajados
allí donde la luz del ciego y las camas
de alquitrán ya no alcanzan para contener
la esclavitud de los siervos.
Bella amante de fin de siglo, tu mirada
me precipita al abismo y así permanezco
acosado por la esclerosis de los cuervos
que soplan en mi nuca una sentencia
de antiguas verdades.
El hechicero que besó la horca por última vez
aplaudiendo a su verdugo, las calaveras de trapo
galopando en los caballos de la muerte
y ese terror acumulado en la falsa renguera
del enano mestizo.
Esta visión endemoniada de las cosas
es la furia reflejada en tus caderas de agua
hoy, que los muros han caído y las alcobas
muestran su miseria de lana
estamos juntos en la región deshabitada del fuego.
Hemos visto noches de miradas eternas.
Los crucifijos esperan el reencuentro con sus dioses.
Mañana es posible.
Las ciénagas han muerto de frío a la intemperie.
Ahora, tus ojos no vacilan en el llano.
Las comadres enlutecen de rubor
cuando el grito quiebra nuestros huesos.
Respirar en la brasa es comenzar de nuevo
la vigilia del beso demorado.
Poemas cortosPoemas y poetas argentinos
La Grotesca sufre en las piedras de cianuro.
Arrojadas al fuego, abatidas por la furia
de cerebros desahuciados
son el polvo de la bruma.
La mansedumbre abraza los cabellos del ángel
besa sus alas de ciruela y se recuesta
en las costillas del demonio.
De tanto en tanto nos vemos como somos
desplazando el filo del cuchillo
en la crueldad de la madrastra.
Poemas cortosPoemas y poetas argentinos
Ahora, que hemos descubierto
en palabras el origen del silencio,
nuestras almas permanecerán
quietas en el horizonte.
Ya no habrá lugar para la duda
ni miraremos con los mismos ojos
la eternidad de la luz.
El vacío cubrirá las anchas veredas
con su obscuro manto de junio
y dejaremos partir mansamente
las cenizas de aquello que no fue.
Acaso, por los fríos designios
de la razón, saludaremos su vertiginoso
paso hacia el abismo.
Sólo los ángeles nos salvan.
Esa pesada carga del deseo
purifica la razón del violinista.
Ella sabe que el virtual descubrimiento
pasa por sus ojos
allí donde los monstruos más sagrados
atormentan el caldo del cartero.
Imperfecta y deleznable
su piel amarga restituye
al visionario de Manhattan.
Por ella, el Mar Mediterráneo ahogó la voz
del depravado, en una tarde de abril
en Buenos Aires.
Esa pesada carga del deseo
transpone fechas y ciudades
heredera del silencio, el primer grito
partió de su incestuosa pupila.
Siempre fue así y ella lo intuye
desde el calvario de Otelo y Desdémona.
Una mujer en la noche
piensa como pulverizar la mirada.
88 Buenos Aires
El telón levanta
sus ventanas de odaliscas.
Es una noche más
en un Buenos Aires
vulnerado
por fantasmas que inoculan
sus estigmas,
pero un zumbido
de música herida
invade las capas
más feroces de la jungla.
Detrás de la persiana
un verde ocre
huele
a miseria escondida
y la ciudad duerme
hasta llagarse de inercia
por claveles nacidos
a destiempo.
Poemas cortosPoemas y poetas argentinos
Los muertos regresan
de vacaciones
desparramando su alma
en un florero.
En esas aguas
vírgenes de odio
escurren el hastío.
Los muertos regresan
del exilio
a reclamar por exiguas
pertenencias adquiridas
a dialogar con la piel
dolida por su ausencia
germen hacedor del olvido.
Acaso ignoren
que el dolor
lleva un disfraz
de fiesta en las mejillas.
Poemas cortosPoemas y poetas argentinos
Hay una historia personal en el fondo del vacío
los rasgos de la infancia son la ausencia
de toda presencia.
Hay una suma de datos registrados como meros
prontuarios, una acumulación de hechos
que trascienden la humedad de las formas
el peso del color, o la longitud del párpado.
En ese territorio aborigen desnudamos la huella
del recuerdo y la convertimos en señal de
alarma
para futuras deserciones.
Pero ¿Quién abandona a quién cuando dos
cuerpos
se separan y se instaura el olvido?
¿Quién derriba la capa de oxígeno y transforma
la identidad de un rostro en desoladas
convenciones?
Acaso presentimos que un beso es más que
un beso
cuando el hielo nos tapa en las luctuosas
noches
de misa y arrastramos los restos de memoria
el imaginario creado para aceptar
que el nombre puesto es una tácita derrota
que debemos velar, como se vela a un muerto
en los ascensores de luto.