Temas Poetas

Julio Iraheta Santos

Poemas de Julio Iraheta Santos para leer.

Julio Iraheta Santos: Las araucarias

A la memoria de mi hijo
Nemile Tekij

Las araucarias saben que sus raíces
sujetan la hamaca de tierra
donde duerme el soñador
Por sus follajes baja el sol con sus guitarras
llenas de rock
Las araucarias saben que deben mecerlo
todo el tiempo
hasta que un día despierte
como un manso león

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La confesión del juglar: Poema de Julio Iraheta Santos en español fácil de leer

Julio Iraheta Santos: La confesión

La confesión de los poetas
inunda más que el diluvio de Noé
Es como decir en el buen sentido
'El que se pique que se rasque'
Cada quien es un río interminable
en un texto universal
Los poetas saben estas cosas
y no ignoran que detrás del cancel
donde ellos exprimen sus uvas
hay otros llenos de claustrofobia
ensamblando su helicóptero azul

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Julio Iraheta Santos: El escriba

Entre ruidos y signos electrónicos
caminaste bajo el talco del tiempo.
Tu mascarilla fue teatro sin espectadores,
pusiste flores para alegrar la mesa,
pero en tu casa había muerto la historia.
Solo,
terriblemente solo
te arrastraste como un robot desorientado,
leíste con avidez los símbolos
y la computadora bestial de tus programadores
repetía: 'Para la soledad motel',
'Para la angustia diez grageas'.
Cansado de divagar
y de ensuciar el recuerdo de tu hembra,
mediste el triángulo de su paciencia.
Sentiste odio contra los códigos
y todos aquellos oráculos
que te envilecían el cerebro.
Harto de soledad
buscaste a Dios al final de tu imagen,
las estrellas te hablaron de un Creador
y le alabaste,
el pájaro y el alba
te devolvieron la libertad y el canto.
Bajo tus pies quedaron la mascarilla
y los signos electrónicos.
Te convertiste en el escriba de otra historia.

¡Shalom! hermano.

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Los espantapájaros (17): Poema de Julio Iraheta Santos en español fácil de leer

Julio Iraheta Santos: El llamamiento

Me está llamando el ángel pendenciero
y debo encender en la consola
de mi corazón solitario
la lámpara de noche
que me acompaña en las vigilias
que compara el canto de los gallos
con un embudo roto
en el pubis de la madrugada
Me está provocando el insolente bribón
y él sabe que si no extiendo mis manteles
y grabo en ellos mis jeroglíficos
no he de continuar a gusto
por los túneles del sueño
y mañana cuando camine
por el tablero de la ciudad
he de ser una pieza incontrolable
y he de echar a perder la siesta de la multitud
porque sin duda me agarrará de pelear con él
hasta que le quiebre las alas
le despenique las plumas
y sólo quede en las baldosas de las plazas
como una mancha bochinchera
su compulsiva antipoesía

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Julio Iraheta Santos: La lucha de Nacxit

¿Dónde estará en esta hora la risa de Nacxit?
Trabajando con adolescentes bien alimentados,
saludables hasta el fastidio,
veo por la ventana el edifico del Hospital 'Benjamín Bloom'.
Allí Nacxit fue examinado como un conejito.
Su pecho fue curiosidad para el pediatra
y su corazón una perspectiva
para el estudiante de medicina.
Allí anda mi hijo como si no tuviera nada
y aquí en el recuerdo
viene a darme un beso a hurtadillas.
Es el cachorro pequeño,
se comporta como si su corazón
no estuviera a punto de quedar sin estrellas.
¿Dónde estará la risa de Nacxit?
En mis sienes,
en mi frente,
en mi alma
hay un rostro que anhelo.
Trabajo con muchachos saludables hasta la crueldad,
afuera la tormenta sacude los edificios y los árboles.
¡Oh! Dios,
es una de esas ventanas que miro desde aquí,
Nacxit lucha por reír.

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Julio Iraheta Santos: Maestra vieja

Para Ligia

Adusta y noble traza con su lápiz
sus cuadrículas llenas de ternura
Más que una informadora es una madre
que pule el sentimiento de los niños

Maestra vieja de encaladas sienes
la miro iluminada como un rezo
como una sabia que destila huellas
para que los cachorros no se pierdan

En el aula trabaja y sigue en casa
diseccionando libros y horizontes
Prepara el pasto para sus corderos

Es un milagro si le dan buen sueldo
La estrella de su vida siempre brilla
porque nació para alumbrar caminos

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Julio Iraheta Santos: La mesa está lista

No definas el cristal del horizonte
No la pecera del inmenso mar
Mejor confiesa el ojo que nos mira
desde cualquier lugar del universo
Es mejor sacar el fuego de la entraña
con que comienza siempre una palabra
Hay que llenar los cálices
y no dejar nada vacío en el desierto
El huerto llegará con su árbol de la vida
y la serpiente sólo será un par de sandalias
para cuidarte los pies de las espinas
No hay que definir nada
y hay que huir de los conceptos
que se vuelven veneno en la comida
en el mejor festejo de los dioses
y hay que tomar el arco iris
para tocar una canción
que haga llorar a Dios
La mesa está lista
No le falta nada
Ya pueden entrar los invitados.

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Julio Iraheta Santos: Mis poemas

Mis poemas de cafeína y de limón
Mis rumiantes poemas
que no tienen un solar donde pastar
Mis rucos poemas de bluejean y camisas desteñidas
que viven exiliados en su propio territorio
o que apenas alcanzan la viñeta
de piedrecillas lanzadas con audacia
sobre las ondas de los ríos sucios
Mis poemas sentimentales y cabrones
toda una contradicción entre lirismo y burla
entre trabajo de garlopa y un desorden de loco
No me gusta mirar el reloj cuando escribo
ese tirano que me persigue día y noche
para que yo no diga nada
y que me haga el maje con mi jaqueca existencial
Mis poemas no son tontos
y se manifiestan con libertad
sin pensar qué dirá don fulano
o si el pulpo de la ideología
me dará una palmada en el hombro
Lo importante es que salgan y los escuchen mis hermanos
adormecidos por la monotonía de la ciudad
Lo principal es que los atienda yo
y les aplauda frente al espejo
y que algunas veces los estremezca con lágrimas
Mis poemas son esos gatos de barrios enlunados
que se resisten a morir en la basura
y que mejor se toman los tejados
para decir su serenata.

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Julio Iraheta Santos: Misticismo del módulo lunar

Caigo sobre tu orquídea virgen.
De polen estelar tienes los pómulos cubiertos.
Alguien dijo que habías muerto para el canto
y en realidad comienzas a vivir.
Hoy el frío mundo te gozará en el sueño del salmista.
Desde tu rostro el cielo crecerá más hondo
y el hombre sentado en tus rodillas
meditará y soltará una lágrima indefensa.

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Julio Iraheta Santos: La muerte de Diógenes

Ayer miré a Diógenes caminando por la playa.
Sigiloso escondió su lámpara en el viento.
Miró hacia mi cabaña y seguro de la soledad
escribió en la arena: ¡BUSCO UN HOMBRE...¡
Y se perdió en el mar.

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Amado NervoFederico García LorcaGabriela MistralGustavo Adolfo BécquerJorge Luis BorgesLuis de GóngoraMario BenedettiOctavio PazPablo NerudaRosalía de CastroSan Juan de la CruzSor Juana Inés de la Cruz