Luis Barahona de Soto

Poemas de Luis Barahona de Soto para leer.

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El poeta que brilló en la sombra de Lope de Vega

Vida y contexto histórico

Luis Barahona de Soto (1548-1595) fue un poeta español del Siglo de Oro, contemporáneo de figuras como Lope de Vega y Cervantes. Nació en Lucena, Córdoba, y estudió medicina en Granada, aunque su verdadera pasión fue siempre la literatura. Vivió en una época de esplendor cultural, pero su obra quedó opacada por la de sus más famosos coetáneos.

Obras más destacadas

Entre sus poemas más conocidos se encuentran:

Las lágrimas de Angélica: Un poema épico inspirado en Orlando Furioso de Ariosto, que narra las aventuras de Angélica, personaje de la tradición caballeresca.
Diálogo entre la cabeza y la gorra: Una sátira ingeniosa que refleja su estilo mordaz y humorístico.

Aunque menos conocido, su trabajo fue elogiado por Cervantes en La Galatea, donde lo menciona como "el divino Barahona".

Estilo literario

Barahona de Soto combinó elementos clásicos con un lenguaje rico en metáforas y referencias mitológicas. Su poesía épica destaca por su musicalidad, mientras que sus sátiras muestran una crítica aguda a la sociedad de su tiempo. Fue un maestro en el uso de estrofas complejas, como la octava real.

Curiosidades

Fue médico de profesión, pero nunca abandonó su vocación poética.
Su amistad con Cervantes lo situó en círculos literarios influyentes, aunque no alcanzó la misma fama.
Algunos críticos lo consideran un "puente" entre la poesía renacentista y el barroco.

A pesar de su talento, Barahona de Soto sigue siendo una figura por redescubrir en la literatura española.

Luis Barahona de Soto: A quién me quejaré de mi enemiga

¿A quién me quejaré de mi enemiga?
¿Al tiempo? No es razón, que me ha burlado.
¿Al cielo? No es juez de mi cuidado.
Ni al fuego, pues el fuego me castiga.

¿Al viento? Ya no escucha mi fatiga,
que está en mis esperanzas ocupado.
¿A Amor? Es mi enemigo declarado
y en condenarme piensa que me obliga.

Ya, pues ninguno de mi parte siento,
Filis ingrata, a ti de ti me quejo;
juzguen tus ojos, reos y testigos.

Y el tiempo, el cielo, el fuego, Amor y el viento
lloren mi muerte, pues mi causa dejo
en manos de mis propios enemigos.

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