Justo Sierra
Poemas de Justo Sierra para leer.
Sobre el poeta Justo Sierra [occultar]
El poeta que educó a México
Estilo literario
Justo Sierra, además de ser un destacado poeta, fue un intelectual multifacético cuya escritura combinaba el romanticismo con un profundo sentido patriótico y educativo. Su prosa era elegante y reflexiva, mientras que su poesía, aunque menos extensa, destacaba por su tono lírico y su compromiso con las ideas liberales. Sierra privilegiaba temas como la identidad nacional, el progreso y la educación, siempre con un lenguaje accesible pero cargado de simbolismo.
Lo que lo hizo famoso
Más que por su obra poética, Justo Sierra es recordado como uno de los pilares de la educación pública en México. Fue el principal impulsor de la fundación de la Universidad Nacional de México (hoy UNAM) en 1910, un legado que trascendió su faceta literaria. Sin embargo, sus ensayos y discursos, donde defendía la modernización del país a través de la cultura, consolidaron su reputación como pensador clave del México posrevolucionario.
Conexiones emocionales
Sierra mantuvo una estrecha amistad con figuras como Ignacio Manuel Altamirano y Manuel Gutiérrez Nájera, con quienes compartió ideales literarios y políticos. Su relación con el presidente Porfirio Díaz fue compleja: aunque colaboró con su gobierno, también criticó sus excesos autoritarios. En el ámbito familiar, su hijo, Justo Sierra Méndez, continuó su legado intelectual.
Lecciones de vida y muerte
Justo Sierra creía firmemente que "la educación es el alma de las naciones". Murió en Madrid en 1912, lejos de su patria, pero sus ideas sobre la importancia de la educación y la unidad nacional siguen vigentes. Su muerte marcó el fin de una era, pero su visión quedó plasmada en instituciones que hoy son fundamentales para México.Justo Sierra: Playeras
Baje a la playa la dulce niña,
perlas hermosas le buscaré;
deje que el agua durmiendo ciña
con sus cristales su blanco pie.
Venga la niña risueña y pura,
el mar su encanto reflejará,
y mientras llega la noche oscura,
cosas de amores le contará.
Cuando en Levante despunte el día
verá las nubes de blanco tul,
como los cisnes de la bahía,
rizar serenas el cielo azul.
Enlazaremos a las palmeras
la suave hamaca y en su vaivén
las horas tristes irán ligeras,
y sueños de oro vendrán también.
Y si la luna sobre las olas
tiende de planta bello cendal,
oirá la niña mis barcarolas
al son del remo que hiende el mar.
Mientras la noche prende en sus velos
broches de perlas y de rubí,
y exhalaciones cruzan los cielos,
¡lágrimas de oro sobre el zafir!
El mar velado con tenue bruma
te dará su hálito arrullador,
que bien merece besos de espuma
la concha-nácar, nido de amor.
Ya la marea, niña, comienza;
ven que ya sopla tibio terral,
ven y careyes tendrá tu trenza,
y tu albo cuello rojo coral.
La dulce niña bajó temblando,
bañó en el agua su blanco pie;
después cuando ella se fue llorando,
dentro las olas perlas hallé.
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