Poemas de Luis Hernández Camarero para leer.
Abel, Abel, qué hiciste de tu hermano,
Di, qué hiciste,
Con el tallo de tu cuerpo siempre pito
Las sandalias lustradas y tus veintes.
No mirabas las ubres de las vacas
Ni el coloquio escondido de tus perros,
Sólo el humo de tu ofrenda que ascendía
Como ascienden las moscas hacia el cielo.
Sin embargo
Yo he visto a tu hermano y lo conozco
Persiguiendo la cólera entre vainas
Entre campos de trigo
Con los sucios vapores de su llanto
Reposando en la tierra
Como pronos cadáveres sin deudos
Dime entonces qué hiciste
Hoy que yace tu hermano tan al este.
Tú que nunca pensaste que para otro
Era duro de roer el Paraíso
El cielo tiene varios
Momentos
El momento azul
Cuando no hay
Ni una nube
Y los cuerpos
Bajo el sol
Corren
Se secan
Compran bebidas
Dulces
Como el océano
A través de las cuales
Puedes ver
Un mundo rojo whisky
Sobre las rocas
O cerveza helada S/.15
O algún licor
Que se recuerda
Lejanamente
Bajo un farol
Yuyos anémonas
Hidras asfódelos
Y risas arena
Esparcida
Sobre la playa
Es un horizonte sereno
Poemas cortosPoemas y poetas peruanos
Dime Robert
Qué es más propio;
La grama
El césped
El grass
La extensa pradera
De hierba
Sordello; un loco señor
Me habló de Sordello;
Ezra Pound
Y otro de tus jardines;
Jiménez de Moguer
(«Roberto Browning», M: 380)
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«A Jorge Noel Gordon Lord Byron»
Qué te diré; sinvergüenza
Compañero, yo también
Oculté mi tristeza
Y qué, sabemos
Cómo te plagio, Lord,
Como no sea quizá
Que hemos nacido
Para el morir
Eso que llaman muerte
¿La venceremos, Byron?
Yo creo que mejor
Bebemos por la Poesía.
Poemas cortosPoemas y poetas peruanos
Reposando en el cuenco de la luna
Y con los ojos tan lejos
Que se diría
hierba de los lagos;
Y sobre ti, nieve dulce que los años pacen:
El terror de este canto
O su ternura oculta entre el follaje
Como la boca de un venado.
Sobre ánforas muertas y sepultos espinos,
La rama del corazón es posible
Y se alza y te toca, impalpable caricia
A través de tu pecho desleído.
Y luego el viaje en tren
Y aquella dama lánguida
Sonriendo veloz a telégrafos y búhos:
'Dennis, Dennis, tú no estás,
Pero las yeguas paren.'
La espina del Sol,
Desde el reloj de piedra,
No los ojos primeros tasajea
Sino cegadas máscaras, memoria
De lo no vivido, fruto insomne
Que antecede a la semilla.
En toda confusión hay siempre mezclado un asunto
de cerveza. O de quermeses centelleantes bajo la luz de los
focos de 25 W. El aire es denso y añil como una caja cubierta
por dentro de corduroy y algunitas estrellitas.
En alguna habitación del rincón, por ejemplo, de los cristales
rotos, de las campanillas, clips, cartones, alguien entona una
canción con algo, quien sabrá de tristezas y si no ¿cómo?
Oh isla de San Jacinto si no ¿cómo?
Ahora es pleamar nocturna bajo los faroles y la luz de las
mechas de alquitrán.
Alguien compra en la tienda con sus soles.
«Federico Chopin» de la sección «Los muertos»,
Las constelaciones T:28
Se sintió primero
Con la tristeza
De un niño solitario
Y luego
Con la grandeza
De un niño solitario
Y escribió
Aquella Música
De su alma
Que es lo único
Que pudo
Bajo un sol
Que no era el suyo
Dar su Amor
(«Chopin», M: 87)
1
¿Recuerdas tú
El bosque de Watteau
Y un claro de luna
Que sí ha de volver
Que sí volverá?
¿Recuerdas tú?
22
Y si recuerdas
El bosque
Y si recuerdas
El bosque
Dónde habré
De hallarte
Recordando
(«Prelude», A Federico Chopin, M: 170-171 )
* * * * *
En las estrellas
Del cielo de Varsovia
Hay una fuente
De cristal y límpida
El agua fluye
Tras los alambres de púas
La fúlgida
Herrumbrada selva
De las latas luces
Y un horizonte azul
Más allá de Varsovia
Con el corazón
En París
Y luego
Tu cuerpo torturado
Pobre poeta de Polonia
En el cielo azul
De Varsovia
Hay
una
fuente
Te regalo las adormideras/ que crecieron/ Junto al Támesis/
Para Samuel Taylor/ Samuel Taylor Coleridge...
Rodeado de fantasmas
Samuel Taylor Coleridge:
Por qué hiciste tonterías
Algo más esperé de ti:
No esperar más.
Pero fuiste un milagro
De rara belleza
In Xanadú.
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Se enredó
Y desde entonces
En tu alma
Dormían los paisajes
Y la flor perpetua
De los jardines
Jamás recorridos. Tú
Y una tarde
Que acontece tú
Me hablabas
De algo me hablas
Pero el brillo de tu corazón
Te oculta
Algo me dices
Pero el estruendo
De tu alma
Me impide
Sobre el mar
Veíamos el transcurso
Del verano las flores
Del Estío las joyas
La armonía que
No debe ser quebrada.
Poemas cortosPoemas y poetas peruanos
Dicen que soy
Un soñador que sueña
Y otros dirán de mí
Adiós: me iré
A algún otro lugar
Y si la Melancolía
Me alcanza
Y si la Melancolía
Me alcanza
Me cubriré del agua
De la mar y ya no he
Más de morir
Y ya no he más