Poemas de Juan Antonio Vasco para leer.
Para Lucienne
Ojalá te hubieras llamado Luciana como quien dice luciérnaga o luz de ciénaga
Ojalá te hubieras venido a América
Comeríamos una choucroute au champagne cada lustro
Y entre semana guiso y puchero
cartas de amigos y facturas de electricidad
pero no llegamos a nada mi amor
Tus poemas todavía me llenan de pesadumbre
tus sostenes con las cintas ajadas aparecen en mis maletas
Y no termina de salir el sol en Green Hill con aquel polizonte de la madrugada
Esto ocurrió hace mucho tiempo
antes de que enmudecieras mon petit singe
cuando yo te compraba naranjas en el Soho
curries en Hampstead
y alquilábamos dos sillas bajo los castaños por cuarenta francos
porque tú eras mi mujer
Se disfraza de mujer con misteriosa habilidad pero es un robot de la peor especie.
Lo adviertes cuando se acomoda los rizos con tubos de cartón tripas de rollo de papel toilette.
Si se traba chirría y hasta que no le quitas de la máquina el cuerpo extraño no vuelve a sus modales de ameba servicial.
Se sabe que cultiva lábiles intenciones contra cualquier sistema y eso le proporciona su ternura de rosada mucosa que no permite escapatoria.
Si la amas chapúzala en la vida para verla alborotar peinarse y arrojarse como un calamar herido por sobre casi todo lo que existe.