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Julio Llamazares

Julio Llamazares

Poemas de Julio Llamazares para leer.

Julio Llamazares: ¿Qué espero aún de la espiral del tiempo

¿Qué espero aún de la espiral del tiempo, de esos cuernos epílogos
que suenan en los bosques?

¿Quién atardece junto a mi corazón helado?

Por el paisaje gris de mi memoria, cruzan arrieros sin retorno, pastores y alfareros
olvidados, bardos ahogados en el miedo lacustre de sus propias leyendas.

Solo estoy, en esta noche última, coronado de cierzo y flores muertas.

Solo estoy, en esta noche última, como un toro de nieve que brama a las estrellas.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Julio Llamazares: Hace ya mucho tiempo

Hace ya mucho tiempo que camino hacia el norte, entre zarzas quemadas y pájaros de nieve.

Hace ya mucho tiempo que camino hacia el norte, como un viajero gris perdido entre la niebla.

La verdad cifrada dejé atrás: el humo denso y obsequioso de los brezos y la alegría de mis padres en el anochecer.

En el camino del norte, sin embargo, sólo mendigos locos acompañan.
Duermo bajo sus capas en las noches de invierno.

Les digo este relato para ahuyentar el miedo.

Poemas y poetas españoles

Julio Llamazares: Inútil es volver a los lugares olvidados y perdidos

Inútil es volver a los lugares olvidados y perdidos, a los paisajes
y símbolos sin dueño.

No hay allí ya liturgias milenarias. Ni aceite fermentado en ánforas de barro.

Los ancianos han muerto. Los animales vagan bajo la lluvia negra.

No hay allí sino la lenta elipsis del río de los muertos,

la mansedumbre helada del muérdago cortado, de los paisajes abrasados
por el tiempo.

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Julio Llamazares: En llamas va la leyenda creciendo

En llamas va la leyenda creciendo, en
la espiral del humo y las uvas de hierro.

Los ojos de la anciana son blancos como
nieve: cien años hace ya que no nos mira.

Sólo por no olvidar el viejo río
de los muertos.

Sólo por no olvidar su cuajada esperanza.

Sólo por no olvidar las lánguidas riberas
del país de las abejas.

Sólo por no olvidar, cien años hace ya
que no nos mira.

Poemas cortosPoemas y poetas españoles

Julio Llamazares: Mi memoria es la memoria de la nieve

Mi memoria es la memoria de la nieve. Mi corazón está blanco
como un campo de urces.

En labios amarillos la negación florece. Pero existe un nogal
donde habita el invierno.

Un lejano nogal, doblado sobre el agua, a donde acuden a morir
los guerreros más viejos.

En un mismo exterior se deshacen los días y la desolación corroe
los signos del suicidio:

globos entre las ramas del silencio y un animal sin nombre
que se espesa en mi rostro.

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Julio Llamazares: Nada trasciende la densa mansedumbre de esta tarde

Nada trasciende la densa mansedumbre de esta tarde.

Todo está en calma delante de mis ojos: las cigüeñas varadas
sobre el silencio, y los frutales florecidos más allá del tendido del ferrocarril.

En odres muy antiguos, tan antiguos que ni siquiera el dolor
puede alcanzarles, está guardado el tiempo. Y su costumbre deja posos
más ácidos y azules que el olvido.

Como hierba crecida entre ruinas, la soledad es su único alimento y,
sin embargo, su sustancia es tan dulce como nata crecida.

Abstenéos, no obstante, de ponerle interrogantes amarillas
o de buscar dioses de trapo allí donde existen solamente aguas absurdas.

De todos es sabido que el tiempo no posee otra grandeza
que su propia mansedumbre.

Poemas y poetas españoles

Julio Llamazares: La nieve está en mi corazón

La nieve está en mi corazón como el silencio en las habitaciones de los balnearios: densa y profunda, indestructible.

La nieve está en mi corazón como la hiedra de la muerte en las habitaciones donde nacimos.

Y el tiempo huye de mí con un crujido dulce de zarzales.

Nieva implacablemente sobre los páramos de mi memoria. Es ya noche entre los blancos cercados.

Cuando amanezca, será ya siempre invierno.

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Julio Llamazares: Nuestra quietud es dulce y azul y torturada en esta hora

Nuestra quietud es dulce y azul y torturada en esta hora.

Todo es tan lento como el pasar de un buey sobre la nieve. Todo tan blando
como las bayas rojas del acebo.

Nuestro abandono es grande como la existencia, profundo como el sabor
de las frutas machacadas. Nuestro abandono no termina con el cansancio.

No es un error la lentitud, ni habitan nuestra alma las oquedades del conocimiento.

En algún zarzal lejano anida un pájaro de aceite que nace con el día. Siento su sed
granate algunas veces. Su abandono es tan dulce como el nuestro.

Su lentitud no está desposeída de costumbre.

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Julio Llamazares: De nuevo llega el mes de las avellanas y el silencio

De nuevo llega el mes de las avellanas y el silencio.

Otra vez se alargan las sombras de las torres, la plenitud azul del huerto familiar.

Y en la noche se escucha el grito desolado de las frutas silvestres.

Sé muy bien que éste es el mes de la desesperanza.

Sé muy bien que, tras los mimbres lánguidos del río, acecha un animal de nieve.

Pero era en este mes cuando buscábamos orégano y genciana, flores moradas para aliviar las piernas abrasadas de las madres.

Y recibo el recuerdo como una lenta lluvia de avellanas y silencio.

Poemas y poetas españoles

Julio Llamazares: Si te pusiera copos de tierra sobre la boca

Si te pusiera copos de tierra sobre la boca, sabrías la acidez que me posee.

Si apoyase mis preguntas en tus hombros, te desmoronarías como una
estatua de sal.

(¿O acaso puede alguien soportar el equilibrio de los árboles más altos?)

Pero no quiero condenarte a ser cuenco de nieve o roca muda.

Advierto en tus andenes una espera infinita y tus silencios me son agrios
como bruma.

Los mercaderes montan sus puestos de mentiras y perfumes a tu paso.
Tus recuerdos esperan, apostados como perros, el momento en que se incendie
la nostalgia.

Reconozco que mis preguntas aumentarían tu indefensión.

Poemas y poetas españoles

Julio Llamazares: Hay racimos de soledad en tus manos

Hay racimos de soledad en tus manos, desposesiones más antiguas
que la sangre.

Huyen los años de tus ojos como bandadas de cometas por las plazas maduras.
(Sólo quedan los bueyes rumiando su tristeza.)

Has conocido, entre gavillas de silencio, el sabor amarillo de mis pasos,
el humo indescifrable de las brasas sin tiempo.

Nunca mi lejanía se amasó con barro, pero puse en tu boca las yemas más
quemadas y los besos más lentos. Nunca mi lejanía se espesó hasta tu cuerpo.

Como una fuente vieja, azul desde su olvido, arrinconaste el miedo
en arcas inviolables.

Ni siquiera el dolor estalla entre tus labios. Ni siquiera la antigua,
la salada tristeza de mis besos.

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Julio Llamazares: Yo no recuerdo sino el sabor de la duda

Yo no recuerdo sino el sabor de la duda como un alud de fresas
sobre las blandas escamas de mi boca.

He olvidado el lugar donde las nieves más azules consiguen resistirse
a su abandono.

He olvidado ya hace tiempo la dócil lentitud de los molinos.

Mucho antes de la hora de los vagabundos, y a través de arboledas heladas,
caminé largamente hacia la mansedumbre. Busqué los prados donde pastan
los bueyes más antiguos.

Rocas más amarillas que el silencio puse sobre mi incertidumbre.
Rocas más dilatadas que algodón.

Y no quedó otra cosa que la duda fluyendo dulcemente, como nata derretida.

Yo no sé si, después de la muerte, alguien vendrá a dormirme con leyendas
aprendidas en lugares lejanos.

Yo no sé si el aguacero de la nada apagará los hornos de la mendicidad.

Pero es seguro que palabras absolutas, más absolutas que vasijas de aceite
derramadas, me estarán esperando al otro lado del olvido.

Y entre esas voces acuñadas sobre moldes de arcilla y certidumbre,
mi voz sonará extraña como tomillo arraigado en las cuestas del amor.

Mi voz será como un paréntesis de duda.

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