Temas Poetas

Luis Alberto de Cuenca

Luis Alberto de Cuenca

Poemas de Luis Alberto de Cuenca para leer.

Luis Alberto de Cuenca: HAMMURABI

Las chicas como tú se ríen en las barbas
del mismísimo Hammurabi.

«Ojo por ojo
y diente por diente»
(lo hizo escribir en Babilonia,
hace cuatro mil años).

Las chicas como tú responden
al amor con desdén
y al desdén con amor.
Por fastidiar a Hammurabi.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Luis Alberto de Cuenca: LA HERIDA

Nada, ni el sordo horror, ni la ruidosa
verdad, ni el rostro amargo de la duda,
ni este incendio en la selva de mi cuerpo
que amenaza con no extinguirse nunca,
ni la terrible imagen que golpea
mis ojos y tortura mi cerebro,
ni el juego cruel, ni el fuego que destruye
esa otra imagen de armonía y fuerza,
ni tus palabras, ni tus movimientos,
ni ese lado salvaje de tu calle,
impedirán que encienda en tu costado
la luz que da la vida y da la muerte:
tarde o temprano sangrará tu herida,
y no será momento de hacer frases.

Poemas y poetas españoles

Luis Alberto de Cuenca: EL LIBRO DE MONELLE

Se llama Marcel Schwob. Tiene veintitrés años.
Su vida ha sido plana hasta el día de hoy.
Pero el relieve acecha en forma de una puta
a la que lo conduce, una noche, el azar.

Se llama Louise. Es frágil, menuda y enfermiza,
silenciosa y abyecta. Casi no se la ve.
Sólo hay terror y angustia en los inmensos ojos
que le invaden la cara, dignos de Lillian Gish.

En sus brazos Marcel olvida que mañana
citó en la biblioteca a su amigo Villon.
Se olvida hasta de Stevenson, su escritor favorito,
de Shakespeare, de Moll Flanders y del Bien y del Mal.

Qué tres soberbios años de amor irresistible
aguardan al judío en la paz del burdel.
El cielo de París aún retiene sus vanas
promesas y las tiernas caricias de Louise.

Pero lo bueno acaba. Ella muere de tisis
y Marcel languidece, privado de su sol.
«No queda más remedio que volver a los libros»,
se dice, y da a las prensas El libro de Monelle.

Poemas y poetas españoles

Luis Alberto de Cuenca: LÍNEA CLARA

Dicen que hablamos claro, y que la poesía
no es comunicación, sino conocimiento,
y que sólo conoce quien renuncia a este mundo
y a sus pompas y obras - la amistad, la ternura,
la decepción, el fraude, la alegría, el coraje,
el humor y la fe, la lealtad, la envidia,
la esperanza, el amor, todo lo que no sea
intelectual, abstruso, místico, filosófico
y, desde luego, mínimo, silencioso y profundo - .
Dicen que hablamos claro, y que nos repetimos
de lo claro que hablamos, y que la gente entiende
nuestros versos, incluso la gente que gobierna,
lo que trae consigo que tengamos acceso
al poder y a sus premios y condecoraciones,
ejerciendo un servil e injusto monopolio.

Dicen, y menudean sus fieras embestidas.
Defiéndenos, Tintín, que nos atacan.

Poemas y poetas españoles

Luis Alberto de Cuenca: MAROONED

Silencio de barreras coralinas en el Fort du Rocher
Escasea el bucán en los depósitos de la Cofradía.

Venías de los Mabinogion.
You lov'd me like a mist junto a los pumas de la noche.

Entre el estruendo de las baterías españolas.
El látigo del ron en la garganta.

La vergonzosa fuga del enemigo.
El fin de un gobernador cobarde.

Feliz balance en Puerto Bello.
Consumar con el sol una jornada victoriosa.

Enarbolaste la bandera negra de Némesis.
Me sentía orgulloso de tu valor.

Y en la choza besar tus labios
y sentirme otra vez marooned.

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Luis Alberto de Cuenca: De «Necrofilia»

1. Cómo te defiendes de mí

Cómo te defiendes de mí.
Cómo resistes,
desde la torre de la ausencia,
agitando el pañuelo para siempre,
sin forma ni color,
humo tan sólo,
aérea y rígida en tu nube,
diciendo adiós al mundo y a mis brazos,
muerta y levísima.
Cómo te defiendes de mí.
Cómo, al fin, me derrotas
y me sepultas, también a mí,
en la tumba sin flores del olvido,
donde mis huesos no conozcan
la senda de tu cobardía.

* * *

2. El fantasma

Cómeme y, con mi cuerpo en tu boca,
hazte mucho más grande
o infinitamente más pequeña.
Envuélveme en tu pecho.
Bésame.
Pero nunca me digas la verdad.
Nunca me digas: «Estoy muerta.
no abrazas más que un sueño»

* * *

3. La vela

Una vela es el deseo.
Está encendida. Ilumina
la habitación. En los muros
hay desgarraduras viejas.
La vela baila. Se cierne
sobre el espacio. Divide
la sombra en dos. El deseo
tiene pulmones de cera.
Y es el ahogo. Las cosas
bajo llave. Las palabras
no dichas. Burbujas. Brillos.
Alas rotas. Labios muertos.
O tu pecho: todo es cera.
Siempre en luz. Sobre el silencio
extiende su brasa el ojo.
Las paredes tienen grietas,
salpicaduras recientes.
Y ellos se alejan. Ignoran.
No saben qué hacer. No saben
dónde esconderse. Son otros.
Sombras de la misma vela.

Poemas y poetas españoles

Luis Alberto de Cuenca: Noche de ronda

En otro tiempo hubieras empleado la noche
en hablarle de libros y de viejas películas.
Pero ya eres mayor. Ahora sabes que a ellas
les aburren los tipos llenos de nombres propios,
que tu bachillerato les tiene sin cuidado.
De modo que le dejas tomar la iniciativa,
desconectas y finges que escuchas sus historias,
que invariablemente -recuerdas de otras veces-
versan sobre el amor, los viajes, la dietética,
su familia, el verano, la buena forma física,
el más allá, las drogas y el arte postmodemo.
De cuando en cuando asientes, recorriendo sus ojos
con los tuyos, rozando levemente sus muslos,
y elevas a los cielos una angustiosa súplica
para que aquella farsa termine cuanto antes.
Pasarán, sin embargo, todavía unas horas
hasta que, ebria y afónica, se abandone en tus brazos
y obtengas la victoria pírrica de su cuerpo,
que, pese a los asertos de tres o cuatro amigos,
será muy poca cosa. Y, cuando esté dormida,
saldrás roto a la calle en busca de una taza
de café gigantesca, maldiciendo las copas
que arruinaron tu hígado en la estúpida noche
y pensando que, al cabo, merece más la pena
no comerse una rosca y hablarles de tus libros,
amargarles la vida con Shakespeare y con Griffith.
O buscarse una sorda para que nada falte.

Poemas y poetas españoles

Luis Alberto de Cuenca: EL OTRO BARRIO DE SALAMANCA

Debajo de los parkings hay mundos subterráneos
que muy pocos conocen. Los habita una raza
de príncipes y reyes, de bardos y de brujos.
¡Subsuelo de las calles de Velázquez y Goya!

¡Océanos secretos de aguas centelleantes
bajo Lista y Serrano, Jorge Juan y Hermosilla!
¡Cúpulas, altas torres de ciudades de plata!
¡Palacios encantados, templos de mármol negro
debajo de la calle Don Ramón de la Cruz!
¡Odaliscas ocultas bajo las tuberías
del gas, en el asiento de la calle de Ayala!

Conozco a una doncella de ese mundo perdido
que me envía señales de humo por teléfono.
No consigue olvidar la ciencia de mis manos.

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De «El otro sueño»: Poema de Luis Alberto de Cuenca en español fácil de leer

Luis Alberto de Cuenca: Paseo vespertino

para Alicia

Tú y yo, amor, a caballo, por las suaves
laderas de un crepúsculo dorado
que vira a negro, tú y yo, luces tibias
frente a la oscuridad que va anegando
esta parte del mundo, rienda suelta,
sendos halcones en los puños, campo
a través, contra el tiempo de la muerte,
a favor de la vida y del verano,
contra cerrojos, contra cicatrices,
contra el silencio, contra el desamparo,
contra esos templos donde se refugian,
ávidos de mentiras, los malvados,
tú y yo solos en busca de emociones,
medievales y eternos, a caballo,
rumbo a ninguna parte, mientras brota
la orquídea de la noche a cada tranco
y queda atrás, hundiéndose en el polvo,
la borrosa silueta del ocaso,
tú y yo por los países de la bruma,
picando espuelas, dos enamorados
que unen sus corazones en la fronda
donde alumbran, gloriosos, los relámpagos,
y cabalgan oscuros por lo oscuro,
como un rey y una reina destronados.

Poemas y poetas españoles

Luis Alberto de Cuenca: PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN

Sombras, Propercio, sombras, gavilanes
oscuros, imprecisos, niebla pura,
cincha, brida y espuelas. No profanes
el mástil del amor, la arboladura

del deseo, la ofrenda de los manes,
con la triste verdad de tu locura,
cosmética, veneno, miel, divanes
y el perfume letal de la lectura.

Conocerás un puente de cuchillos,
la brisa del instante, el terciopelo
remoto como el torso de una diosa.

Sudor frío de muerte, tenues brillos
de Cintia envuelta en luminoso velo,
y, al fin, la presencia de la rosa.

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Luis Alberto de Cuenca: RUMBO A LONDRES

Hasta aquí, amor. Aquí. Fauce abisal
de mi propio deseo, encadenado
y libre como el ancla entre sus limos.
Aquí, ferviente explorador de gozos.
No temas, cuerpo mío, arquitectura
sumergida, ciudad imaginada.
Gusta breve solaz, toca su lumbre,
admira su contorno, prevalece.
Tiniebla en la tiniebla, pez de sombra,
no hay heraldo que horade tu silencio
con dulce, memorable, dulce canto.
No hay heraldo. Detente, alado brillo
del sueño, resplandor de los cobardes.
Oscura vida, ven, y tus panoplias
de soledad nocturna, tus escudos
heráldicos, tu faz de terciopelo,
cristal anochecido del abandono.
Ven, oh tú, palpitante enredadera
de destrucción y plenitud, oh vida.
Y no la selva familiar, ni el húmedo
contacto de tu quilla con la proa
del mar, no el espolón entre los senos
me ofrezcas, artificio o salvación
final, sí deslizante carabela,
submarino solar y travesía
nostálgica y feliz, hermosa y triste,
lejos de Transilvania, de los ojos
tan suaves, del cabello, de las manos
que tanto amé y se han ido para siempre.

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