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Juan Gil – Albert

Poemas de Juan Gil - Albert para leer.

Juan Gil - Albert: A un abanico perdido

Para Lea Pentagna

En las manos del ocio, un breve tiempo
abriste tu ala blanca, pregonando
el lejano país donde se oculta
la oriental primavera. Yo podía,
con un antiguo gesto silencioso,
sentir la palpitante ligereza
del aire en mis mejillas, como vuela
entre el denso calor adormecido
la errante mariposa. Nunca tuve
poder más lisonjero que los días
en que en tu frágil cetro de bambúes
florecían las brisas al deseo
de su mecido dueño. ¿Quién osaba
rivalizar conmigo un privilegio
tan olvidado, y quién sonríe ahora
a esos dones trenzados por las gracias?
Breve fue, ¡oh tierno objeto!, la fragante
flor de tu amor, que arranca de las manos
el destino insaciable cuando intenta
hundirnos en distancias infinitas.
Como un sueño contemplan nuestros ojos
el vacío de algo que brillaba
como un cuerpo real, y sólo queda
de un tal placer la sombra de una duda,
con tan intensa fuerza evocadora
que visionarios somos de sus tercas
formas desvanecidas. Un aliento
de extraña ligadura nos conmueve
con todo lo que fue, y así tú ahora
transmites al que pulsa el varillaje
de tu inconsciente alma, unos secretos
velados por la lánguida pereza,
y que dan a esa faz que te sonríe,
como yo ayer, el soplo de la vida.

Poemas y poetas españoles

A un arcángel sombrío: Poema de Juan Gil – Albert en español fácil de leer

Juan Gil - Albert: La canción

Presiento una larga noche de silencio,
una pausa misteriosa sin palabras,
como si unos brazos doblados como plumas
recogiéranse de nuevo en su originaria mudez.

Lo que se habla al mandato de la poesía
no da luz al que dice sin quererlo
esas aterradoras resonancias antiguas
enviadas como rayos sobre la paciente humanidad.

Caída su lumbre en el corazón de quien la escucha,
¿qué queda en aquel que vio fluir de su mano
la chispa de los grandes designios?
Una nube de cenizas ciega sus ojos,

como los nubarrones se oscurecen
tras el alumbramiento fugitivo
de la tempestuosa tormenta. Luego callan,
más seductores en su enigmático mutismo.

Tan sólo la embriaguez de unos momentos
tienta al canto motivo de su ser. Y cuando cesa
un poeta de hablar esos oscuros signos que despiertan
el terror o las ávidas pasiones en los mortales indefensos,

todo él enmudece como una piedra prestigiosa
y ciémese sobre la vida una bonanza, un cierto fresco
que engaña a quienes se recrean bajo su sombra,
porque en su seno hierven peligrosas las canciones venideras.

Poemas y poetas españoles

Las dispensadoras del sueño: Poema de Juan Gil – Albert en español fácil de leer

Juan Gil - Albert: La higuera

(Apunte para una oda anacreóntica)

No sé si era nostalgia.
El amor y el recuerdo
estaban confundidos en mi ser.
Entrelazados quedarán en la memoria
como un sueño que resplandece,
y el corazón seguirá ignorando
el origen de tanta clemencia.

¡Crepitante laxitud
que enalteces mi desfallecimiento,
mi mísera condición terrenal!
Bajo tu sombra morada
descansé un día, venturoso,
y en el olor caliente de tu existencia
me anegué de desesperación
porque el sol ácido
ponía un cerco de mortalidad
al amoroso refugio.

Cabellos tan frescos como los pámpanos
entre cuyo follaje tentador
crece el higo, más triste que la soledad;
dulce y caliente es la clara miel
de su boca,
y entre sus labios maduros
busca el poeta el sabor de lo irremediable.

¡Ah, las alas de oro,
los listados cuerpecillos de las abejas,
cuyos besos de fuego se cumplen
y en cuyo amor se apaga
el centelleo de la divinidad!
Si mis versos os siguen con admiración
y aspiran a eternizar este recuerdo
del ser a quien amo,
es que mis alas son las palabras,
y sin ellas caigo desvanecido en un torpe sueño.

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Juan Gil - Albert: Himno a la castidad

La canción ignorada entre las valvas
del corazón sospecho floreciente
como un ímpetu ciego que me tienta.
Que sea no lo sé, pero me llama
esta fruición oculta que sorprendo
dentro de mí tendiéndome en sus brazos
como en lecho de sierpes entre cercos
de algún rosal. Tristeza o alegría,
no sabría decirlo cuando sopla
un viento rumoroso en que vacila
el torpe sueño y déjame sumido
en una despiadada trascendencia,
mientras yo estoy rendido y arrullado
por unas leves coplas que acompañan
al feliz corazón. ¿Qué inarmonía
junta la desazón y el entusiasmo
en estas largas noches en que gime
la castidad? Las voces interiores
dícenme un embeleso de palabras
que cual un vino sienten derramarse
por los lánguidos miembros. Vanas ansias
del pecador mordido por el fuego
de aquella fuerza ignota cuando sangran
sus ilusiones. Mas todo se nubla,
y suspenso en su flor se desvanece
si una voz misteriosa nos convida
a sonreír cubiertos de laureles
como un fiel desposado al que se rinde
la falaz apariencia.

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Himno al ocio: Poema de Juan Gil – Albert en español fácil de leer

Himno a la vida: Poema de Juan Gil – Albert en español fácil de leer

Los idólatras: Poema de Juan Gil – Albert en español fácil de leer

La isla: Poema de Juan Gil – Albert en español fácil de leer

Las lágrimas: Poema de Juan Gil – Albert en español fácil de leer

El lujo: Poema de Juan Gil – Albert en español fácil de leer

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