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Luis Alfredo Arango

Luis Alfredo Arango

Poemas de Luis Alfredo Arango para leer.

Sobre el poeta Luis Alfredo Arango [occultar]

El poeta que cantó a la tierra y al silencio

Contexto histórico y cultural

Luis Alfredo Arango nació en Colombia durante una época marcada por profundos cambios sociales y políticos. Su vida transcurrió en un momento en que la literatura latinoamericana buscaba nuevas voces para expresar las realidades rurales y urbanas. Aunque no se alineó abiertamente con partidos políticos, su obra refleja una sensibilidad hacia las luchas cotidianas de los campesinos y la naturaleza, temas recurrentes en su poesía.

Vida y afinidades

Arango fue un hombre de costumbres sencillas, amante de la tranquilidad del campo y los pequeños detalles. Se le asoció con círculos literarios que promovían la poesía como herramienta de conexión humana, pero evitó las etiquetas de movimientos específicos. Su pasión por la observación y la introspección lo llevó a escribir con un estilo claro pero profundamente emotivo.

Obras más reconocidas

Entre sus poemas más celebrados destacan:
  • "El país de la ausencia": Un homenaje a los espacios vacíos y las memorias perdidas.
  • "Las cosas que perdimos en el tiempo": Reflexión sobre la fugacidad y lo cotidiano.
  • "Canto a la tierra": Oda a la naturaleza y sus ciclos, inspirada en su entorno rural.

Su legado perdura como un testimonio lírico de la vida campesina y la belleza del silencio.

El andalón: Poema de Luis Alfredo Arango en español fácil de leer

Luis Alfredo Arango: Diálogo donde me sincero

Anoche hablé con Homero y le dije
Mire Don
¿ya se fijó qué tragedia?
No hay Ulises que valga porque
no sabemos griego,
no podemos deleitarnos
traduciendo sus hexámetros.
Pero eso no es nada:
¡Ni siquiera podemos entender
al Rey Pascual de Olintepeque!
Somos huérfanos de padre y madre;
nacimos en esta tierra tan linda y
tal vez aquí nos moriremos,
sin ser grecolatinos, ni quichés,
ni gachupines…
¡Qué tragedia Don Homero!

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Elegía: Poema de Luis Alfredo Arango en español fácil de leer

Luis Alfredo Arango: Poesía lunática y chingona

Guatemala tiene un río Pensativo
y otro que se tiñó de sangre...
Tiene un Volcán de Agua,
otro de Fuego
y una montaña
de huesos y cadáveres.

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Luis Alfredo Arango: Relieves de memoria

En Bonampak la tierra tiene ingravidez de plumas
dibujadas por el sol;
la tarde pinta murales de cadmio anaranjado;
cenizas de volcanes extinguidos se levantan
y en el aire inventan dioses y batallas.
Porque después de todo el sueño es nuestra única heredad,
en Uaxactún me quedo a descifrar la piedra donde duermen
-más que números y fechas- estas huellas de gente que murió,
que amaba, que también cortaba flores y aleteaba
tras el anca del jaguar y las sonoras pisadas de la lluvia.
En Tikal, escalinata prodigiosa,
soy un pobre forastero deslumbrado.
Recuperadas luna de otra edad,
fino envoltorio de polvo que guardo en la memoria,
no quiero más tesoro que estos nombres que descorren cielos
[verdes,
ceremonias emplumadas con fragancia de copal y miel
[silvestre.
Te sitiaron los pumas, Quiriguá,
te devoraron águilas y tigres amarillos
que tenían en los ojos jeroglíficos tallados
de un antiguo calendario.
Beso el barro,
amo el estuco delicado,
me inclino ante los sabios estelares,
ante el pueblo que contaba los luceros y escribió sobre basalto
la única historia verdadera que se ha escrito en esta tierra.

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Sobreviviente: Poema de Luis Alfredo Arango en español fácil de leer

Luis Alfredo Arango: El tiempo (II)

El tiempo
es la espera
de una mañana improbable
o de fecha segura
que no llega
y pasa
y engendra
otra espera.

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Luis Alfredo Arango: El tiempo (IV)

Llegué siempre tarde
y me sigo nutriendo
de urgente futuro
de tiempo inexplorado
de riesgos y esperas
como si fuera cierto
que renacieran los días.

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Luis Alfredo Arango: Verdadera Historia

Las desearon.
Se les irguió lo caballo.
Después de tanto navegar,
después de tanto andar
luchando,
batallando,
poniendo nombres,
decapitando ciudades,
templos, guerreros.

Al entrar en sus reinos,
al desflorar universos,
cómputos,
edades para siempre,
¡las desearon!
Se desabotonaron,
se quitaron las correas,
las espadas,
los arneses.

Y fue ahí sobre la tierra.
¡Oh mujeres, madres,
viejas y doncellas!

Lo que se construyó después fue mentira.
Hubo un instante humano,
una sola vez verdadero.
Después edificaron falsedades,
separaciones, convenios.
¡Hay que ver cómo venían!

Les hirvió la carne y se la desabrocharon.
Las desearon a la orilla de la playa,
en los légamos,
en los caminos ensangrentados,
en las ciudades humeantes.

Las fecundaron a golpes,
a mordidas de lebrel,
con sangre que ha navegado,
que se ha mezclado con vino,
con pólvora.

Eso es lo único exacto.
Lo verdadero.

Locos, sedientos, heridos,
se desnudaron,
se quitaron los harapos,
se acostaron a la sombra
de cacaos soñolientos
Y NOS SEMBRARON
a dentelladas,
a fogonazos,
a golpes calientes
de carne y hueso,
de pellejo,
de insomnio y de sueño,
de instinto sublevado,
de ayuno que traían.

Las desearon y
después
las despreciaron.

Eso fue todo.

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